domingo, 22 de abril de 2012

La Iglesia despiadada


El cardenal católico Rouco Varela ha declarado esta semana que "los diagnósticos prenatales se están convirtiendo en un factor más que preocupante [porque] dificultan el nacimiento de muchos discapacitados"

Rouco Varela
Yo no estoy de acuerdo en que los principios fundamentales que mueven a la Iglesia Católica sean justos y buenos per se y, por tanto, no soy como los que habitualmente la critican por no seguir con fidelidad preceptos tan "benéficos". Por el contrario, creo que las religiones, especialmente las monoteístas como ésta, se han apropiado para ellas de sentimientos universales que están en lo profundo de nuestro ser: la moral, el amor, la compasión, la solidaridad, el sentido de trascendencia y otros que nos han acompañado siempre a todos los seres humanos desde que somos tales. Por supuesto que me disgusta que pretendan pasar por inventores y, lo que es peor, propietarios de la patente de tales conceptos pero no suelo criticarles porque pienso que a mí qué más me dan los motivos que cada cual tenga para comportarse de forma adecuada, justa y humana, como por cierto lo hacen casi todos los católicos que conozco.

Pero la Iglesia tiene también otra cara, más dura: La del poder sobre la gente, que se manifiesta -claro- en lo mundano, desde lo social a lo político o empresarial, pero que pretende también gobernar los sentimientos más íntimos de las personas, a las que necesita vulnerables, asustadas, desorientadas, incapaces de decidir sobre su propia vida y por eso necesitadas siempre del "pastoreo" de los prelados. Por eso la Iglesia Católica ha mirado siempre con recelo, y ahora también, los avances de la ciencia, que no solo nos hacen descubrir y comprender mejor el mundo y sus enigmas sino que también nos permiten lograr una vida mejor, más plena, más feliz y, sobre todo, más libre.

Y luego está el dolor. El dolor en todas sus formas. Triste certificado de nuestra enorme fragilidad y que por eso mismo es una auténtica obsesión para la Iglesia, que parece necesitarlo -e incluso reivindicarlo- para así poder presentarse ella como imprescindible institución analgésica.

Hace unas semanas falleció la hijita, enferma de nacimiento, de una pareja amiga. Después de unos pocos pero largos años de sufrimiento, cuyo poso quedará para siempre, la muerte se impuso a sus muchos esfuerzos y a los de la ciencia. La enorme pena -física incluso- que entonces sentí se ha convertido en rabia e indignación al saber que un hombre importante protesta porque se está rebajando el dolor y la desgracia de las familias. Siempre están hablando de misericordia pero algunos no tienen corazón ni piedad, los malditos.

viernes, 20 de abril de 2012

¿Parar la revolución?

Mujeres andando



Cuando el mundo cambia verdaderamente es cuando nuestros hijos, adultos ya, nos sustituyen en el gobierno de la vida. Y tal transformación se hace definitiva cuando se quedan solos a cargo de los que fueron nuestros proyectos y nuestros sueños, bien para continuarlos o bien para enterrarlos junto a nosotros mismos.

Viene esta inquietante reflexión para señalar que las transformaciones más importantes no son las que ocupan la actualidad sino las que van avanzando lenta pero poderosamente. Igual que las de la mar, existen mareas humanas, sociales e ideológicas pero para poder ver los cambios que nos traen hay que tener paciencia y elevarse sobre el ruido y la prisa de lo cotidiano.

La mayor revolución que ha experimentado esta parte del mundo en la que vivimos no es la que ha traído la tecnología sino la de nos ha venido de la mano de las mujeres. No hay nada que pueda compararse a que la mitad de la población, la mitad de los cerebros y la mitad de las manos salgan de una posición subordinada y cautiva y tomen parte en la vida plena de la comunidad. Es una marea que viene subiendo poco a poco desde las primeras sufragistas, que se aceleró cuando las mujeres pudieron controlar su vida reproductiva y que ahora, afortunadamente, ha impregnado casi todos los rincones de la sociedad. Pero como otras grandes transformaciones sociales, la liberación de las mujeres (utilizo deliberadamente esta anticuada pero emocionante expresión) ha tenido altibajos: Momentos de avance, en los que la justicia avanzaba y también de retroceso, en los que regresaba la sinrazón.

