viernes, 22 de noviembre de 2013
¡Así no vale!
Al ser en Madrid, la huelga de basuras ha tenido un gran repercusión pública. Es lo que pasa cuando los creadores de opinión bajan de sus brillantes púlpitos y se encuentran el suelo lleno de mierda. Parece que ya no sobran allí los 1.134 trabajadores de la limpieza que sobraban hasta hace días y se ha encontrado un arreglo entre la empresa contratista y sus empleados.
Hace poco se ha certificado también lo que ya se sabía: que los hospitales privatizados de Madrid tuvieron que ser rescatados con dinero público, porque resulta que a las empresas privadas que se adjudicaron los concursos no les salían las cuentas en cuanto empezaron a ocuparse de los enfermos. No han tenido que pasar décadas. El fracaso ha sido casi inmediato (dos años).
Gestionar un servicio público a través de una contrata privada no tiene por qué ser ni malo ni erróneo, pero a la vista está que tampoco tiene por qué ser ni más barato ni más eficaz, que es justamente lo que siempre se argumentaba para justificar su traspaso. El único argumento, bastante ofensivo por cierto, era que los trabajadores públicos son de natural vagos y remolones, mientras que la gestión privada es demostradamente eficientísima. Parece que la realidad no confirma tales prejuicios.
Lo que nadie puede negar, aunque tampoco lo proclamen, es que cuando entra una empresa privada a gestionar el gasto público aparecen inevitablemente unos señores, los accionistas que, con toda legitimidad, exigen quedarse con una parte del dinero. Y cuando la inversión es mucha exigen mucho dinero, y todos los años si puede ser. Así que para que un servicio funcione mejor en lo privado que en lo público es absolutamente imprescindible que la hipotética ineficiencia de los trabajadores públicos sea tal que resulte más gravosa que la segura exigencia de dinero de los accionistas privados.
La realidad es que cuando un servicio es complejo, los administradores privados se equivocan como los demás y si a ello le sumamos el accionista que viene pidiendo a fin de año, puede pasar justamente lo que está pasando: que aun rebajando los salarios de los trabajadores y empeorando sus condiciones laborales el mismo servicio (o uno peor) nos resulta más caro que antes ¿dónde está, entonces, la que se decía indiscutible eficiencia de lo privado?
Lo peor es que cuando lo que se adjudica es un servicio de primerísima e inexcusable necesidad no hay margen de error y enseguida se acude a la “ineficaz” caja pública para pedir más tela en cuando se acaban las vendas privadas. Y así no vale.
Publicado en Danok Bizkaia el 22 de noviembre de 2013
viernes, 15 de noviembre de 2013
Golosas mentiras
Un conocido periodista y bloguero, aficionado a la sátira y a la ironía, publicó hace tiempo en su popular bitácora una pieza satírica en relación con las memorias de un ex presidente del Gobierno. Dice el autor que sus parodias son deliberadamente exageradas, muy exageradas. Muchísimo. Justamente para evitar que alguien pueda tomárselas en serio y para que no quede duda de que se trata de bromas. Doy fe de que son muy extremas.
viernes, 8 de noviembre de 2013
Se buscan millonarios
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Foto Reuters |
Dicen que cuando todas las puertas se cierran siempre se abre alguna ventana y parece que el dicho va a ser cierto también en medio del huracán que ha arrasado con la confianza en los políticos. Cuando ya creíamos que no había salida alguna, que era imposible regenerar el prestigio de la actividad pública, se atisba en medio de la negrura una solución limpia, brillante, instantánea y que cuenta cada día con más afecto popular: Que los políticos y las personas que ejerzan responsabilidades públicas lo hagan por afición y no cobren sueldos, ni dietas, ni remuneraciones de ningún tipo.
Ya que dicen que están en la cosa como servicio público, como un acto de generosidad y entrega al bien común, que lo demuestren trabajando por la cara. Pero ¡ojo! que no nos sirve sólo que trabajen gratis, que eso ya lo hacen miles de humildes concejales españoles a los que despreciamos igualmente. Es preciso, además, que los nuevos políticos estén forrados, que sean millonarios y que todos lo sepamos. Solo así quedaremos tranquilos. El ya ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ha sido el mejor ejemplo de esta solución. Los 23.000 millones de dólares de riqueza personal que se le estiman le han disuadido de cobrar un sueldo (se puso un dólar simbólico) e incluso declinó el privilegio de usar la residencia oficial de alcalde y se quedó a vivir en su domicilio (un edificio de cinco plantas en lo mejor de la ciudad). Luego decidió que el dinero público debía destinarse a Manhattan y a las grandes inmobiliarias pero él jamás ha tocado más que ese único dólar ¡Así da gusto!
Es tan buena solución que los periódicos siempre ponderan la generosidad de quien renuncia a cobrar. Lo hemos visto estos días en el relevo de la BBK y en Castilla-La Mancha los parlamentarios no tienen sueldo. La propia Presidenta que impulsó tanta austeridad dijo que un fontanero o un electricista perfectamente “pueden sacar un rato libre” para dedicarse a la política. Mala solución me parece esa porque siempre nos quedará la duda de su poca dedicación o de que cobren algo a escondidas. Nada como encontrar auténticos millonarios, que seguro que cuando miran la caja pública en lugar de codicia les da la risa.
Cosa distinta es lo que al cabo de unos años nos riamos o no los demás. Por si acaso mejor no pregunten en Queens ni en Brooklyn.
jueves, 31 de octubre de 2013
No me rayes
“El delantero se colaba y no ha tenido más opción” (que hacerle una falta terrible). Esta expresión, nada sorprendente en el mundo del fútbol, perfectamente podría haberla pronunciado el responsable de la NSA (la Agencia Nacional de Seguridad americana) respecto a las escuchas ilegales realizada a miles de ciudadanos europeos, incluidos algunos presidentes y primeros ministros.
Es fácil comprobar que vivimos un mundo en el que las reglas, sean las del deporte, las de circulación o las de la misma democracia, se consideran válidas siempre y cuando no impidan el objetivo fundamental que es que yo gane. Lo asombroso no es la violación misma de los reglamentos y leyes, que siempre ha estado dentro de lo previsto, sino que tal desafuero se presente como parte de otras reglas “no escritas” que supuestamente todo el mundo conocería y debería aceptar de buen grado: Si un delantero hábil se cuela, vale usar la violencia y, si no hay más remedio, se aceptará la tarjeta como mal menor. Si no hay otra plaza libre es normal aparcar en la de minusválidos y si dispongo de los medios para hacerlo pincharé el teléfono de Angela Merkel, a ver lo que habla. Y que nadie me reproche porque apelaré a argumentos tan sólidos como “las cosas son así”, “todo el mundo lo hace” o “no me rayes”.
Los norteamericanos se saltan sus propias reglas para pincharle durante 10 años el móvil a la Merkel y conocer así sus secretos, pero persiguen con sagrada indignación a Edward Snowden, refugiado ahora en Rusia, por saltarse sus reglas y contar los secretos obtenidos saltándose las reglas.
Pero no hace falta irse lejos. En el deporte escolar vasco se va a instaurar ahora la tarjeta negra para los padres, y también madres, que actúan como rabiosos hooligans en los partidos de sus hijos. Un 27% de agresiones verbales y un 14% de ataques físicos les ha parecido suficiente a los responsables de esta actividad, que se suponía educativa. Y también van a ocuparse de evitar la práctica de obtener ventajas para el equipo falsificando fichas de chavales mayores. Si, si, lo que ha leído.
No sé si estamos ante lo que se ha llamado relativismo moral o ante la simple, tradicional y castiza cara dura. Pero si empezamos a enseñarla los fines de semana en las canchas de polideportivos y colegios, un día serán nuestros hijos quienes nos pinchen el teléfono o nos crackeen la clave de la tarjeta. Y no les rayes.
jueves, 24 de octubre de 2013
Keep calm
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Cesare Beccaria |
En 1764 Cesare Beccaria publicó un libro titulado “De los delitos y de las penas”, que inició la transformación de la Justicia y de su aplicación. Hasta entonces la cárcel era el lugar en el que simplemente se esperaba la muerte, fuera en la propia celda o en la plaza pública. El delito o las leyes daban un poco lo mismo, lo que importaba era lo que opinase el poder, y a veces el pueblo enardecido.
Varios siglos después vino otro enorme cambio: el que establecía que las penas tienen como objetivo último la reinserción del preso y no el simple castigo. Así lo recoge nuestra Constitución y por eso hay educadores en las cárceles, beneficios, terceros grados, etc. En definitiva, el Estado se impone deberes a sí mismo incluso respecto a quienes quebrantan la Ley.
La excarcelación de Inés del Río y de otros asesinos orgullosos de serlo ha puesto a prueba estos días la templanza de nuestra sociedad. Resulta íntimamente duro aceptar que las leyes democráticas ofrezcan derechos a quienes seguramente son imposibles de reinsertar o reeducar porque no reconocerán nunca su miseria moral, sean terroristas, asesinos en serie o violadores. Sin embargo es así. Y debe ser así. El Estado democrático es moralmente superior a los delincuentes porque se obliga a sí mismo a actuar con respeto a la ley y tratando, además, de reinsertarlos. Incluso cuando sabe de sobra que el resultado no será el deseado. No es su dignidad la que les hace merecedores de derechos. Es la nuestra.
