Patxi López va a ser el próximo lehendakari, cada minuto que pasa está más claro que será así y tal vez por eso la reacción de una gran parte del nacionalismo vasco está rayando en la histeria.
Como un púgil noqueado, el PNV balbucea su asombro por la evidencia de que en Ajuria Enea no va a vivir uno de los suyos. Todos y cada uno de los argumentos que salen de sus dirigentes:… “debe gobernar el más votado”… “no valen pactos contra natura”… “sería un golpe institucional” y otros aún peores chocan con la evidente realidad de que todo eso que se denuncia, absolutamente todo, lo ha hecho antes o lo está haciendo el PNV ahora mismo. Gobierna tranquilamente instituciones en las que no es mayoritario, Ibarretxe pactó con los abertzales proetarras sus investiduras y sus planes, pactó con el PP en ayuntamientos y fue con Aznar con quien se estrenó votando por primera vez a un presidente del Gobierno de España. Una lista interminable.
Un PNV fuera del Gobierno Vasco, fuera de su misma razón de ser como partido “nacional”, puede verse envuelto en grandes dificultades, externas e internas, de ejecutoria política y de cohesión. Dificultades que solo podrá afrontar con enorme inteligencia y habilidad. Y desde luego con la cabeza fría.
Han pasado muy pocas horas y todavía se puede entender que el impacto tenga al PNV esforzándose por explicarse qué hace tumbado en la lona después de tan buen resultado como el que ha obtenido. Es de admitir, durante unos días, que sigan con la cantinela deslegitimadora contra Patxi López, pero hay que esperar que más pronto que tarde empiecen a reaccionar con normalidad y sin arrebatos. Porque, además del descrédito que les supondría mantenerse indefinidamente en tal posición, su principal tarea va a ser la que haga dentro de su propia casa, revisando las propuestas que ha hecho a la sociedad vasca y repensándose a sí mismo, como hizo el PSOE en aquel congreso de 1979 y la derecha española en su congreso de refundación como Partido Popular diez años después. Sin aquellas revisiones profundas y claro que sí, también traumáticas, acaso hubiese sido imposible que unos y otros hubiesen alcanzado el Gobierno.
El PNV nunca ha necesitado hacer esa tarea para estar en el poder pero el domingo pasado se le terminó la cuerda y tendrá que ponerse a ello, con la terrible diferencia de que lo que otros hicieron desde la esperanza en la victoria, ellos lo va a hacer desde la amargura de la derrota. Lo han retrasado demasiado pero el PNV es un partido grande y sólido. Si no fuese así tal vez ni siquiera le sería posible intentarlo a estas alturas.
Si algún amigo nacionalista está en condiciones de pensar le recomiendo el interesante y oportuno artículo que, sobre el caso de Quebec, publicó en El Correo Alberto López Basaguren, Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco y conocido por sus aportaciones al debate sobre bilingüismo en Euskadi.
2 comentarios:
Saludos desde Asturias Goros,seguimos tu blog asiduamente.
Un saludo
Fran
(amigo de Oscar)
Gracias, Carlos por tus reflexiones tras las elecciones, y por compartir la información del devenir político de Quebec.
¡Ojalá tuviera la sociedad vasca el dinamismo y el sentido democrático suficiente como para avanzar de un modo plural, enriquecido por la variedad de todos los que la componemos.
¡Ojalá el rumbo sea menos nacionalista, más abierto y moderno a partir de ahora!
PD Fran dice: "¡Empezando por los políticos, claro!"
Un abrazo:
Fran y Ana
Publicar un comentario