miércoles, 24 de noviembre de 2010

Pugilismo electoral



¿Escogería usted al Consejero Delegado de su empresa mediante un combate de boxeo entre dos candidatos? Yo no, desde luego. No me parece que la habilidad para dar guantazos garantice la idoneidad de quien debe gestionar la complejidad de una empresa.

Cataluña se quedó sin toros hace unos meses y ahora se ha quedado frustrada sin su pelea de gallos electoral entre Mas y Montilla. La Junta electoral, después de horas de debate entre sesudos juristas ha decidido que existía un defecto de forma y ha sacado pañuelo verde a los candidatos, devolviéndolos al corral.

Nunca me han gustado los debates electorales en televisión. Me parece que en ellos la teatralización y la puesta en escena son tan importantes que el mensaje que se supone que se querría transmitir queda arrumbado por el espectáculo. Por consiguiente en los pocos que he podido soportar nunca he oído nada que me pudiera haber iluminado en caso de haber tenido dudas sobre el sentido de mi voto.

Pero lo que más me ha indignado siempre ha sido el descaro indisimulado con que los medios de comunicación han reclamado la celebración de ese pasatiempo que tanta audiencia y tantos titulares les garantiza: Se han llegado a decir desmesuras como que una democracia no lo es del todo si no se producen esos combates mediáticos. Lo han presentado como si fuese un “derecho” de los electores, para no decir que se trata de una jugosa oportunidad de conseguir notoriedad y audiencia. Y, por supuesto, se han valorado los resultados de los mismos como si se tratase de un combate de boxeo: que si fulano ha noqueado a menganito o si aquello que se dijo fue un golpe bajo, o que si la victoria ha sido a los puntos, etc.

Al día siguiente ¡cómo no! se han hecho encuestas en la calle o por internet, ha habido editoriales y comentarios de columnistas a mansalva y algunos medios que se dicen serios han hecho descansar derrotas o victorias sobre lo que se dijo o no se dijo, sobre la cara que se puso y sobre los gestos que se hicieron ante las cámaras.

En fin, no sé si es que hay demasiada afición por lo superficial, demasiada creencia en que la gente en la calle es tonta o sencillamente lo que pasa es que el gusto por los espectáculos de gladiadores está más grabado en nuestras neuronas de lo que creemos.


3 comentarios:

Rubín de Cendoya dijo...

Carlos, tienes toda la razón; especialmente cuando dices en el último párrafo que nos toman por tontos. ¿Cómo se puede entender si no el vídeo del orgasmo con papeleta electoral?

Slud

Carlos Gorostiza dijo...

El video ese, ni lo he visto ni lo veré (si puedo evitarlo).

Un día, con más ganas, vamos a tener que revisar hasta qué punto los medios en general cumplen su función de garantizar el derecho a la información veraz.

Helio dijo...

Hace mucho tiempo que sabemos de que pié cojea cada partido político, y si el gobierno catalan lo ha hecho bien o mal.
Dicho esto, creo que ante la ruina que tenemos, y sobre todo Cataluña, para que tanta campaña con tanto despilfarro, si ya nadie se cree las verborreas de las campañas.
Saludos