viernes, 30 de abril de 2010

Extraños fenómenos sobre el cielo de Madrid


Confío en que algunos de ustedes recuerden la estupenda película de Imanol Uribe, basada en la novela “Crónica del rey pasmado”, de Gonzalo Torrente Ballester. La cinta es simplemente magnífica y la historia absolutamente cautivadora, como tiene que ser la obra de un genio.

Recordarán que la historia se inicia con la observación de unos “extraños y diabólicos fenómenos aparecidos esta noche sobre el cielo de Madrid” ¡Qué maravilloso comienzo! Aquel prodigio desata el relato apasionante de las obsesiones de la corte del joven Felipe IV. Pues bien, el fenómeno se ha reproducido nuevamente el pasado miércoles sobre el cielo de la Villa y parece que ha desatado pasiones similares a las del siglo XVII.

Una potente señal de origen desconocido impidió que la señal de Telemadrid llegase a miles de televidentes ¡precisamente durante la transmisión del partido de la Liga de Campeones que enfrentó al Barcelona con el Inter de Milán!

El fenómeno –maligno por demás- llegó minutos después de que comenzara el partido y duró hasta instantes antes de que el árbitro diera el pitido final, que eliminaba al Barça. Tan extrema coincidencia hace pensar sin duda en algo diabólico.

Y, como si estuviésemos en aquella corte que Gabino Diego gobernaba con mano temblorosa, todos los demonios de Madrid, que al parecer siguen aquí sin moverse desde hace siglos se han desatado de nuevo en pleno siglo XXI.

El vicepresidente y portavoz de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha manifestado que fue “una interferencia externa intencionada" y la lideresa madrileña, Esperanza Aguirre, ha calificado de "escándalo" las interferencias "provocadas o no". Se han presentado las correspondientes denuncias ante la policía, el Ministerio de Industria y la empresa distribuidora de la señal han iniciado investigaciones y andan los políticos madrileños escamados mirándose mutuamente de reojo.

Tal vez no hayamos avanzado tanto y sobre las cabezas de los madrileños sigan revoloteando aquellos demonios que hoy nos cuesta ver cegados como estamos por la tecnología, la prisa y las luces artificiales de la noche. Pero que la corte de la capital de reino mantiene viejos tics, parece evidente.

Hombre, no quiero frivolizar. La cosa tiene su importancia, tanto si se trata de un error técnico como –sobre todo- si se demuestra que cualquiera en España puede bloquear intencionada y clandestinamente la señal de una televisión. El asunto es serio y tendrá que aclararse pero a mí todo esto me ha recordado, inevitablemente, aquella película que siempre tengo en la memoria y que recomiendo encarecidamente a cualquiera.

Por cierto a alguno de los lectores habituales de este blog (él sabe) le recuerdo la escena impagable en la que Eusebio Poncela, sin que se sepa si como Conde de la Peña Andrada o como Lucifer, baila voluptuosamente la chacona con una bella cortesana de Palacio. Ya me dirás.

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lunes, 26 de abril de 2010

viernes, 23 de abril de 2010

La democracia y sus herramientas



No seré yo quien niegue que pueda existir un paraíso en el cielo pero afirmo sin ninguna duda que no existe en la tierra. Los experimentos que a lo largo de la historia ha hecho el hombre para alcanzar la sociedad perfecta, la que nos garantizaría la felicidad universal han resultado –todos- verdaderos monstruos. No sé si producto del sueño de la razón o de la locura pero monstruos al fin, y monstruos terribles.

En nombre de los principios más elevados de la justicia humana -ahora sí- irreprochable y definitiva, las grandes doctrinas: el materialismo que se autodenominó científico, el estalinismo, el nacionalsocialismo de los mil años, los Jemeres rojos, la revolución cultural china y hasta nuestro cutre nacionalcatolicismo, unos más y otros menos, todos ellos han devenido en auténticos muestrarios del horror que solo el ser humano con su ilimitada imaginación es capaz de crear.

El mito de la expulsión del paraíso es extraordinariamente lúcido. Una vez que el ser humano toma las riendas de su destino no hay vuelta atrás y no solo eso sino que tampoco hay libro de instrucciones. No os molestéis en buscarlo pero sobre todo, escapad como de la peste de quien os diga que lo han encontrado.

Por eso, porque no tenemos libro de instrucciones, nos tenemos que conformar con la democracia. Si, con la democracia. Sin duda “el peor de los sistemas políticos, exceptuando todos los demás” como diría Sir Winston Churchill.

Puesto que no hay destino sino solo camino la democracia no puede ser una herramienta para alcanzar un fin político sino que es un fin en sí misma. Son los efectos secundarios de la democracia los que resultan ciertamente benéficos: La libertad, de opinión, de movimiento, de religión, de decidir no ser “de los nuestros”, la convivencia civilizada entre diferentes; la seguridad jurídica; las limitaciones al poder; los derechos fundamentales de cada una de las personas individuales y que nadie puede pisotear, la posibilidad de elegir y de revocar a los gobernantes, el respeto por la cultura o por las culturas...

