sábado, 6 de noviembre de 2010

La Ye vasca


Ya tenemos en Euskadi un problema menos. Veníamos denominando a nuestra principal obra pública “la Y griega vasca” y claro, la cosa quedaba confusa. ¿Era griega o era vasca? ¿Era más griega que vasca? ¿Más vasca que griega?¿Igual de vasca que de griega?.

No crean ustedes que la cosa es baladí, preguntas parecidas a estas son norma habitual del trabajo de los servicios sociológicos públicos en Euskadi.  Ya decía Sabino Arana: -¿Cómo quieres que una luz…alumbre dos aposentos?...¿Cómo quieres que yo sea….vasco y español a un tiempo?. Se ve que nadie le explicó que se pueden tirar los tabiques y asunto arreglado. Incluso que basta no levantar tabiques donde no los hay y el problema de la luz ni siquiera se presenta. En fin, ni sé lo que hubiera dicho de ser vasco y griego a la vez.

Pero a lo que iba, han venido las 22 academias de la lengua española y nos han sacado del apuro
reconociendo con única denominación válida de la “Y” el que es su nombre inmensamente mayoritario entre los hablantes del Español, esto es ”la ye”.

A partir ahora se acabó la confusión, el consejero Arriola hablará de la “ye vasca” y todos tan contentos. Aunque no sé si le veo yo a Iñaki Arriola hablando con acento distinto al suyo, tan guipuzcoano. Veremos.
Lo que me gusta es que las 22 academias se ocupen de ir reconociendo y modificando el idioma atendiendo tanto a la etimología de cada término o expresión como a su uso por parte del pueblo soberano del Español del que, por cierto, los peninsulares somos una pequeña minoría.

En 1714 se publicó la primera Orthographía, nombre que, como ven, también ha ido adaptándose a los tiempos. Y hace pocos meses, el 27 de junio de 2010, se aceptaron los términos de uso habitualísimo como “cultureta”, “muslamen”, “rojillo” o “antiespañol”, término este último que hubiese hecho las delicias de Sabino.

Bromas aparte, es una bendición que las personas que forman parte de las academias del Español unan a su inmenso bagaje cultural la humildad de reconocer que ellos son solo* notarios de un idioma vivo y cambiante y que su trabajo es conseguir que cientos de millones de personas nos sigamos entendiendo. A ver si otros aprendemos un poquito de esa lección.

(*) Desde ahora para siempre sin tilde.

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