Es por esa misma dignidad por lo que no negamos el derecho a la educación a ningún niño, por obvio que sea que sus limitaciones o su actitud le impedirán aprender. Ni suprimimos la atención sanitaria a quien no se cuida adecuadamente o a aquellos que se sabe sin duda que no podrán ya mejorar.
Lo máximo legal que alguien puede estar en la cárcel en España son 30 años (40 en la nueva Ley) haya hecho lo que haya hecho. Comprendo a quienes se duelen porque alguien que ha matado a decenas de personas salga antes de ese tiempo pero sospecho que tampoco ese plazo les parecería suficiente. En tal caso lo que tenemos no es un problema con el Tribunal de Estrasburgo, lo tenemos con nosotros mismos y con nuestra tentación de regresar a antes el siglo XVIII, a los tiempos no del derecho sino de la venganza pública. Yo creo que, incluso acalorados como ahora, debemos mantener la dignidad.
sábado, 19 de octubre de 2013
¡Somos ricos!
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Foto La Vanguardia |
Si todavía no ha oído usted hablar de la “Balanza Fiscal” prepárese porque es el concepto económico que está arrasando en las pasarelas del debate político de estas semanas y apunta a que va a ser tendencia durante bastante tiempo.
El invento consiste en tomar en cuenta los impuestos que pagamos los habitantes de cada comunidad autónoma, no uno a uno sino todos juntos en unión y restarle lo que el Estado invierte globalmente en ese territorio. Gracias a este novísimo método de cómputo una simple cuenta divide España, instantáneamente, en comunidades ricas (las que aportan más impuestos de lo que reciben) y pobres (las que reciben más de lo que pagan sus ciudadanos todos en mogollón). A partir de ahí se desprenden como cerezas enganchadas las reivindicaciones de “equidad colectiva” y las denuncias de supuestos abusos y hasta de robos.
Pues resulta que en ese reparto de ricos y pobres a nosotros los vascos, y las vascas, nos ha tocado ser de los ricos, junto con catalanes, madrileños y un poco los riojanos. Es fantástico. Maravilla ver lo bien que nos sientan esos aires que nos llegan del Noreste de la península.
Somos de los ricos -oiga- así que no se moleste usted en mirar su cartera, ni tampoco el extracto de su cuenta (es más, le recomiendo que no lo haga). Lo que tengamos usted y yo es lo de menos porque a partir de ahora lo que va a contar es lo que tenemos entre todos los habitantes de cada comunidad, seamos vascos, castellanos o murcianos, sin bajar a engorrosos detalles que tanto complican y afean la cosa.
La duquesa de Alba, por ejemplo, sumada al resto de los andaluces, será de los pobres. Lo serán incluso más que todos los gallegos sumados, incluido Amancio Ortega.
Usted y yo, en cambio, seremos de los ricos. Menudo chollo. Hasta ahora ser vascos nos había servido para convertirnos de saque en trabajadores, honrados, gente de palabra, innovadores, buenos cocineros eta abar, todo ello sin hacer esfuerzo alguno. Ahora es que, además, nos hemos hecho ricos. ¿Para qué queremos más?
No se deje engañar, todo esto ha nacido con el objetivo de justificar un retroceso de las obligaciones fiscales de las personas ricas y, de paso, abandonar un poco más a sus vecinos pobres y para eso nada mejor que disimular las diferencias entre la opulencia de unos y la miseria de otros detrás de un mar de banderas al viento. Es solo eso. Ya puede volver a mirar su cartera, si quiere.
Pues resulta que en ese reparto de ricos y pobres a nosotros los vascos, y las vascas, nos ha tocado ser de los ricos, junto con catalanes, madrileños y un poco los riojanos. Es fantástico. Maravilla ver lo bien que nos sientan esos aires que nos llegan del Noreste de la península.
Somos de los ricos -oiga- así que no se moleste usted en mirar su cartera, ni tampoco el extracto de su cuenta (es más, le recomiendo que no lo haga). Lo que tengamos usted y yo es lo de menos porque a partir de ahora lo que va a contar es lo que tenemos entre todos los habitantes de cada comunidad, seamos vascos, castellanos o murcianos, sin bajar a engorrosos detalles que tanto complican y afean la cosa.
La duquesa de Alba, por ejemplo, sumada al resto de los andaluces, será de los pobres. Lo serán incluso más que todos los gallegos sumados, incluido Amancio Ortega.
Usted y yo, en cambio, seremos de los ricos. Menudo chollo. Hasta ahora ser vascos nos había servido para convertirnos de saque en trabajadores, honrados, gente de palabra, innovadores, buenos cocineros eta abar, todo ello sin hacer esfuerzo alguno. Ahora es que, además, nos hemos hecho ricos. ¿Para qué queremos más?
No se deje engañar, todo esto ha nacido con el objetivo de justificar un retroceso de las obligaciones fiscales de las personas ricas y, de paso, abandonar un poco más a sus vecinos pobres y para eso nada mejor que disimular las diferencias entre la opulencia de unos y la miseria de otros detrás de un mar de banderas al viento. Es solo eso. Ya puede volver a mirar su cartera, si quiere.
viernes, 11 de octubre de 2013
Benditas mafias

Algunos de los submarinistas que trabajan en la isla de Lampedusa salían del mar llorando, impresionados por haber visto a cientos de cadáveres en torno al barco hundido. “Mires donde mires hay cuerpos” -se quejaban- y en la bodega parece que quedan muchos cadáveres, entre ellos niños abrazados a sus madres.
Cuando escribo esto se han recuperado 287 muertos y aún faltan, porque los 155 supervivientes hablan de unos 500 pasajeros. Toda Europa está conmocionada y en la propia isla han abucheado al Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y a los representantes gubernamentales italianos. Buscamos culpables porque la tragedia nos resulta aplastante, insoportable y nuestro enfado es mayor al saber que a los fallecidos se les hará un funeral de Estado, mientras que a los supervivientes se les impondrá una multa antes de ser expulsados. ¡Es para morirse!
En los últimos 25 años se estima que se han ahogado en el Mediterráneo unas 25.000 personas pero los gobiernos, incluido el nuestro, han reaccionado ponderando los avances en los sistemas de control de fronteras, que ha evitado que miles de personas mueran en el mar y en su lugar lo hayan podido hacer, discretamente, en los lugares de los que quisieron huir.
Pero es la misma sociedad europea que hoy, piadosa, se remueve de pena la que no quiere inmigrantes en sus calles. Son los medios que cada día publican encendidas cartas contra los supuestos abusos de las personas extranjeras los mismos que esta semana han desplazado corresponsales y cámaras a documentar el horror en Lampedusa.
Menos mal que han detenido al capitán. Benditas mafias a las que afortunadamente podemos echar la culpa. Gracias a ellas podemos engañarnos y decirnos que es por culpa de esos traficantes por lo que tanta gente se embarca en los cascarones de la muerte. Cuánta ceguera voluntaria para no ver que son nuestras leyes, que a tantos europeos les parecen demasiado permisivas, las que les obligan a ponerse en manos de delincuentes. Si no fuese por ellas, embarcarían en barcos legales, pagarían un billete a precios normales, tendrían seguro de viajeros, agua, comida y servicios médicos.
Hemos hecho que la inmigración sea ilegal y toda demanda de algo ilegal genera mafias que la aprovechan, sea en las luminosas playas de los paraísos fiscales del Caribe o en las nocturnas del norte de África. Solo que en este caso lo que las leyes europeas están prohibiendo es la esperanza de una vida digna. Por eso mismo venían con sus niños en brazos. Sí que es para morirse, sí.
Publicado en Danok Bizkaia el 11 de octubre de 2013
viernes, 4 de octubre de 2013
El Papa sí puede
La democracia es un régimen lleno de virtudes, pero no por eso carece de defectos e inconvenientes. A la tiranía, que es el gobierno absoluto, unipersonal y sin contrapesos, le pasa justo lo contrario: que está llena de desigualdades y peligros pero que, paradójicamente, también tiene sus ventajas.
Un buen ejemplo lo tenemos con los cambios que el Papa Francisco está impulsando desde Roma, sobre los que se levantan voces de admiración entre los sectores progresistas de la Iglesia y de fuera de ella. Han gustado mucho sus declaraciones al diario La Repubblica en contra del funcionamiento de la corte vaticana, a la que ha tildado nada menos que de “lepra del papado” y no faltan demócratas de izquierdas que se ha felicitado de que el Vicario de Dios en la Tierra se manifieste contrario al “liberalismo salvaje” que hace que "los fuertes se hagan más fuertes, los débiles más débiles y los excluidos más excluidos". Confieso que a mí también me ha parecido muy bien que dijese que "se necesitan reglas de comportamiento y, si fuera necesario, también la intervención del Estado para corregir las desigualdades más intolerables".
Da gusto saber que quien tiene el poder en una institución mundialmente tan importante es una persona buena, con altos valores, preocupada por la injusticia y -como también ha dicho- con "la humildad y la ambición" de impulsar cambios a mejor.
