lunes, 6 de junio de 2022

El CIS recupera su prestigio

 Tiempo de lectura 2 min


Por fin vemos buenas noticias para un organismo del Estado. Después del daño infligido al CNI por las escuchas de Pegasus, al INE, por los las dudas sobre sus mediciones del IPC y del PIB o al SEPE, por los que tildan de maquillados buenos datos de empleo, resulta que el CIS, nada menos que el Centro de Investigaciones Sociológicas que dirige el hasta ahora infame Tezanos, ha hecho público su primer estudio electoral sobre los resultados previsibles en Andalucía y todo se ha vuelto de pronto un remanso de tranquilidad, reconocimiento y hasta de estimación por las amplísimas muestras con las que trabaja siempre el centro, incomparables a las de cualquier otro instituto privado de investigación.

¡Mano de santo, oiga! a Tezanos casi ni se le cita en esta ocasión. En general se habla del CIS -como debe ser- y si hay alguna referencia a su nombre es solo para referirse a él como director del Centro, sin ninguno de los calificativos despreciativos y hasta insultantes que le han acompañado siempre que se han hecho públicos los estudios anteriores.

Qué diferencia la de ahora con las críticas encendidas a diestro y siniestro (sobre todo a diestro) que Vox hasta le interpuso una querella criminal por el sondeo de las elecciones Castellano-Leonesas acusándole de una praxis que “no corresponde a los estándares profesionales admitidos, y que deriva en una desviación insoportable e inadmisible”. Obviamente la querella fue archivada, pero el objetivo calumniador estaba ya cumplido.

El estudio sobre Andalucía es soportable, admisible y hasta profesional. Bien está que sea así porque el CIS es una herramienta del Estado muy importante y útil, que no merece los desprecios que se le hacían. Supongo que a José Félix Tezanos todo esto no le pillará de sorpresa y que ya imaginaba lo fácil que sería que sus más críticos le sacaran del pozo; facilísimo, tan solo hacía falta que el CIS les diera por ganadores. Al instante las lanzas se tornarían cañas y las bombas, confeti. Así ha sido ¡Albricias!