martes, 21 de julio de 2009

Jibraltar Espania da


El ministro Moratinos está levantando una polvareda considerable con sus últimos viajes diplomáticos. Primero se fue a Guinea Ecuatorial en una visita que algunos interpretaron como el espaldarazo a un régimen dictatorial. Fue gorda. Pero es que ahora se la ha ocurrido nada menos que ir a Gibraltar. 300 urte eta gero hau.


Moratinos va a Guinea Ecuatorial, el único país africano donde se habla español pero ni mucho menos el único país africano gobernado por un dictador. Moratinos va también a Gibraltar y en ambos casos rompe una tradición de negación de una realidad que existe. Tanto si nos gusta como si no. ¿Un ministro que reconoce la realidad?..¡Hasta dónde vamos a llegar!.

Gibraltar es lo que es porque el 8 de octubre de 1711 empezó una historia de separación del peñón respecto al resto de los reinos de España. Digo Reinos de España porque España como estado nacional no existía en absoluto. Tan no existía que quien firmó los acuerdos con la reina Ana de Inglaterra por los que se le cedía Gibraltar (y Menorca y otras prebendas*) fue el rey de Francia Luis XIV que firmaba legítimamente en nombre de su familia, en concreto en nombre y con autorización expresa de su nieto. ¿Y quién era su nieto?... acertasteis… el rey de España Felipe V.

Por lo tanto fue un pacto entre familias y no entre naciones, porque nada de eso existía como tal en 1711, ni tampoco en 1713, cuando el pacto se ratificó en Madrid y en Utrech. Por ese pacto y no por otra cosa Felipe V fue reconocido como rey de España y de sus Indias.

El mundo entonces era así y no de otra manera. Y después de casi 300 años es estúpido hacer como si Gibraltar fuese algo así como una provincia arrancada de la “Madre Patria”. Gibraltar está en manos inglesas antes de que existieran el Estado Español, el Estado Francés y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Antes de que fuese inventada” Madre Patria” alguna.

Bien por Moratinos, que reconoce y administra una realidad que puede que no nos guste pero sobre la que él sabe que tiene que tomar decisiones porque lo que importa es la gente que vive hoy no la que firmó un papel hace tres siglos.
No sé por qué pero todas estas cosas tan tremendas a mí me suenan a conocido. ¿A ustedes no?



* Entre ellas figuraba el “asiento de negros”, es decir el monopolio sobre la caza de esclavos de la América Hispana y África (posiblemente también en lo que hoy es el territorio de la oprobiosa dictadura de Obiang). El texto no tiene desperdicio: “que por cada negro, pieza de Indias, de la medida regular de siete cuartas, no siendo viejos ni con defectos, según lo practicado y establecido hasta aquí en las Indias, pagarán los asentistas treinta y tres pesos escudos de plata y un tercio de otro,…”

martes, 14 de julio de 2009

Malditos corruptos. Benditos corruptos

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Malditos corruptos que destruyen la reputación de miles y miles de alcaldes, concejales y políticos honrados. Que roban cuanto pueden del dinero que los ciudadanos les confiamos. Malditos corruptos que dan alas a los enemigos de la democracia. Que traicionan la buena fe de sus votantes y de sus partidos. Malditos corruptos que aun siendo pocos, como si se tratase de conductores temerarios, convierten la carretera de la política en un espacio de riesgo para los demás.

Benditos corruptos que me facilitan la coartada para la insolidaridad. Que permiten justificar mi absoluto desprecio por cualquier compromiso que la sociedad me pida. Que justifican que evada impuestos y que convierten mis pequeños engaños casi en actos honorables. Benditos corruptos que me dan portadas. Que mantienen abierta mi esperanza de que un día yo también pueda dar el pelotazo con la huerta abandonada del abuelo o con el piso de la playa.

Asusta que la corrupción política en España tenga tan poco castigo social. Es asombroso que quienes han robado a todos puedan contar, como sucede tan a menudo, con el arma del apoyo popular.

Si no hubiese políticos corruptos tendían que inventarlos para tranquilizar las conciencias de demasiados ciudadanos quejicas, reivindicadores airados de lo mucho que creen suyo y, a la vez, profundamente insolidarios y egoístas con la mínima cosa que necesite su vecino.



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sábado, 11 de julio de 2009

¿Consumidor versus ciudadano?