Porque, si se empeña, podrá llevarlos a cabo precisamente porque la Iglesia no es una democracia, sino una tiranía (recuerde el lector lo que le dice Jeremy Irons a Robert de Niro en “La Misión”). Nadie en el Vaticano tiene derecho a torcer la voluntad de quien tiene el poder absoluto. Precisamente en eso consisten las tiranías.
Y cuando al frente de ellas hay alguien sabio y bondadoso todo son ventajas: Las cosas se resuelven en un titá, los “malos” son apartados sin posibilidad de rechistar, lo que hay que hacer se hace sin pérdida de tiempo y aquí paz y después gloria. Lo malo suele ser que hay muy pocos tiranos santos y que pretender atajar por ahí suele acabar como el Rosario de la Aurora.
Yo ya he deseado en estas mismas páginas al Papa Francisco voluntad, fuerza y acierto, pero de ninguna manera quiero que el sistema de gobierno del que él disfruta se extienda más allá de su Iglesia. Es más, me preocuparía que creyésemos en la democracia sólo cuando los resultados son los que deseamos y aplaudiésemos la tiranía cuando sus resultados nos complaciesen.
Publicado en Danok Bizkaia el 4 de octubre de 2013
viernes, 27 de septiembre de 2013
Pan con pan
Los niños de mi generación que íbamos a la escuela pública comíamos casi todos en casa. No sé si aquello resultaba más sano pero sí que nos chupábamos cuatro viajes diarios entre nuestro domicilio y el colegio. Algo debía ayudar aquel ir y venir a evitar la obesidad infantil. Recuerdo que había muy pocos que se quedasen en el comedor. Las madres trabajaban mayoritariamente en casa y por eso podían dedicar tiempo a cocinar para la familia.
La progresiva emancipación de las mujeres vino del brazo del trabajo asalariado, con su correspondiente autonomía económica respecto a sus maridos y también trajo todo un rosario de nuevas libertades y posibilidades para aquellas niñas, ahora ya mujeres, con las que tampoco nos habíamos mezclado en el cole. Sin embargo tan buena noticia aumentó la demanda de plazas de comedor en los colegios. Parecía que era la agenda laboral y no la necesidad material la que mantenía a los pequeños en el colegio a la hora de comer.
Sin embargo ahora estamos conociendo una de las caras más amargas y desoladoras de la crisis y del paro que la acompaña. Y es que con asombrosa rapidez la necesidad infantil ha regresado con toda su fuerza para sorprendernos y avergonzarnos. Hay educadores que nos recuerdan que para algunos niños su única comida del día es la que reciben en el colegio y hay comunidades que han tenido que instaurar programas de comedores gratuitos incluso en verano.
Pocas veces la televisión nos ofrece algo que remueva conciencias, pero tal vez el anuncio de este año sea el de una ONG en el que una madre ofrece a su hija un pan vacío diciéndole que es un bocadillo mágico en el que la pequeña debe imaginar su contenido. No es una película en blanco y negro, es una realidad en muchas cocinas y al verla se le parte a uno el alma.
Las becas de comedor se revelan ahora como ayudas fundamentales para que niños y niñas estén alimentados. Ya no es el trabajo de padres y madres lo que llena los comedores sino, precisamente el no trabajo, el paro y la precariedad.
57.893 alumnos vascos de educación obligatoria recibieron el año pasado becas para comer en el colegio. Seguramente fueron los 34 millones de euros de nuestros impuestos mejor empleados. La inmensa mayoría de esos pequeños no se encontrarán en una situación tan dramática pero, por favor, que por si acaso no recorten de ahí. De ahí no.
viernes, 20 de septiembre de 2013
Cuidado con Konstantínovski
Allí estuvieron también el Presidente Rajoy (España es invitado permanente) y el inefable José Ángel Gurría, secretario General de la OCDE, al que he citado ya en alguna otra ocasión. Bueno, pues resulta que algunas cosas de las que se decidieron resuenan muy cercanas a nuestras propios ruidos domésticos: Mientras aquí polemizamos sobre si la Hacienda guipuzcoana debería o no conectarse con los datos de la vizcaína o si el fisco foral alavés tiene o no derecho a “fisgar” los ficheros de las otras dos Haciendas, en la brillante capital de Pedro I el Grande, 56 países que representan el 80 por ciento de la economía mundial (mucho más que nosotros, ni comparar) han acordado que a partir de 2015 las Haciendas Públicas de los distintos países mantendrán un “intercambio rutinario y automático” de información, que fluirá libremente de la mesa de un inspector de hacienda ruso a la de un alemán, americano, chino o australiano. Lo que tanto cuesta a nuestros Diputados Generales (cada uno de un partido vasco diferente) lo han resuelto ya los Jefes de Estado y de Gobierno del mundo (cada uno hablando un idioma distinto).
También han dicho que ya no va a colar lo de tener la empresa en Astrabudua y la sede social en las islas Caimán, donde se pagarían unos inexistentes impuestos. Los grandes dirigentes mundiales tienen de tontos lo normal y han acordado que los beneficios se gravaran allí donde se produzca la actividad.
Para rematar, van a crear un cuerpo de “Inspectores de Hacienda sin Fronteras” (que para nada será una ONG) que ayudarán a los países en vías de desarrollo a que los defraudadores no los usen como refugio de sus chanchullos.
Se ve que el cerco se estrecha y que el mundo se empieza a hacer cada día más incómodo para los aprovechateguis. Pero lo que también resulta evidente es que algunas polémicas, tan nuestras, sobre la sacrosanta foralidad y el intocable secreto fiscal entre Ermua (Bizkaia) y Eibar (Gipuzkoa) será mejor que no las vayamos aireando por ahí, no sea que se rían de nosotros. Eso en el mejor de los casos.
viernes, 13 de septiembre de 2013
Voto individual y secreto (COI. Primer ensayo)

Guste o no el resultado final, en lo que todo el mundo parece coincidir es en que detrás del voto de cada uno de los 98 miembros del COI hay, sin la menor duda, razones no conocidas, presiones oscuras, intereses en la sombra y estrategias inconfesables. Partidarios y detractores de la candidatura de Madrid coinciden todos en ese convencimiento profundo y no faltan aquellos que reprochan a los promotores su ineptitud no solo para hablar inglés sino sobre todo a la hora de moverse eficazmente en esos fangosos y subterráneos foros de influencia en los que se habría decidido el voto.
Sorprendentemente no he leído una sola línea ni he escuchado una sola voz que haya aplaudido la transparencia, la claridad, la libertad y la frescura del sistema de votación individual y secreto aplicado en la cita de Buenos Aires. Y me extraña que así sea puesto que ese mismo método es justamente el que día sí y día también se nos propone aplicar aquí para rehabilitar nuestro sistema político y devolverle el brillo perdido: Que cada diputado vote exactamente lo que le de la real (o republicana) gana, sin atenerse a disciplinas de partido y con plena libertad para decidir según su conciencia y lealtad hacia sus electores (o hacia quien le haya pagado la campaña). Lo contrario de lo que pasa ahora y exactamente lo que hacen en el COI.
Saber de antemano el resultado final de cualquier votación parlamentaria nos molesta. Con razón. Lo consideramos un grave defecto democrático a corregir pero al parecer tampoco nos gusta nada ignorar los motivos que se esconden detrás de cada voto individual y, en consecuencia, inmediatamente nos lanzamos a rebuscar razones vergonzosas y secretas.
Aclarémonos. No puede ser que fiemos la regeneración democrática de nuestro sistema parlamentario a la voluntad libérrima de cada diputado o diputada y luego, en el primer ensayo de aplicación de tal procedimiento, todos demos como hecho indiscutible que hay una trampa oscura detrás de cada voto. Convendría un poquito más de reflexión y un poco menos de ligereza, no sea que estemos queriendo hacer un pan con unas tortas.
Publicado en Danok Bizkaia el 13 de setiembre de 2013
viernes, 6 de septiembre de 2013
Superhéroe
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El Capitán Calzoncillos es el superhéroe favorito de mi hija, y el mío |
A veces -solo a veces- pasa que en plena desesperación aparece explosiva, instantánea, una inesperada y brillante solución. Cuando tal cosa ocurre los seres humanos recuperamos por un rato los ojos ingenuos y asombrados que tuvimos cuando niños, tan confiados entonces en la llegada inevitable y salvadora de la magia.
El milagro, que llega solo después de haber apurado la amargura hasta el límite, es un guión tan exitoso siempre que probablemente lo tenemos grabado en alguna de las misteriosas y primitivas volutas allí al fondo de nuestro cerebro. El mismo relato que sostenía los cuentos con que nos durmieron de pequeños lo utilizamos más tarde, ya mayores, para crear superhéroes espectaculares y todopoderosos que nos devolvían por un rato aquella satisfacción tranquila que creíamos perdida.
Pero cuando esos milagros pasan en la vida real, las poquísimas veces que ese guión se cumple allí donde nadie esperaba que interviniese la fantasía, entonces sentimos una mezcla extraña de alegría infantil con ribetes de extrañeza adulta. Es lo que ha pasado con el principal equipo ciclista vasco que, a punto de desaparecer víctima de esta abrasadora crisis, ha sido rescatado “in extremis” por el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso. Un deportista de los que parece que sí creen en el valor de los equipos y al que sin duda le atraen irresistiblemente las ruedas tengan o no un motor al otro lado.