No es la Ley la que transforma el mundo pero la Ley puede acelerar o retrasar los cambios. Las nuevas normativas laborales, que tan falsamente se nos venden ahora como remedio a los males de la crisis, no solo van a tener consecuencias negativas en los derechos de los trabajadores, en la decadencia de las clases medias y en la consiguiente contracción del consumo y del empleo sino que van a atacar sutil pero inapelablemente la capacidad de las mujeres para avanzar en su emancipación. En un panorama de empleos precarios, miedo y desconfianza en el futuro. Con el beneficio inmediato como única medida del éxito, va a ser muy difícil que alguien se preocupe de ayudar desde la Ley a que las mujeres y los hombres compartamos tareas y responsabilidades. Todo lo contrario; como setas están saliendo los partidarios del regreso al viejo modelo familiar de esposa y madre obligada.

No pararán la marea, nadie podría, pero retardarla puede ser suficiente para que al estropicio inmediato de las medidas anticrisis se sume ahora una paulatina, y mucho más grave, vuelta a la reclusión de la mitad de las personas, con la consiguiente agudización a largo plazo de nuestro empobrecimiento. Eso sin hablar de la terrible injusticia que supone. Resistirse no es, por tanto, un problema de las mujeres sino de todos

Publicado en Danok Bizkaia el 19 de abril de 2012


sábado, 14 de abril de 2012

Innovar no es hablar de I+D+i

Foto IKEA
No hay conferencia, declaración, congreso empresarial, económico o político en el que este extraño acrónimo no se utilice hasta el aburrimiento. La “modernez” rampante que asola este principio de siglo ha acabado con el viejo I+D (Investigación y Desarrollo) y ha parido el ubicuo I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación), que es –por ahora- lo que mola en los informes empresariales, convertido en casi una religión a la que todos debemos someternos. No se me entienda mal, soy partidario confeso y sincero de ver cómo mejorar lo que hacemos bien y de aprender a hacer cosas nuevas (que es lo que más o menos se quiere expresar) pero prefiero decirlo así que con fórmulas raras, a las que ya veremos cuantas letritas nuevas le van añadiendo… denles tiempo.

Y como no hay como los ejemplos para hacer cosa cotidiana de aquello que se nos presentaba con ropajes mágico-empresariales, repasen innovaciones que ustedes conocen. Empresas que haciendo las cosas de forma diferente consiguen revolucionar sus mercados, tanto que allí donde aún no están se habla de ellas y se las espera, precedidas de su reputación (y de su polémica, claro). Hay quien, como Ikea, vende muebles y complementos asombrosamente asequibles que usted se lleva a casa en el momento, en lugar de esperar los 15 o 20 días de rigor (que era lo que antes significaba “entrega inmediata”). Hay quien en plena crisis, y sin pagar un euro en publicidad convencional, como Mercadona, abre supermercados, genera empleos y también titulares sobre si abrirán o no algún centro en Euskadi y cuándo. Hay quien, como Apple, con productos nada baratos, ha arrasado en teléfonos inteligentes, reproductores de ficheros musicales y que prácticamente se ha quedado para ella solita con el mercado mundial de tablets. Ahí es nada.

Y ahora se anuncia la llegada más o menos inminente de Netflix que, para los que no lo conozcan, es una empresa que ofrece miles de películas y series en su televisor u ordenador, con calidad y de forma completamente legal, pagando una cuota fija asequible. En Estados Unidos y Canadá tiene ya 25 millones de suscriptores. Puede ser no solo el fin de las descargas ilegales sino el abismo para la audiencia de televisiones públicas y privadas. Veremos.

Son ejemplos de empresas que han hecho las cosas de forma diferente, que han revolucionado sus mercados y nuestras formas de consumo, que han creado el cambio. Los sectores en los que están ya no se entienden sin ellas. Hay quien las ama y quien las odia, por supuesto, pero siempre es más interesante observar y aprender del innovador real que escuchar al último conferenciante que nos habla de ese I+D+i, a la que solo le falta una cruz más para convertirse en un auténtico calvario.

Publicado en Danok Bizkaia el 13 de abril de 2011

jueves, 5 de abril de 2012

Real como la vida misma


Quienes se toman a sí mismos con un poco de humor tienen bastante felicidad ganada de antemano.




Fotos tomadas por mí en Carabanchel, Madrid.

Urbanitas e incendios

Dicen que los urbanitas hemos perdido a lo largo de generaciones de vivir en ciudades los conocimientos tradicionales vinculados al campo, a la naturaleza y a las tareas agrícolas, aquellas que marcaron la vida de las personas hasta hace bien poco. Hoy parece mentira pero hasta los años 60 la agricultura era la principal fuente de riqueza y empleo de España.

