lunes, 28 de marzo de 2022

Autónomos prisioneros

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La persuasión más exitosa es aquella que consigue que alguien haga algo en tu beneficio sin darse cuenta de que lo está haciendo. La huelga de los transportistas autónomos está siendo un estupendo ejemplo.

A base de una constante persuasión social y mediática los transportistas han asumido como un principio indiscutible que no pueden negociar los precios de sus portes. Una vez cegados para que sientan que las tarifas bajísimas son una realidad “natural” parte del paisaje y, por eso mismo, sin responsables, a los angustiados camioneros solo les queda pedir subvenciones y ayudas que suplan con dinero público lo que sus cargadores privados se niegan a pagarles.

Este mensaje nunca se expresa y por eso quienes están ganando la batalla de la huelga son sus clientes. Su éxito se hizo carne cuando el portavoz de los huelguistas manifestaba la semana pasada que “nosotros no tenemos que hablar con las empresas sino con el Gobierno” y que “la solución pasa por un descuento en precio del gasóleo”.

Este hombre, agobiado por su situación, ha comprado la mentira de que “no te puedo pagar más, búscate la vida y pídele dinero a Sánchez”. Engañado o auto engañado, que da lo mismo, señalaba como “migajas y propinas” las ayudas públicas, temeroso de asignarle esos mismos calificativos, bien merecidos, a la miseria que le pagan sus clientes. 

Bonificar el litro de gasoil no mejorará el precio al que cobra los portes, pero sí desviará la atención el asunto hacia el Gobierno o hacia los impuestos, lo que permitirá a sus contratadores seguir actuando en la sombra sin que nadie se fije en sus abusos.

Tal vez la ayuda que necesitan los camioneros sí venga del Gobierno, pero no facilitándoles dinero público sino poder real para enfrentarse a sus verdaderos adversarios, que temen que se prohíba comprar el servicio a pérdidas, como hace la muy reciente Ley de la cadena alimentaria pero, sobre todo, que temen ser visibles.

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