De lo que se ha conocido parece que no se trata de una solución momentánea y de emergencia sino de una nueva ilusión por impulsar un proyecto serio, cabal y con recorrido. Un auténtico milagro. Algo realmente fantástico.
Fernando Alonso tiene méritos suficientes para merecer la admiración de mucha gente a que le gustan las carreras. Espero que con esto aún gane más prestigio y desde ahora digo que aplaudiré si también gana dinero. Veremos lo que pasa pero yo de entrada he encerrado mi cinismo en el sótano y, aunque tengo ya una edad, me pienso aferrar a mi corazón de niño y sentir que ha llegado volando un superhéroe a ahuyentar el miedo y el desaliento.
Con la que está cayendo, me parece que no hay nada mejor para empezar el nuevo curso que una sobredosis de esperanza. Ojala que cada uno tengamos en casa nuestro propio pequeño milagro. Nos hace mucha falta.
Publicado en Danok Bizkaia el 6 de setiembre de 2013
martes, 6 de agosto de 2013
El error sindical
Ahora que todo lo que creíamos asegurado se desmorona se está convirtiendo en hábito hablar también de los muchos y grandes errores cometidos por los sindicatos españoles y seguramente con bastante razón. Se critica sobre todo que, apostados en un tratamiento institucional muy ventajoso hacia ellos mismos, se centraron exclusivamente en la defensa de los sectores y empresas que les resultaban más confortables, aquellos donde tenían la mayoría de sus afiliados, y que abandonaron o desatendieron justamente los segmentos en los que las condiciones laborales eran peores y donde más se les hubiese echado en falta. Efectivamente salvo casos excepcionales, los sindicatos mostraban su fuerza en los ámbitos industriales, donde siempre, y en las Administraciones Públicas, precisamente donde las condiciones laborales, la negociación y la afiliación eran mejores.
La crítica feroz a su institucionalización olvida que en su momento los sindicatos asumieron públicamente la responsabilidad de representar a todos los trabajadores, afiliados o no, y que esa responsabilidad casi "de Estado" era lo que justificó que se les diera un tratamiento de entidades de interés público ya que se les consideró instrumentos básicos de la economía en un sistema democrático. Esa función se puso de manifiesto en el Estatuto de los Trabajadores, en buena parte de la legislación laboral y en los acuerdos socioeconómicos generales del país, que contaron con la colaboración de los grandes sindicatos "institucionalizados".
Como ya hay columnistas de sobra para criticar éstos y otros defectos conocidos de nuestros sindicatos no me extenderé sobre ellos. Prefiero señalar otras dos equivocaciones evidentes que cometieron las organizaciones sindicales pero que al parecer nadie ve. A saber: La primera es que los sindicatos españoles actuaron en la esperanza de que conseguir buenas condiciones laborales y salariales allí donde podían lograrlo llegaría a crear un estandar que paulatinamente se extendería al resto de los sectores, y que tal vez con tal extensión, lo haría también su afiliación. No fue así. Evidentemente se equivocaron: Allí donde no estaban o no tenían la fuerza suficiente las condiciones de los trabajadores se fueron deteriorando irremisiblemente sin importar lo que pasase en las empresas o sectores en que la acción sindical sí existía. No solo no se produjo ese deseado arrastre sino que las condiciones logradas por los sindicatos se convirtieron en envidiables por parte de una creciente masa de trabajadores excluidos de ellas, y cada vez menos entusiasmados con los que se suponía que eran sus representantes.
La segunda gran equivocación fue que creyeron, como creyó el resto de la sociedad, que ya no existían partidarios de retroceder a sistemas de explotación total, absoluta e inmisericorde de la "mano de obra". Desdeñaron ese peligro que, sin embargo, existía. Sin duda creyeron que todo aquello de las certificaciones de calidad, la mejora continua, la Responsabilidad Social Corporativa, la formación, el I+D+i y demás modas y siglas empresariales apuntaban a un modelo productivo en el que los derechos de los bien formados trabajadores tendrían altibajos pero que ya no retrocederían sustancialmente y que más o menos lentamente se avanzaría de forma natural hacia la práctica universalización de las clases medias.
No fueron capaces de ver que un silencioso pero inmenso sector de la auténtica clase dirigente, como la cabra del refrán, tiraba al monte de la esclavitud, y que ninguna de aquellas "moderneces" de gestión podía vencer el deseo irrenunciable, íntimo y profundo de más beneficios a base de menos salarios o, en una situación "ideal" para ellos, de ninguno.
Obviamente nadie sostenía en voz alta algo tan socialmente reprobable pero lo cierto era que ese otro sindicato partidario del cuenco de arroz y del mendrugo tenía firmes y numerosos partidarios que lo que ahorraban en saliva lo gastaban en hechos. Y que siguen haciéndolo. Solo así se explica que quienes ahora despotrican contra tan horrendos errores sindicales ni mencionen siquiera la existencia de este otro segmento de interés, que gusta de presentar sus deseos no como tales sino como si se tratase de condiciones objetivas, casi naturales.
Es ese mismo sector que se mantuvo agazapado durante los años de bonanza pero que ahora levanta la cabeza orgulloso agitando los informes del FMI, de la OCDE y de las instituciones de la Unión Europea. No lo creíamos pero siempre estuvieron ahí, incómodos, ganando montañas de dinero mediante ingeniería financiera pero inquietos, controlando sus inmensos beneficios desde su aséptico mundo de anotaciones contables, bonus, productos más o menos ficticios pero siempre vinculados al impoluto papel y nunca a la suciedad inherente al trabajo humano en general. Mientras tanto, silenciosos, esperaban su oportunidad ¿quién sabe? tal vez añorando que los niños, tan baratos ellos, puedan un día volver a las minas, como en la Inglaterra de la revolución industrial pero en cualquier caso esperando que toda esa mandanga de los derechos de las personas y de las prósperas clases medias quedase arrumbado por fin como un mal sueño.
Los sindicatos, y lo que no son los sindicatos, se equivocaron al olvidar esto.
Pero siempre es posible aprender y visto el error y sus consecuencias tal vez sería una buena idea que en otros ámbitos fuésemos aprendiendo. En la educación, por ejemplo, es cada día más evidente que detrás de muchas decisiones actuales está un sector deseoso de que los hijos de los trabajadores simplemente no puedan avanzar en su educación y se evite así el peligro de que sus privilegiados hijos se tengan que enfrentar un día en el mercado de los empleos excelentes, no ya con sus compañeros de colegio, sino con los hijos de un contable o de un abogaducho de sus propias empresa o incluso ¡válgame Dios! con los de las asistentas de la familia; ¡hasta ahí podíamos llegar! Ya sé que esto no lo dice nadie ¡faltaría más! pero visto lo ocurrido en materia sociolaboral yo procuraría estar muy atento, no a lo que digan sino a lo que hacen.
viernes, 2 de agosto de 2013
Hasta aquí llegó la marea
Ayer compareció el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para dar explicaciones sobre el caso de corrupción más grave de todos los que hemos conocido, no solo por su montante económico sino sobre todo por haber implicado directamente a la sede central del primer partido político de España y haberlo hecho durante muchos años.
No voy a competir yo con la inundación de informaciones y valoraciones que hoy llenarán periódicos y emisoras. Porque lo menos importante es si a usted o a mí nos parecieron creíbles las razones del Presidente o si, por el contrario, nos convencieron más los argumentos de la oposición. Lo realmente decisivo de la sesión de ayer es, a mi juicio, si esa cita será o no será capaz de marcar un momento de inflexión en la deteriorada credibilidad de la política española sobre todo ante sus propios ciudadanos pero, a estas alturas, incluso ante la opinión pública internacional.
Sin duda habrá que esperar unos días a que la escandalera mediática remita para que, como decía Machado, podamos pararnos a distinguir las voces de los ecos. Para que demos oportunidad de empezar a decir la verdad con sosiego y sinceridad a los que ahora no podemos escuchar a causa de los gritos y las consignas.
Lo que no es admisible es que la política española siga desplomándose toda ella en la valoración ciudadana. Se equivocan quienes en el PP, apuestan por dejar pasar el temporal pero también se equivocan los que en el PSOE, lo creen su oportunidad para hundir la flota del adversario. Y por supuesto yerran de lleno los pequeños que creen estar a salvo porque a ellos les gritan menos.
Bastante duro es para un país que su Presidente tenga que dar explicaciones sobre acusaciones asombrosamente graves que demasiada gente da por buenas. De forma que, si hemos llegado a este punto, más valdría que la vergüenza cívica que tuvimos que pasar ayer al menos fuera el inicio de una estrategia de regeneración de nuestra política en el que los grandes y los pequeños partidos deberían implicarse. Tenemos derecho a volver a creer que la democracia parlamentaria es el mejor sistema de gobierno y no una simulación interesada. Ayer puede ser el momento perfecto para empezar. Va a ser tarea difícil pero de otra forma corremos el riesgo de que no solo acabemos con la generación actual de políticos sino que sigamos acumulando ira para acabar también con la siguiente.
lunes, 29 de julio de 2013
Callejeando en Oropesa
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Alguien ha sabido que la vida da vueltas, a veces para bien y otras no. Que lo de hoy, puede ser distinto mañana. Tal vez lo haya aprendido mirando la autopista actual desde los mismos muros que en otro tiempo vieron llegar por esos campos a tropas portadoras de odio y muerte o en algún momento al mismo virrey del Perú, natural del lugar.