A nosotros la primavera no se nos anuncia ya en el nuevo aspecto de los bosques y las riberas de los ríos sino en los escaparates de las farmacias, donde año tras año el regreso del calor es precedido por las fotos de espectaculares mujeres que promocionan productos contra una celulitis que las propias modelos obviamente desconocen. Entra uno a por el omeprazol y en la cola comprueba aliviado cómo los fríos van quedando atrás y se anuncian tiempos más benignos, que pronto animarán a aligerar la ropa.

A lo que iba. Es verdad que la vida urbana nos ha hecho perder muchos conocimientos valiosos. Ignoro mucho más que lo que conozco respecto a todo y mi desconocimiento es “sideral” respecto a las cosas del mundo rural, pero confieso que me provoca escalofríos saber que quemar el monte, destruir la propia riqueza de forma intencionada y brutal ha formado parte siempre de la parte negra de ese cosmos tan ajeno. Aquí en el metro preferimos pensar que detrás hay intereses económicos oscuros porque de otro modo nos resultaría monstruoso e incomprensible. Pero la verdad es que el monte no se quema, lo queman, siempre se ha hecho, siempre se ha sabido. Siempre ha sido monstruoso.

En este momento escribo sin saber si se habrá conseguido apagar el incendio provocado en las Fragas de Eume, en Galicia, pero sí sé que no será fácil recuperar esa fabulosa mancha de bosque atlántico, que ha perdido 750 Hectáreas, 350 de ellas de excepcional valor ecológico y naturalístico.

Han dicho las autoridades locales que " la sociedad está harta" de los pirómanos. Que "no está dispuesta a permitirles seguir impunes” y también que se les perseguirá “con la misma fuerza que se denuncian las acciones delictivas" (sic). ¿Por qué queman el monte? ¿Quién sigue impune? ¿Es que antes no eran acciones delictivas?. De verdad que no entiendo nada. Voy a bajar a por una caja de analgésicos.

Publicado en DANOK Bizkaia el 4 de abril de 2012

viernes, 30 de marzo de 2012

Yo ya avisé



Hace dos semanas publiqué en esta columna un texto que advertía de que recortar los derechos y las remuneraciones de quienes vivimos de una nómina no iba a tener los benéficos resultados que, con alegría sin cuento, le atribuyen los gobiernos que lo impulsan o las entidades bancarias y empresariales que lo aplauden.

Avisaba de que siendo yo, por ahora, un privilegiado en mis ingresos, sin embargo ya he empezado a establecer hábitos de consumo fuertemente restrictivos. A la fuerza después de escuchar tantas veces ese mantra de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” y escuchárselo, precisamente, a los que concedieron miles de créditos por encima de sus posibilidades de cobrarlos, empaquetaron hipotecas basura por encima de cualquier posibilidad de ejecutarlas o apostaron por un crecimiento ilimitado y eterno, por encima de cualquier posibilidad real. Justo a esos.

Pues a mi “huelga particular de consumidor” parece que se está sumando mucha gente más, ya que esta semana se ha sabido que en los últimos dos meses la recaudación por IVA se ha desplomado en Euskadi nada menos que un 21% mientras el conjunto de la recaudación ha caído un 4,7%. Les juro que no he podido ser yo solo.

La creación de una clase media potente y dinámica es un proceso lento y caro: hace falta dinamismo y libertad de empresa, por supuesto, pero también hacen falta servicios sanitarios accesibles y de calidad, educación generalizada y de alto nivel, libertad política, competencia no fingida, transparencia en el manejo de lo público, acceso al derecho, infraestructuras, una red bancaria y empresarial eficiente y profesional y, en definitiva, una sólida cultura democrática y cívica. De hecho democracia y clase media suelen ser valores que aumentan o disminuyen ambos a la vez.

Pero para desmontar esa sociedad imperfecta pero solidaria, decente, libre y próspera que era lo normal en Europa durante décadas, solo hace falta ir destruyendo las redes públicas que la han cohesionado y que han permitido que cada generación haya podido vivir mejor que sus padres. Y eso es lo que se está haciendo precisamente.

