domingo, 24 de julio de 2016

Sánchez tendría que empezar a hablar de terceras elecciones


Hace unos días Ramón Jáuregui, socialista por el que tengo una nada secreta admiración, publicaba un artículo titulado “No basta abstenerse” lleno de sentido común, como siempre hace, y perfectamente inadecuado al momento interno que vive el PSOE.

Una inoportunidad que a Ramón le acompaña hace ya tiempo como precio por su libertad, y que le sitúa como persona apreciadísima dentro de su partido pero a la que todo el mundo quiere un poquito alejada.

En ese texto Jáuregui choca frontalmente con la posición oficial del PSOE y de su Secretario General que sostiene, con toda razón, que la responsabilidad de gobierno no es de su partido sino del PP y que es a Rajoy, y no a él mismo, a quien se debe preguntar lo que va a hacer para conseguir su investidura y evitar las terceras elecciones.

La táctica de Sánchez es moralmente impecable: el PSOE es lo contrario que el PP, los votantes han decidido que sea oposición y no tiene intención alguna de apoyar ni con su voto ni con su abstención la investidura de Rajoy y “No es No”.

Sin embargo, aunque irreprochable, esa postura tiene fecha de caducidad y ésta es ya inminente.

Porque el líder socialista no puede seguir sosteniendo esa convicción, tan legítima que se ha hecho firme entre su militancia más activa, y pensar simultáneamente que no se va a ver ante la convocatoria de unas terceras elecciones.

No puede ignorar, porque todo el mundo lo sabe de sobra, que el PP de España es el que es; nada que ver con otros partidos de la derecha europea que, sin ninguna duda, se habrían movido desde la primera convocatoria para conseguir acuerdos de gobierno. Esto aquí no pasa, y además se da por descontado que no va a pasar hasta el punto de que toda la opinión pública, especialmente la de la misma derecha, exige a Sánchez una responsabilidad que ni espera de Rajoy.

En consecuencia, puesto que nadie alberga esperanza alguna de que el PP sea capaz de resolver por sí mismo la papeleta en la que le han puesto sus propios resultados, si la investidura fracasa todo el mundo le echará la culpa al PSOE.

Es, precisamente, ese vértigo de resultar injusta pero socialmente culpable la única arma con que cuenta el PP para torcer el “No es No” de Sánchez. Por tanto, si quiere desarmar a sus adversarios y seguir siendo coherente con sus militantes el Secretario del PSOE debería empezar a hablar de la convocatoria de terceras elecciones. Lo que resulta insostenible es seguir aparentando que se tiene algún misterioso conejo en la chistera.

El único problema es que, una vez bien instalada, la consigna del “No es No” puede sobrevivir a unas terceras o a unas cuartas elecciones…así hasta que alguien consiga una mano de cuatro reyes. Es la táctica que decían de Clemente: la del “patadón p’alante” de la que Ramón Jáuregui no es partidario, y yo tampoco.





jueves, 14 de julio de 2016

No hay nadie que confíe en Rajoy?

Foto EFE

Al Presidente en funciones le han votado casi 8 millones de españoles, más que en las elecciones de diciembre. El éxito para el PP, y para el propio Rajoy, ha sido indiscutible.

Por eso mismo no parece muy normal que un ganador como Mariano despierte tan poca confianza entre los suyos, tanto entre sus propios correligionarios como en la variada y poderosa prensa de derechas. No se oye a nadie en el entorno conservador avanzar cuáles vayan a ser sus decisiones como ganador de los comicios y próximo presidente, ni se apuntan las maniobras que podría realizar para lograr su investidura. Menos aún se le supone medida de gobierno alguna. A lo más se comenta si la multa que nos van a poner, seguro, desde Europa será de cero euros o de muchos millones.

Lo llamativo de tan estruendoso silencio en torno a su paladín es que resuena sobre todo en los espacios de la derecha, donde debía reinar ahora el entusiasmo y la algarabía. Nada de eso ocurre. Nadie avanza hipótesis, ni hace propuestas, ni apela al héroe de Génova para que “haga algo”.

Como él mismo dice, Rajoy tiene derecho a gobernar pero también obligación de hacerlo y, sin embargo, nadie se dirige a él para preguntarle ¿qué va usted a hacer, presidente?.

Todas las miradas a izquierda y derecha se dirigen al PSOE y a Pedro Sánchez, que parece que hubiese ganado las elecciones en lugar de perderlas, a juzgar por el requerimiento constante que se le hace al socialista desde la prensa que no es suya, o sea toda ella, e incluso –pásmense- desde el propio gabinete del Gobierno en funciones.

A Sánchez no le están dejando disfrutar de su derrota, tanto apelar a sus ahora reconocidos patriotismo y sentido de Estado. Mientras, a Rajoy nadie de los suyos le dice nada, no sé si por un respeto reverencial o por simple desconfianza en que tenga capacidad alguna de salir de ningún atolladero del que no le saquen otros.

Si son tan pocos los que creen en la destreza de Mariano Rajoy para superar una primera votación, la de investidura, me asalta la inquietante duda de pensar en cómo creen los suyos que va poder gobernar y lidiar con su minoría amplia, pero minoría, en una cámara donde cabe imaginar que el PP se va a hinchar a perder votaciones. ¿Llamarán a Sánchez, una y otra y otra vez? Si yo fuese Rajoy estaría celoso.