Para un vasco, como yo, acostumbrado a ver cómo en mi tierra a cada momento la historia se pretende negar, tergiversar y retorcer para hacerla encajar como sea con los deseos y argumentos del poder, ver estas placas en las esquinas de las calles primero me sorprendió y después me pareció un acto de sabiduría y respeto de un pueblo por sí mismo. Precisamente lo que a veces no encuentro en el mío.
miércoles, 24 de julio de 2013
Ordalías políticas
La ordalía fue un método judicial utilizado en la Edad Media para determinar sin género de dudas la inocencia o culpabilidad de un acusado. Se le llamaba también Juicio de Dios. Se realizaba en las iglesias y básicamente consistía en someter al acusado a alguna especie de tortura con agua o fuego de la que, si salía indemne o poco dañado, se desprendía que Dios estaba inequívocamente de su parte, quedando así demostrada su inocencia.
La pregunta ¿pondría usted la mano en el fuego?, tan usada ahora en ruedas de prensa y entrevistas, proviene precisamente de aquella antigua costumbre ya que era común que el acusado tuviera que meter la mano en braseros ardientes o sujetar con la mano hierros al rojo durante un tiempo establecido de forma que si se le producían quemaduras su culpabilidad quedaba clara, al demostrar Dios que no acudía, milagroso, en su rescate.
Estos días hemos sabido que el otrora poderoso Pepe Blanco ha salido de todas las acusaciones que se le hicieron. No es solo que fuera inocente, es que las imputaciones eran falsas y, en consecuencia, se ha sobreseído el caso. Él y sus amigos han mostrado su alivio pero da lo mismo. Pocos van a aceptar ese resultado. La mayoría preferirá dudar de la sentencia y mantener para siempre el infamante “si lo sabré yo”. Muchos medios de comunicación se refieren ahora a su absolución en minúsculas columnas en comparación con los generosos espacios que dedicaron a las denuncias, pero aun así aprovechan para recordar punto por punto todas y cada una de las acusaciones a ver si tan abrumadora enumeración de faltas sepulta la incómoda palabra “inocente” que ningún político parece merecer, menos aún si resulta antipático, como le pasa a Blanco.
Como imagino a usted dotado de cordura y criterio moral para valorar estas dos formas de juicio, me ahorro cualquier consideración ética, pero sí señalaré que tantos autos de fe y tantas hogueras justicieras probablemente tengan consecuencias contrarias a las que se dice pretender. Decimos querer que a la política vengan gentes limpias, honestas y profesionales que sustituyan a las actuales pero dejamos bien claro a continuación que siempre los mantendremos sometidos a sospecha y que ni la demostración judicial de su inocencia les salvará de nuestra fiereza. Condiciones, a mi parecer, extraordinariamente disuasorias para esa supuesta gente honrada que queremos que entre, por fin, en política y que a la vista de lo que pasa se lo pensarán dos, tres y mil veces.
¿Sostendría usted un hierro candente para demostrar su propia inocencia? Yo, desde luego que no.
Publicado en Danok Bizkaia el 24 de julio de 2013
NOTA: Este texto hube de enviarlo al periódico varios días antes de su publicación, por lo que no podía saber entonces que en pocas horas el Tribunal Supremo revisaría los delitos a los que fueron condenados Jaume Matas y Antonio Alemany, anulando algunas figuras delictivas que se les habían aplicado y confirmando otras. Como consecuencia las penas se han rebajado sustancialmente de forma que el ex-presidente de Baleares probablemente no ingresará en la cárcel. El resultado ha vuelto a ser que la opinión pública arde en indignación contra la Administración de Justicia y nadie da por buena una sentencia que "perdona" a los que la sociedad ya había juzgado y condenado y a la que no le gusta que le contradigan.
Aquí ya escribí en su momento sobre esto
Y aquí también.
NOTA: Este texto hube de enviarlo al periódico varios días antes de su publicación, por lo que no podía saber entonces que en pocas horas el Tribunal Supremo revisaría los delitos a los que fueron condenados Jaume Matas y Antonio Alemany, anulando algunas figuras delictivas que se les habían aplicado y confirmando otras. Como consecuencia las penas se han rebajado sustancialmente de forma que el ex-presidente de Baleares probablemente no ingresará en la cárcel. El resultado ha vuelto a ser que la opinión pública arde en indignación contra la Administración de Justicia y nadie da por buena una sentencia que "perdona" a los que la sociedad ya había juzgado y condenado y a la que no le gusta que le contradigan.
Aquí ya escribí en su momento sobre esto
Y aquí también.
domingo, 21 de julio de 2013
Apetito y obstinación
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Foto EP |
José Ángel Gurría es un economista y diplomático mexicano de trato campechano y verbo ingenioso. Fue ministro de Hacienda de su país y actualmente ocupa el cargo de Secretario General de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). En noviembre del año pasado estuvo en España para apoyar apasionadamente las medidas de empobrecimiento impulsadas por Europa y por el Gobierno de España. Dijo entonces que la supresión de derechos de los trabajadores que venía con la reforma laboral tenía por objeto estimular en las empresas el “apetito por contratar”. Eso dijo.
La OCDE está formada por los 34 países del mundo más desarrollados (en cuanto a la economía, se entiende) y entre todos ellos atesoran la friolera de 48 millones de parados. Todo un festín para saciar el supuesto “apetito” empresarial por contratar.
Pues resulta que el mismo Gurría nos dice esta semana que su organización está muy satisfecha con la reforma laboral que se han hecho en España pero que le preocupan los efectos de la amarga quina que nos están haciendo tragar. Está visto que lejos de darles a los empresarios muchas ganas de comerrrrrr, el brebaje de la miseria los mantiene por completo “inapetentes” a la contratación.
Se queja el simpático mexicano diciendo que los efectos dramáticos de su propuesta se mantienen “obstinados”. Atento el lector o lectora al fabuloso subterfugio dialéctico: Para el secretario de la OCDE los obstinados no son los economistas como él, que se empeñan en su terapia de más pobreza y menos derechos sino que los obstinados son los efectos de ese veneno, que se empeñan en no darle la razón.
Los mismos que recomendaron facilitar el despido se manifiestan preocupadísimos ahora por el “alarmante” paro. Pocos meses después de despotricar contra lo que consideran excesivos subsidios a los parados, se descuelgan ahora con que es posible que “una parte del desempleo cíclico se convierta en estructural” (o sea ya para siempre) y que tal vez haya que pensar en algún dinero para que esos parados coman.
Pero lo más indignante es que la misma persona, con las mismas propuestas, constata hoy que ha pasado exactamente lo contrario de lo que hace 7 meses pronosticaba y se queda tan ancho, echándole la culpa a lo terca que se muestra la realidad. De verdad que viendo cómo hace bromas y se ríe a mí se me quita el apetito.
Publicado en Danok Bizkaia el 19 de julio de 2013
viernes, 12 de julio de 2013
¿Soplando la nueva burbuja?
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El Roto |
En cuanto asomaron las orejas de la crisis una de las primeras preocupaciones de la gente fue la posible pérdida del valor de los pisos. En efecto, la vivienda se nos había presentado siempre como el no va más de la seguridad. Lo que nos iba a garantizar el futuro, el refugio inamovible y eterno. Virtudes todas ellas tan milagrosas que hacían al ladrillo merecedor de cualquier precio delirante que pagáramos por él. Parecía que cuanto más debiéramos, más ricos seríamos. En verdad que aquello sonaba raro y al fin resultó además de raro, falso.
El pinchazo de la burbuja no solo ha corregido los precios a la baja sino que, lo que es peor, ha dinamitado aquella seguridad y ahora vemos que el que creímos bunker de nuestra tranquilidad tenía las paredes de papel. Desde 2007 los precios han descendido aproximadamente un 37% y no faltan expertos que apuntan a que puedan bajar otro 30% más durante los próximos cinco años. Sabemos que esos datos globales no pueden aplicarse a todos los casos y también sabemos que las profecías de los expertos son siempre mucho más atinadas cuando explican lo ya sucedido que cuando se refieren al futuro.
Pero puesto que ahora es posible encontrar precios más bajos es lógico que muchos aprovechen para comprar casa. Cuando algún listo señala que no conviene hacerlo porque aún bajarán más me gusta recordarle que la mayoría de la gente necesita pisos para vivir en ellos, actividad que, por extraña que les parezca a los especuladores, no solo es perfectamente legítima sino también bastante más honesta que la de ellos.
Sin embargo sí que hay un peligro cierto y son los intereses vinculados al por ahora bajísimo Euribor (0,53%) que hoy hacen asumibles los Euribor+3,4, Euribor+4 ó + 5 pero que podrían acabar en un nuevo drama colectivo si el valor de este referente subiese, cosa que no resulta para nada impensable en todos los largos años de vida de un crédito hipotecario.