Todas esas cosas que conlleva la democracia son las que nos acercan, como en un viaje a una Ítaca imposible, a la felicidad. A menudo con altibajos, pero con éxito indiscutible en todos los lugares en que se ha aplicado este régimen tan particular y tan reconocidamente imperfecto.

La cara más notoria de la democracia, la que todo el mundo conoce y reconoce son las elecciones libres, así se forman las mayorías parlamentarias y, de ellas, los gobiernos. Pero la democracia es también la ley, como expresión reglada del derecho de los ciudadanos, que solo puede cambiarse mediante reglas acordadas previamente. La democracia es también la aplicación de esa misma ley a través de jueces que a ella se deben atener, como árbitros que no inventan pero que sí aplican el reglamento del juego. En este caso un reglamento especialmente complejo y delicado que les hace merecedores del mayor respeto.

Estas son herramientas de la democracia pero hay más: Consciente de su propia imperfección y siempre desconfiada del poder, incluso del libremente elegido, la democracia es también una cadena de controles: limitaciones de mandatos, leyes orgánicas, Constituciones, mayorías cualificadas exigidas para modificar las cosas muy importantes…muchos controles, incluidos los medios de comunicación libres, cuyo papel es imprescindible en democracia.

Pero sobre todos esos controles está siempre la ley. Todo es factible en una democracia menos saltarse la ley. Se la puede cambiar pero no incumplir. Y cuando se trata de leyes básicas, de las que forman la estructura política de la sociedad, los controles se endurecen, claro. Es la desconfianza inveterada de la democracia hacia quien logra el poder, a quien se le hará entrega de la legitimidad para gobernar dentro de la ley, incluso a cambiar ésta, pero nunca el derecho libérrimo para hacer lo que le parezca. Por muchos que sean los que le apoyen la democracia no consiste en elegir libremente un caudillo.

Hoy hemos conmemorado el trigésimo aniversario del Parlamento Vasco en un acto solemne y sencillo. Nestor Basterretxea, autor de la escultura que es imagen de la Cámara, ha recordado que el edificio fue en su día un Instituto de enseñanza media en el que él pasó algunos exámenes con éxito desigual. Hoy es la sede de una de las herramientas que forman la democracia en Euskadi, de una de ellas, la que representa la voluntad general de los ciudadanos vascos, hombres y mujeres. El enorme honor de ser uno de sus miembros tiene que conjugarse con la humildad de estar al servicio de los ciudadanos y no de los sueños de quienes nos sentamos en sus escaños.

jueves, 15 de abril de 2010

100 km. “O calvo o con tres pelucas”

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Eso dice siempre mi madre para remarcar la necedad de quien pasa de la nada a la desmesura. Y algo de eso me pasa a mí.

Estreno bici nueva y me meto 100 km por la Via verde del Tajuña. Hala!. En fin: el culo bien, las piernas no tan bien y las manos quemadas por el sol. Las madres siempre tienen razón, tengamos los años que tengamos.

La parte buena es que se trata de un recorrido maravilloso, junto a la capital pero por una zona totalmente agrícola y rural de la Comunidad de Madrid. Los pueblos, auténticos. Muy recomendable.

jueves, 8 de abril de 2010

33 años de servicio



Soy perfectamente consciente de que la foto que adjunto es para provocar hilaridad y cachondeo a mares. Lo sé.

Pero ¡qué quieren! no tenía otra cosa que ponerme sobre el culote que el viejo polar azul en cuyos bolsillos llevo, además, la cartera, el teléfono, las llaves., etc., lo que hace que el aspecto sea por completo impresentable. Vale, lo sé.

Lo peor de todo es que éste quiere ser un post emotivo, en homenaje a una vieja amiga que ha estado conmigo 33 años. Sí, treinta y tres.

Comprada en su día con el dinero que obtuve vendiendo mi primer artículo y posiblemente el último por el que me pagaron directamente, con ella subía al Campus de Leioa (antes Lejona) desde Zabálburu a estudiar la carrera. Con ella visité Santiago en un año Jacobeo en el que descubrí el pulpo a’feira. Con ella iba de Zarautz a Getaria a iniciarme en mi afición a la vela.

Conoció bien los paseos antinucleares y los caminos del Condado de Treviño. En ella he paseado decenas de veces a mi hija pequeña hasta los juegos de uno de los parques de Carabanchel. De muy chica en su sillita y después remolcando su bici rosa.

La he cuidado todo lo posible pero esta semana, en plena Casa de Campo, un chasquido de la rueda trasera partió algún pedazo de su acero y también alguno de mi corazón.

El tiempo no pasa en balde. Ni yo tengo el aspecto –a la vista está- de cuando subía en pie sobre los pedales la cuesta desde “La Puñalada” hasta la Universidad, ni ella ha sido tampoco inmortal, aunque sí fuera inanimada.

Con honor y con tanta lealtad como la que yo mismo le he demostrado, mi vieja Razesa ha terminado su vida útil. Es así y así hay que aceptarlo. De momento la tengo recogida y me desazona sólo pensar en que tengo que pensar qué hacer con ella.