Debilitar a la clase media es una mala idea económica. Las sociedades con multitudes paupérrimas y oligarquías opulentas tienen poco futuro, el Tercer Mundo está lleno de ejemplos. Pero me temo que quienes demostraron tanta avaricia como ineptitud a la hora de gestionar el capitalismo ultraliberal sin reglas, vuelven ahora con las mismas gafas de madera a decirnos lo claramente que ven que nuestro empobrecimiento va a resultar beneficioso para todos. Me asalta la sospecha de que no sean tan tontos como se lo hacen y que lo que busquen con esas mentiras es que recortando nuestros ingresos perdamos también parte de nuestra libertad. ¿A ver si va a ser eso?

miércoles, 28 de marzo de 2012

Brrrrrrrrrr

Siempre que paso en la moto por este punto de la Nacional-1 me entra un escalofrío. No me negarán que nombres como estos, en pleno norte burgalés, resultan realmente disuasorios. Un día voy a parar, por curiosidad, seguro que son sitios más atractivos que su nombre

martes, 27 de marzo de 2012

1812- 2012

Azulejo conmemorativo del Bicentenario de la Constitución de 1812
Supongo que es ley de vida que cada generación crea que su tiempo es el auténticamente decisivo y que es ella la llamada a entregar definitivamente a las venideras un mundo si no perfecto al menos casi perfecto. Tamaña estupidez no se sostiene un minuto en una mente mínimamente reflexiva pero, sin embargo esa sensación de que “lo importante” es lo que hacemos la gente de nuestra edad y el resto son excentricidades de jóvenes o de viejos, tiene un asombroso e inexplicable éxito.

Estos días se están celebrando actos institucionales en conmemoración del bicentenario de la aprobación en Cádiz de la Constitución de 1812, puede que la más progresista y liberal de su momento. Fue conocida popularmente por “la Pepa”; nombre bien gracioso que solo podía provenir de una ciudad del Sur, pero nombre también cuya invocación costó la vida a muchos españoles, lo que no tuvo en verdad ninguna gracia. ¡Viva la Pepa! fue en tiempos un grito subversivo y revolucionario, muy caro para quien fuese sorprendido pronunciándolo después de que la reacción, el atraso y el miedo recuperasen en España -para mal- los territorios de libertad que aquella Constitución había ganado en Cádiz para bien.

Viene esta breve alusión histórica a que las generaciones que nos precedieron también tuvieron sus momentos de lucha, de gloria, de éxito, de libertades y de derechos, pero que, sin embargo, lo conseguido en unos momentos se perdió también en otros, que la historia de la gente de la calle, no ha sido nunca un camino recto. Nada de eso. La historia de las generaciones que nos precedieron ha sido de altibajos, de avances y retrocesos, de alegrías por lo logrado y de tristezas por lo después perdido. 1812 fue un momento de especial efervescencia de la libertad y, posiblemente por eso, la destrucción de aquella esperanza fue también especialmente dura y dramática.

No entregaremos a nuestros hijos un mundo perfecto, pero al menos deberemos intentar, por pura dignidad, que no sea en nuestro tiempo en el que se pierda lo que habíamos conseguido para nosotros, cosas que llegamos a creer afianzadas para siempre y que ahora están en peligro. No nos asedian las tropas napoleónicas, como entonces, pero sí los intereses de los mercados y las grandes empresas. No nos han secuestrado al Rey pero no le harán ascos a quedarse con la sanidad o la educación públicas. Con los derechos de los trabajadores ya han empezado.

Puesto que tan solo nos toca transitar por algunos peldaños en la escalera de la historia intentemos subir cuantos podamos y bajar los menos posibles; si puede ser ninguno. Y no nos dejemos empujar escaleras abajo. Puede que sólo con eso ya hayamos logrado mucho.


Publicado en Danok Bizkaia el 23 de marzo de 2012

domingo, 18 de marzo de 2012

¡Yo aviso!


Aviso a Seat, Renault, Vw, Ford, Opel… de que he reparado mi viejo coche y que ya he descartado completamente cambiarlo. Aviso al BBVA, Santander, La Caixa, Kutxa…de que he renunciado a aquella compra que tenía pensada y que no necesitaré ya pedir ningún crédito. Aviso a Bimbo, Danone, Nestlé, Campofrío, Henkel, Fairy, Ariel... de que me he convertido en un experto en marcas blancas, que son las únicas que llenan ahora mi carro.
Aviso a El Corte Inglés, Inditex, Cortefiel, Hispanitas....de que ya solo compro ropa en outlets o en rebajas. Ah! y que conozco todas las modistas de arreglos de mi barrio. Aviso a Cepsa, BP, Repsol, Shell, Petronor, Avia… de que me acostumbré a conducir despacio cuando la limitación a 110 y que ahora paso de largo por muchas gasolineras. Y, por supuesto, en los viajes largos uso el bus.
Aviso a Prisa, Vocento, Mediapro, Mediaset, Euskaltel y Movistar que la TV de pago ni siquiera la tengo como opción y que he descubierto que se vive perfectamente sin comprar todos los días todos los periódicos. Aviso a las cadenas Barceló, Sol, Zenith, Meliá… de que ya he reservado plaza en un camping para este verano en lugar del hotel de playa de los pasados años.