“Si quieres obtener resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”, dicen que dijo Einstein” así que convendría que no siguiéramos creyendo que cualquier esfuerzo está justificado cuando de un piso se trata, no sea que volvamos a crearnos una nueva ola de problemas cuando todavía no hemos sacado la cabeza de la que aún nos ahoga.
viernes, 5 de julio de 2013
Las hemorroides y el diseño
Ciertamente no es lo mismo realizar una operación quirúrgica que un cartel de fiestas. Si no hay detrás un especialista el fracaso está garantizado en el quirófano, mientras que es perfectamente posible acertar con un cartel una vez, o dos…tal vez incluso alguna más.
En mi ciudad hace ya muchos años que se hace un concurso abierto a quien quiera para realizar el cartel de las fiestas. Un jurado de concejales y personajes populares establece el ganador, después de atender también la opinión de la gente de la calle que quiera participar
De ese modo, la elección del cartel de la Semana Grande/Aste Nagusia es en sí misma la primera actividad de unas fiestas que lo que más desean es ser populares.
Con objeto de contentar a tan distinguido público con sus propuestas los artistas que optan al premio se atienen estrictos a los tópicos y a las imágenes más tradicionales, que les reportarán el autorreconocimiento y la simpatía del público entregado a las costumbres festivas y les harán vencer en esa amable competición de ingenio.
Resulta todo tan entrañable que cuesta a estas alturas poner alguna pega. Sin embargo, como es imposible que la flauta suene por casualidad un año y otro y otro y otro más, no nos queda sino aceptar que la calidad de los trabajos va decayendo y esta vez alguien ha querido señalarlo también con cierto humor. Este es el vídeo que corre por ahí que expresamente hace constar que no pretenden mofarse del vencedor sino el propio sistema de elección del cartel.Yo también me he reído un buen rato del vídeo.
Pringaos
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Asiento de Aeroflot donde no viajó Edward Snowden Foto Ap |
Menuda se ha liado con la filtración de Edward Snowden de que el Gobierno de los Estados Unidos ha estado espiando sistemáticamente al menos a 38 embajadas, incluidas las dos que tiene la Unión Europea en la ONU y ante Washington, en la que parece que incluso instalaron un artilugio que les replicaba los faxes diplomáticos.
Acosado ahora por el país para el que trabajaba, el escurridizo Snowden ha pedido asilo político a Islandia, Ecuador, Rusia, China, Austria, Bolivia, Brasil, Cuba, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Irlanda, Holanda, Nicaragua, Noruega, Polonia, Suiza, Venezuela e incluso España. Vamos, que más o menos ha hecho lo mismo que hacen los parados españoles con sus currículos. Y también como ellos, queda a la espera de lograr alguna entrevista.
Si bien los ciudadanos en general contemplamos con cierta sorna el hecho de que a los americanos les crezcan tantos espías cotillas que luego lo van contando todo por ahí, no han reaccionado igual los Gobiernos de los países espiados que, sin pizca de humor, han mostrado su indignación por que un gobierno que se dice amigo se empeñe en poner ojos en todas las cerraduras de sus aliados. Francia y Alemania han protestado con especial irritación, amenazando con paralizar el acuerdo de buen rollo comercial que está previsto iniciar este mismo lunes.
Tanto reproche ha sorprendido a los americanos que han respondido como esos conductores que alegan: “si todo el mundo lo hace” al ser sorprendidos en falta. Dicen los subordinados de Obama que “cualquier servicio de inteligencia recoge información” y al parecer sin establecer distinción entre amigos y enemigos. Lo único que les importa es que esos países dispongan de información útil como la que debían tener México, India, Japón, Corea del Sur, Turquía e incluso Francia, Italia o Grecia, todos ellos metódicamente espiados incluso los que son miembros de la aliadísima y amiguísima Unión Europea.
No ocurrió lo mismo con la embajada española que, según consta en las filtraciones, no mereció interés alguno por parte de los espías americanos. Visto el nulo respeto que demostraron ante países de toda condición, fueran grandes o pequeños, poderosos o débiles, aliados o no, solo me queda pensar que en la lista de los lugares donde se cuecen las cosas que puedan valer la pena no estamos nosotros. Si no estamos en la de los enemigos de los que protegerse ni tampoco en la de los amigos a vigilar ¿en qué lista estamos?
Publicado en Danok Bizkaia el 5 de julio de 2013
Acosado ahora por el país para el que trabajaba, el escurridizo Snowden ha pedido asilo político a Islandia, Ecuador, Rusia, China, Austria, Bolivia, Brasil, Cuba, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Irlanda, Holanda, Nicaragua, Noruega, Polonia, Suiza, Venezuela e incluso España. Vamos, que más o menos ha hecho lo mismo que hacen los parados españoles con sus currículos. Y también como ellos, queda a la espera de lograr alguna entrevista.
Si bien los ciudadanos en general contemplamos con cierta sorna el hecho de que a los americanos les crezcan tantos espías cotillas que luego lo van contando todo por ahí, no han reaccionado igual los Gobiernos de los países espiados que, sin pizca de humor, han mostrado su indignación por que un gobierno que se dice amigo se empeñe en poner ojos en todas las cerraduras de sus aliados. Francia y Alemania han protestado con especial irritación, amenazando con paralizar el acuerdo de buen rollo comercial que está previsto iniciar este mismo lunes.
Tanto reproche ha sorprendido a los americanos que han respondido como esos conductores que alegan: “si todo el mundo lo hace” al ser sorprendidos en falta. Dicen los subordinados de Obama que “cualquier servicio de inteligencia recoge información” y al parecer sin establecer distinción entre amigos y enemigos. Lo único que les importa es que esos países dispongan de información útil como la que debían tener México, India, Japón, Corea del Sur, Turquía e incluso Francia, Italia o Grecia, todos ellos metódicamente espiados incluso los que son miembros de la aliadísima y amiguísima Unión Europea.
No ocurrió lo mismo con la embajada española que, según consta en las filtraciones, no mereció interés alguno por parte de los espías americanos. Visto el nulo respeto que demostraron ante países de toda condición, fueran grandes o pequeños, poderosos o débiles, aliados o no, solo me queda pensar que en la lista de los lugares donde se cuecen las cosas que puedan valer la pena no estamos nosotros. Si no estamos en la de los enemigos de los que protegerse ni tampoco en la de los amigos a vigilar ¿en qué lista estamos?
Publicado en Danok Bizkaia el 5 de julio de 2013
sábado, 29 de junio de 2013
Mandela

Los humanos nos hacemos distintos de otros seres precisamente cuando no nos dejamos llevar y cuando somos capaces de escoger nuestro propio camino, de vencernos a nosotros mismos cada cual en su propia intimidad. Imponernos a nuestro miedo y a nuestra ira, que viven en lo más hondo de nosotros, es nuestra mayor victoria. La misma que Nelson Mandela conquistó primero para sí y después para su país. Supongo que en este momento es muy difícil, acaso imposible, encontrar un líder que sea capaz de caminar delante de su gente sin darse la vuelta a cada instante para contar cuántos le siguen.
Empieza el verano, se supone, y será una buena ocasión para que lea usted “El Factor Humano” del periodista John Carlin. Es un relato de la vida de Mandela, de sus sufrimientos, de su evolución y de su madurez como líder. Si lo prefiere también puede ver la magnífica “Invictus” dirigida por Clint Eastwood y con Norman Freeman de protagonista. Seguro que la vuelven a poner pronto. Le recomiendo encarecidamente ambas cosas. Si no las conoce le sorprenderán y, en todo caso, le harán mejor persona de lo que ya es.
Esta es siempre una columna sin pretensiones, si acaso la de entretener y ayudar a ver la actualidad desde una ventana pequeña pero diferente a lo que se lee o se escucha por todos lados. Siempre hay otros puntos de vista y buscarlos, además de una buena gimnasia mental, puede ser divertido.
Pero cuando estamos frente a alguien, como Nelson Mandela, que al precio de su vida nos pone delante de nuestros ojos las verdades más profundas y los sentimientos colectivos más valiosos de la especie humana, el ingenio tiene que apartarse y dejar paso a una corriente profunda de sentimiento que mana de mucho más adentro, que no entiende de culturas ni de razas y que traemos de serie todos. Es la admiración por los hombres no santos pero verdaderamente libres y honestos. Un sentimiento en el que todos los seres humanos somos, por supuesto, iguales.
* Publicado en Danok Bizkaia el 28 de junio de 2013
viernes, 21 de junio de 2013
Extraterrestres
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Habrá que pensar en nuevos productos y tallas |
Parece que han hecho números y que están convencidos de que la salud y prosperidad de nuestros mercados se recuperará en cuanto arriben al planeta esos exóticos y adinerados hombrecitos verdes, y mujercitas tal vez fucsias, que nuestros dirigentes económicos esperan sin duda para dentro de pocos meses. (Reconozco que tengo yo impaciencia por saber si es cierto lo de las antenas y las orejas en forma de trompetilla)
Viene un nuevo tiempo en el que serán estos seres quienes nos sustituirán a todos nosotros, que éramos quienes hasta ahora habíamos mantenido el consumo, la economía y el mercado.
En consecuencia, el FMI propone varias medidas para que los terrícolas de esta parte del globo abandonemos definitivamente nuestra antigua posición de consumidores y nos centremos en nuestra nueva y exclusiva tarea de producir bienes y servicios que podrán ser adquiridos por tales alienígenas pero ya nunca más por nosotros.
