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Desde que empezó su andadura el Gobierno del Lehendakari López se ha empeñado en que la política vasca perdiese esa tensión que la hacía tan especial. No ha pasado media legislatura y ya parecemos casi una sociedad normal. Ni vivimos la angustia de la opresión intolerable, ni nos abalanzamos hacia los medios para saber cuándo nos separaremos de España (con perdón) y pasa incluso que en la calle cada vez miramos menos a nuestro alrededor antes de emitir una opinión. En definitiva que estamos perdiendo la dosis de adrenalina política que antes nos mantenía en esa tensión a un tiempo estimulante y agotadora.
Ahora va a resultar que “El Konflikto” ya no sobrevuela omnipresente cada uno de nuestros pasos, que podemos suponer razonablemente lo que será de nuestras vidas la semana que viene ¡y aún más allá!.
La aburrida rutina de un país democrático ha sustituido en pocos meses a la intensidad de acostarnos cada día esperando el advenimiento de una nueva era para el País Vasco, Euskadi, Euskal Herria, las Vascongadas, Hegoalde (Táchese lo que no proceda).
El colmo es que el Gobierno Vasco va a impulsar un Plan de Competitividad 2010-2013 para que Euskadi se consolide internacionalmente como polo de calidad, innovación y generación de conocimiento. Al fin y al cabo nada que no sea esfuerzo, trabajo y riqueza. ¡Que plasta! Y encima, para eso tan aburrido el Gobierno de Patxi López va a destinar miles de millones de euros en cuatro años (3.475 del propio Gobierno, 1.141 de otras instituciones y prevé que otros 7.218 millones que procederán de inversiones privadas).
¡Con la cantidad de referéndums consultivos que se podrían hacer con ese dinero!. Podríamos traer a miles de “facilitadores internacionales” con todos los gastos pagados para que nos mantuviesen a todos en vilo durante décadas hablándonos de El Konflikto y Los Procesos. ¡La de titulares de prensa que obtendríamos y los miles de islas y etnias que podríamos visitar para extenderles el relato de nuestra particular aldea gala!
Y en lugar de eso, el lehendakari y su consejero de Industria (¡un señor de Armintza, por Dios!) van a destinar ese dinero a convertirnos en una sociedad de vanguardia tecnológica e industrial, competitiva, sostenible e innovadora. Y en lugar de discutir sobre ¡Sí a La Roja¡ vs ¡No a La Roja! que es lo que obviamente tanto nos interesa, ahora resulta que vamos a dedicarnos a hablar de economía, empleo y competitividad. Lo dicho: un coñazo.
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