Un adulto que se expresa con tanta claridad como lo han hecho una y otra vez tiene tanto derecho a que se le respete como obligación de entender que no se le tiene por qué dar la razón y que, si opta por saltarse la Ley a la torera presumiendo, además, de hacerlo, por muy en nombre del destino histórico de un pueblo que diga hablar, lo normal es que actúe la justicia.
Mi columna de esta semana en el diario Vozpópuli va del innegable fracaso de "la política" en Cataluña
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