Las medidas son claras y contundentes: Aunque nos reconocen el éxito parcial de que los salarios estén ya a niveles de hace 6 años, proponen bajarlos aún más, facilitar el despido y subirnos el IVA y demás impuestos al consumo. Tan partidarios son de la equidad que les preocupa que las políticas de empobrecimiento (que ellos llaman de austeridad) estén tan mal repartidas. No les gusta nada que haya millones de trabajadores pobres y millones de parados y propugnan igualarnos para que todo el mundo trabaje a cambio de ingresos de estricta subsistencia. Dicen que ese reparto de la miseria activará el consumo interno (supongo yo que de cuencos de arroz y de mendrugos) pero nada dicen del mercado de verdad, del que obviamente esperan nuestra expulsión masiva.
Así que si tiene usted una fábrica, una empresa o un comercio, esté tranquilo y no se apure por esta momentánea desaparición de sus antiguos clientes. Al contrario, aproveche para hacer limpieza, deshágase casi gratis de sus trabajadores, que éramos quienes antes comprábamos, y espere confiado la inminente llegada de los platillos volantes que el FMI ya avizora.
Solo una sospecha amenaza tan prometedor panorama ¿A ver si va a resultar que esos hombres de negro son en realidad los únicos extraterrestres y que no van a venir más?
Publicado en Danok Bizkaia el 21 de junio de 2013
viernes, 14 de junio de 2013
130 Km/h
Anda el Gobierno de España enredando con la posibilidad de permitir que en algunas autopistas, y siempre que se den determinadas condiciones de seguridad, se pueda circular a 130 Km/h en lugar de los 120 actuales. Bonita polémica. Todavía recuerdo la algarabía cuando se bajó la velocidad máxima a 110 Km/h y se nos previno entonces de toda clase de males que vendrían, algunos tan pintorescos como un supuesto aumento del gasto y de los accidentes. Finalmente el saldo económico fue de 230.000 euros invertidos en nuevas señales y 450 millones de ahorro energético (casi 2.000 veces lo gastado).
Dicen que esta nueva propuesta tiene como único objetivo contentar a los propietarios de buenos coches y a las concesionarias de las ruinosas autopistas de peaje que se construyeron con muchísimo entusiasmo y poquísimo cálculo. De hecho el partido que sustenta al actual gobierno lo reconocía así con toda claridad cuando, estando en la oposición, propuso subir el límite a 140 para “incentivar al usuario” y mejorar así la situación de tales vías de peaje.
Naturalmente las asociaciones de accidentados han replicado con datos que señalan el incremento demostrado de muertes cuando se aceptan velocidades mayores. Son cosas de la estadística, una ciencia nada proclive a la negociación o al trapicheo y por eso mismo, principal enemiga de opinadores y tertulianos como yo mismo.
Sin pretender competir con ella y limitándome, por tanto, a mi percepción personal sí diré que una buena parte de quienes abogan entusiastas por que se eleve a 130 Km/h el límite no lo hacen para respetarlo sino para poder seguir conduciendo muy por encima de esa velocidad, como es su costumbre, y que su único objetivo es que las sanciones que les apliquen si les sorprendieran sean menores. O incluso que pagando lo mismo puedan correr aún más. Son los mismos que te dan luces enfurecidos para protestar cuando adelantas legalmente a un camión coartándoles a ellos el que creen que es su derecho a seguir lanzados.
Recuerdo el día en que un buen amigo, bastante prudente en carretera por cierto, expresó con indignación pero con ingenua simplicidad esta percepción popular tan perversa y dijo: “¡No, si al final vamos a tener que ir a lo que marca!”.
viernes, 7 de junio de 2013
Eusko melting pot
En 1952 cantaba Georges Brassens que cuando era Fiesta Nacional él se quedaba en la cama igual. Unos acordes que nos llegarían años después en la voz de Paco Ibáñez.
Parece que en Euskadi se suprimirá el festivo que implantó el anterior Gobierno Vasco coincidiendo con cada aniversario del referéndum estatutario por lo que cada cual vamos a poder quedarnos en la cama el día que mejor nos parezca ya que no habrá Fiesta Nacional contra la que poder ejercer la rebeldía de las sábanas.
Tal vez sea lo mejor: Reconocer que, de hecho, no todos los paisanos vascos estamos convencidos de vivir en el mismo país. Que Euskadi, o como usted prefiera llamarla, es diferentes cosas para cada uno y que, por lo tanto, no es aceptable ni posible que se nos imponga una fiesta, un nombre, un símbolo, un sentimiento, una cultura, una tradición o incluso un idioma.
Están los que piensan que Euskadi se estrenó como realidad política efectiva sólo con el Estatuto de Gernika. Otros prefieren ver aquello como una oportunidad perdida en un largo camino hacia otro sitio y no faltan quienes evocan -vehementes- certezas milenarias ante las que deberían rendirse las leyes y los hombres.
Somos los vascos, y las vascas, tan distintos que no puedo sino reconocer el acierto de los portavoces nacionalistas que han manifestado que es mejor que nadie imponga legalmente el reconocimiento de Euskadi como país, que unos podrán celebrar el día del Estatuto, otros lo harán con el Aberri Eguna y habrá quienes no celebren nada (sic).
¡Albricias! Si fuera cierta, ya me apuntaría yo –entusiasta- a esa novísima posición tan respetuosa con la individualidad ciudadana, tan “ilustrada” ella y, sobre todo, tan sorprendente en quienes han sido siempre primeros espadas de una simbología patria única y de una sola identidad que sería la propia y fetén de los vascos. Escucharles hoy partidarios de la multiculturalidad contra la que llevan tanto tiempo luchando me abre una ventana de esperanza junto a un inocultable atisbo de desconfianza.
Llaman los anglosajones melting pot al modelo de integración social en la que culturas y tradiciones presentes en un territorio se mezclan en un caótico puchero cultural donde la mayoría originaria acepta, disfruta y hace suyas aportaciones y valores de sus convecinos sin que nadie pretenda un resultado final concreto. Fantástico. Tal vez resulte que nos estamos normalizando al fin. I hope so.
viernes, 31 de mayo de 2013
No escupir en las paredes
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Prohibido robar |
Hace dos años algunos miembros del Parlamento Vasco, entre los que me encontraba, hicimos público nuestro patrimonio e ingresos en un acto de transparencia que sirvió exactamente para nada. Tras dos días de titulares y algunos comentarios más o menos divertidos sobre las interioridades de cada cual, la cosa se olvidó y en pocas horas volvieron las leyendas sobre el intolerable enriquecimiento de TODOS los políticos. La intención era buena pero nada parece poder revertir ya la desafección de los ciudadanos. Ni siquiera la verdad.
En la misma línea, el Gobierno de Urkullu va a adoptar una iniciativa con objeto -dicen- de “recuperar la confianza de los ciudadanos en la Administración y en sus gobernantes”: Los altos cargos serán cesados si no firman un código que entre otras cosas les prohíbe aceptar regalos en efectivo o en especie y también favorecer a sus familiares. Tampoco podrán cobrar por asistir a conferencias o tertulias y ¡ojo! no podrán mentir sobre su currículum profesional.
Creo que la enumeración en un código escrito de esas conductas, todas ellas inadmisibles de entrada, en lugar de devolver la confianza en los políticos y altos gestores de la administración lo que consigue es precisamente lo contrario: evocar y dar carta de naturaleza a todos los comportamientos indecentes que un gran sector de la opinión pública piensa equivocadamente que son algo cotidiano.
Cuentan que el gran maestro de periodistas Luis Carandell, descubrió en la España casposa y ruda de los 50 una taberna con un cartel que decía: “Se prohíbe escupir en las paredes”. No dudo de que la intención de aquel hostelero fuese higiénica, como lo es la del Lehendakari, pero la realidad es que el efecto de un aviso así resulta demoledor para la confianza en el establecimiento, es decir, lo contrario de lo que se pretendía.
Los casos de abuso que se conozcan se deben perseguir siempre y debe hacerse con especial empeño por parte del propio partido del que forme parte el corrupto. No como ahora. De esa forma quizás sí que empiece a recuperarse la credibilidad de los partidos pero creo que es un error y un insulto a las personas honradas hacerles firmar cosas como que no cobrarán sobornos o que no mentirán sobre su curriculum. Cuando de pequeños mis hijos me preguntaban por la conveniencia de comportarse de forma ética les solía responder: “mira hijo, hay cosas que si no las entiendes tú solo, no se te pueden explicar”. Pues la honradez en política es una de ellas…y lo de escupir, otra.
Publicado en Danok Bizkaia el 31 de mayo de 2013
viernes, 24 de mayo de 2013
Obispos de poca fe
La nueva Ley de Educación que promueve el Gobierno y su ministro Wert vuelve a ser polémica, como todas. En esta ocasión es la religión católica y su reintroducción como asignatura “con todos los sacramentos” la causa más notoria de la bronca. Los obispos defienden que deben ser ellos quienes señalen a los profesores que deberá contratar el Estado, que sean también ellos quienes definan los contenidos de la asignatura y quienes establezcan los criterios de evaluación. De hecho las notas de religión contarán para todo, para las medias y para las becas. Dicen que “el saber científico de la fe” (sic) debe estar presente en la aulas así que supongo que el Diluvio Universal puntuará lo mismo que Atapuerca y las multiplicación de los panes y los peces igual que la Ley de la Conservación de la Materia de Lavoisier.