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Hace muchos años, en pleno franquismo, existió un programa en LA TELEVISIÓN (la única que había) que supuso una auténtica revolución en un país en el que el NO-DO era casi un informativo.

El programa de marras se llamaba "35 millones de españoles". Lo presentaban brillantemente Alfredo Amestoy y José Antonio Plaza (que hablaba inglés porque había sido corresponsal en Londres). Los viejos lo recordarán bien.





En aquel programa se inició la defensa de los consumidores en España y, más aún, creo que se despertó la propia conciencia de serlo en un país que se la gente se estaba estrenando como compradora tras décadas de pobreza en las que se pagaba por lo que había y a callar. Hasta las panaderías se llamaban entonces "despachos de pan" que es un nombre que lo dice todo.

El régimen admitió aquel programa porque sin duda prefería gobernar a consumidores que a ciudadanos. El consumidor exige ser bien tratado, y que aquello por lo que paga sea lo acordado y no lo concedido. Defiende sus derechos evidentes, pero su responsabilidad no va mas allá de su cartera. El consumidor forma parte de la cadena productiva y económica pero no de la cadena del poder. Con Franco podías quejarte de la leche pero no del patrón. Podías exigir que el pan tuviera su peso pero no podías exigir democracia.

Han pasado más de treinta años y aun hay muchos que viven más cómodos en el papel de consumidor que en el de ciudadano. No me refiero a tantas personas que desde asociaciones consumeristas pelean con mucho esfuerzo y mérito para defender a los demás.

Hablo de las muchísimas personas instaladas en la queja y aun en la exigencia, pero que no quieren ni oír hablar de de ninguna responsabilidad, de ningún compromiso incómodo: Quieren pagar pocos impuestos o mejor ninguno (como todos)...pero no admiten ni una sola rebaja en los servicios públicos que les atienden a ellos. Exigen energía barata...pero sin nucleares, ni térmicas, ni presas, ni grandes gaseros, ni plantas de ciclo combinado, ni refinerías, ni tampoco molinos. Quieren cobertura de móvil en todo momento y lugar...pero sin antenas.

Han extendido, en definitiva, su cómoda condición de consumidores a todos los ámbitos de la vida, incluso a la política, especialmente a la política. Su lema es "puesto que pago...tengo derecho" y no se sienten concernidos por las decisiones que sus exigencias implican. De eso que se ocupen otros -piensan-.

No me extraña que el régimen los prefiriese a los ciudadanos.

martes, 7 de julio de 2009

Egibar sí que sabe

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El portavoz parlamentario del PNV, Joseba Egibar, está demostrando ser uno de los dirigentes del PNV que mejor están comprendiendo lo que significa el nuevo Gobierno de cambio de Patxi López. Ya en su momento, mientras sus correligionarios de deshacían en desprecios por el nuevo Gobierno y alguno hasta apostaba por su breve duración, Egibar fue el primer nacionalista en darse cuenta de que el Lehendakari Patxi López se sustentaba en un acuerdo sólido y dijo que estaba pensado para durar 4 años…por lo menos.

Ahora ha vuelto a mostrar la claridad con el que es capaz de ver las cosas como son. Y de decirlo. En un acto en Zegama ha “denunciado” a Patxi López por emplear el término “ciudadanía” con la intención – según él- de “orillar” el termino Pueblo y “presentar así al Estado como garante de los derechos de todos los ciudadanos” sin ninguna “realidad intermedia” ¡nada menos!. Tan mal le ha parecido al nacionalista Sr. Egibar el uso esos conceptos que los ha tildado de “jerga”.

En un país como este en el que tan acostumbrados estamos al retruécano a la simulación y a la ocultación de los verdaderos significados del discurso político se agradece la claridad y nitidez con que dirigentes como Egibar hablan de las cosas.

Efectivamente. Tiene toda la razón. Se trata de la ciudadanía. De eso precisamente, del Estado como garante de los derechos de todos. No quisiera ofender con ninguna palabra pero se trata de la nación cívica, la nación, pero en su significado liberal y no esencialista. El cambio en los conceptos políticos que supone el Gobierno de Patxi López puede que moleste a los nacionalistas, como en su momento molestó la aconfesionalidad del Estado a la jerarquía católica, pero para otros muchos vascos es una de las cosas más apreciables y refrescantes de estos meses que estamos viviendo.


(Foto EAJ-PNV)

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