Eso sí, quienes prefieran no estudiar religión tendrán obligatoriamente que cursar una alternativa, pero que no sea esa tan “nociva” de Educación para la Ciudadanía.
Llama la atención la escasa confianza que los pastores católicos demuestran tener en la fuerza de lo suyo, vista la insistencia que siempre ponen en que sea el Estado quien se ocupe de garantizarles el mantenimiento de sus ovejas. A quienes vivimos en la duda, y seguramente a menudo en el error, nos sorprende una actitud tan timorata y recelosa en quienes -supuestamente- debieran andar sobradísimos de certezas y de confianza protegidos como están de toda perturbación por la verdad revelada de la que dicen ser mensajeros.
¡Tú te lo pierdes! debieran pensar de quienes no nos sumamos a las disciplinas de su religión y sin embargo no solo no es así sino que pugnan siempre hasta conseguir que en el rato que ellos tienen entretenidos a los suyos la autoridad civil nos obligue a los demás a hacer algo más o menos laborioso pero siempre inexcusable (y parece que no les sirve el punto de cruz, ¡vaya por Dios!). Pasa igual con lo de la equis del impuesto de la renta. ¿No sería más razonable que fuese cada uno el que cargase con su propia cruz? (Mt.16, 24)
En todo caso resulta encomiable la intensidad y rotundidad con que todas las leyes de educación que en España han sido se nos presentan siempre como la reforma definitiva que, esta vez sí, va a hacer genios de nuestros chicos y chicas. Yo, por mi parte nunca he llegado a aprenderme las horribles siglas con que se denominaban las anteriores y tampoco me esforzaré un minuto con esta. Ya tengo suficientes años para saber que ninguna ha podido sobrevivir cuando el partido rival consigue mayoría. Tan lamentable como cierto.
viernes, 17 de mayo de 2013
Ciencia y tetas
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Angelina Jolie |
Debo confesar que esta vez al ponerme ante el teclado, he tenido que hacer un esfuerzo para evitar bromas o chistes sobre las tetas de Angelina Jolie (la carne es débil pero la voluntad gobierna al fin).
La actriz, tras conocer que tiene un 87% de probabilidades de padecer cáncer de mama ha optado por someterse a una mastectomía en ambos pechos, pese a gozar de buena salud por el momento. No lo ha hecho con criterios estéticos, como estamos acostumbrados en otras, sino para protegerse.
Si se pregunta usted cómo pudo conocer con tanta precisión la probabilidad de padecer cáncer, la respuesta es que tal cosa es posible gracias a los avances en los estudios genéticos que hacen cada vez más sencillo -y barato- explorar las erratas del libro de instrucciones con el que estamos construidos cada uno de nosotros. Y puede que un día incluso corregirlas. Hace tres semanas en esta misma columna cité a los científicos James Watson y Francis Crick, que abrieron la puerta a esta disciplina que hoy nos permite asombrarnos de lo que la medicina es capaz. ¡Bien por ellos!
Encaramados a su escalera retorcida de ADN podemos ahora alcanzar y explorar una medicina a medida, en la que cada cual podremos conocer las dolencias a las que somos propensos antes de que nos hieran e incluso la eficacia que un medicamento tendrá en cada persona concreta. A toro pasado fue fácil saber que ni Santiago Carrillo ni Mariví Bilbao-Goyoaga tenían incompatibilidad con el tabaco, pero lo que vale es justamente, saberlo antes y no después.
De hecho en España nuestra sanidad todavía pública (esa de la que todavía hacemos chistes) lleva más de 10 años ofreciendo a las personas con antecedentes familiares la posibilidad de explorar genéticamente los peligros que pueda llevar en su herencia para actuar previniendo las posibilidades de padecer cáncer y otros sufrimientos. En los países en los que no hay sanidad pública solo te hacen esas pruebas si las pagas; como ha hecho Angelina.
Así que no deja de ser curioso que una práctica médica que en nuestro país es habitual y gratuita para los pacientes se “descubra” ahora gracias a que desde el otro lado del océano nos llega la noticia de la decisión de una mujer tan valiente y hermosa. Si sirve para que apreciemos más el trabajo de los médicos de nuestra sanidad pública habrá sido para bien.
viernes, 10 de mayo de 2013
Buitres, lagartas y demás familia
Recuerdo un gag de los insuperables Les Luthiers en el que explican las penurias familiares y añaden que tan mala situación empeoró “a causa del fallecimiento de un rico y cercano familiar…que tardaba en producirse”.
El gran Alfredo Di Stefano, a sus 86 años, está ahora envuelto en un asunto incómodo, en el que las informaciones se mezclan con los rumores por lo que no será fácil saber al fin la verdad. Lo cierto y demostrado es que el viejo futbolista manifiesta con la vehemencia de siempre que quiere casarse con su cuidadora y amiga: una mujer de 36 años. Y se sabe también que la familia del madridista ha reaccionado solicitado al juez que le incapacite debido al “deterioro evidente de sus facultades físicas e intelectuales” y también que el juzgado adopte “medidas cautelares en defensa de su patrimonio”.
Dijo don Alfredo al anunciar su boda que sabía que sus hijos estarían en contra, pero que es su vida. Replican éstos que todo lo hacen en defensa exclusiva del propio interés de su padre. Vaya usted a saber cuánto de amor y cuánto de codicia hay en todo esto.
Ahora que la ciencia y el acceso universal a la sanidad han incrementado la esperanza de vida en España hasta algo más de los 82 años es muy probable que historias como ésta empiecen a hacerse más habituales, sobre todo porque las personas mayores, con una salud y una calidad de vida impensables hace 40 ó 50 años y sabiendo que les queda mucho por hacer, no se van a resignar a esperar sentados y cubiertos con la toquilla a que pase el tiempo.
Ya no es sólo que tengan derecho, que lo tienen, es que además tienen tiempo y salud para vivir muchos años y no van a desaprovecharlos. Pocos lo harán pero menos aún aquellos cuya posición económica les permita tener más opciones que la mayoría. Y harán bien todos ellos.
La vida es siempre una buenísima noticia y si es con razonable salud, más aún. En estas condiciones sospecho que para quien vienen malos tiempos es para toda esa fauna que solía rodear a las personas mayores con posibles, se tratase de jóvenes “lagartas” deseosas de hacerse con el patrimonio del abuelo, de descendientes “buitres” ansiosos del momento del reparto, o incluso de “arañitas” administradoras de esas que van arramblando poco a poco con el patrimonio del antes indefenso administrado convertido ahora en dinámico veterano.
lunes, 6 de mayo de 2013
¿Empleados pobres - consumidores prósperos?
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Foto Motor a fondo |
Dicen que algunos grandes empresarios han recibido los últimos datos económicos y de paro con considerable disgusto, al menos así se lo hicieron saber a Rajoy hace unos días en una reunión recogida por la prensa. No tienen ciertamente tanta desazón como para afearle al Gobierno que haya hecho exactamente lo que siempre le pidieron ¡faltaría más! pero parece que, ingratos ellos, se quejan ahora de los nefastos resultados que están teniendo las recetas que tanto aplaudieron de recorte de derechos laborales y también de adelgazamiento del Estado, que ha conllevado el olvido de las inversiones en grandes infraestructuras, que, vaya por Dios, era a ellos a quienes se les contrataban.
Una vez que la marea ha barrido ya el comercio, abandonado por una clase media que o se ha ahogado ya o si aún bracea lo hace agotada. Ahora que las calles más céntricas empiezan a llenarse de persianas bajadas, parece que toca a los empresarios de alto nivel sentir la incómoda humedad de la ruina del país en sus tobillos. Y claro, se quejan del frío.
Hemos mejorado en competitividad, desde luego, pero no porque fabriquemos mejor o cosas de más valor sino porque hacemos lo mismo, igual de bien o de mal, pero con menos gente, mucho peor pagada, con los enfermos tosiendo en el tajo y sin pagar las horas extras.
Así se mejora la estadística mucho pero no la vida de la gente, y desde luego no se mejora nada su capacidad de compra, que no está hundida por los excesivos impuestos sino por el excesivo desempleo y también por el excesivo empobrecimiento de los que aún trabajan justo en las mismas empresas que ahora se empiezan a remover inquietas viendo que no venden y que la cosa amenaza con no levantar.
Me cuesta entender que esa gente que ha estudiado en colegios y universidades tan caras (que dicen que son mejores que las públicas) no se de cuenta de que empobrecer a sus empleados puede resultar ventajoso a corto plazo pero muy pronto termina acabando con sus propios clientes. Un mercado de trabajadores pobres y consumidores prósperos es imposible, deberían saberlo y no es justo reprocharle ahora a Rajoy que el resultado de lo que le exigieron sea exactamente el que cabía esperar: 17% de tejido industrial destruido y 27% de tasa de paro, una previsiones de crecimiento negativas para muchos años y una pavorosa pérdida de capital humano. ¿De verdad esperaban otra cosa?
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