Soy un privilegiado. Tengo un buen sueldo, excelente en comparación con el de la mayoría de mis amigos, así que estas decisiones no son nada comparadas con las que, sí o sí, han de tomar ellos y otros muchos millones de consumidores. Porque -señores- no olviden que austeridad es NO COMPRAR.
Quienes hoy aplauden entusiasmados esta reforma laboral que precariza los empleos, que expulsa a la clase media del mercado, que destroza la esperanza de los jóvenes más preparados que miran al extranjero como hicieron sus abuelos, mejor harían en no recalentarse las manos con tanta ovación porque tal vez las necesiten para cavar con ellas la tumba de los negocios que hasta ahora les hicieron ricos.

Quien paga sueldos nimileuristas no puede ser tan tonto como para creer que el resto de empresas no harán lo mismo que él y que, por lo tanto, al cabo no habrá consumidores capaces de comprar lo que él tanto necesita vender. Es obvio. Falta solo saber cuánto tardarán en darse cuenta y a cuánta gente habrán destrozado para entonces.
Aviso de que mi huelga particular empezó antes del 29 y que se prolongará mucho después. ¿Y la de usted?

Publicado en Danok Bizkaia el 16 de marzo de 2012

sábado, 10 de marzo de 2012

Visita a la Torre Iberdrola

Hace ya unos años, cuando mis tareas profesionales estaban vinculadas a los proyectos de regeneración de la ciudad, el proyecto de la torre de Abandoibarra nos causó bastantes quebraderos de cabeza a quienes trabajábamos en la sociedad Bilbao Ría 2000.

Ayer, por cortesía de Iberdrola, pude pisar la azotea de aquel edificio que ya no es una maqueta como aquella con la que Ángel, Javier y yo anduvimos pisando ferias y exposiciones, sino una realidad.

La torre y la plaza de Euskadi frente a ella han quedado fantásticas.



Pasen y vean

Muelles de Bilbao Foto Blog Radiaciones

Mi amigo Manu es ingeniero. Un hombre organizado y metódico, al que el caos nunca ha conseguido vencer, muy al contrario de lo que nos pasa a quienes vivimos dominados por él. Vencedor de ese enemigo insidioso, siempre ha encontrado tiempo para atender a las personas con las que trabaja, para los amigos y para su familia. Los expertos dirían que tiene mucha inteligencia emocional, yo me quedo en que le sobra sentido común.

Los ingenieros como Manu transforman el mundo físico. Hacen que lo imposible sea fácil: atravesar un río, amarrar un buque de miles de toneladas, volar a 10.000 metros de altura o simplemente lavar y secar la vajilla. Todas esas cosas y miles de otras más tuvieron detrás a un ingeniero que se enfrentó a dificultades y problemas inimaginables para mí. Problemas que no se resolvían solo con la calculadora; que, todo lo contrario, requerían imaginación y curiosidad. Nada de mentes cuadradas, si acaso ordenadas, que es muy diferente.

Frente al Ayuntamiento están haciendo estos días una obra de refuerzo de los viejos muelles bilbaínos, esos mismos que domesticaron la ría y la transformaron de cauce de agua en cauce de riqueza. En medio de la atareada vida urbana, el lunes pasado una máquina perforaba la ribera con un inmenso tubo. Desde el puente y desde la orilla de enfrente, en pie, cómodamente sentados o con una ojeada rápida al pasar gentes de toda edad, no solo jubilados, seguían atentamente el ruidoso espectáculo de aquellos titanes de hierro, en lucha contra el lodo y el agua. Me acordé de Manu, que me habría explicado con detalle y pasión lo que aquellos hombres enfangados estaban haciendo.

El circo del ser humano cambiando el mundo para acomodarlo a sus necesidades es un espectáculo tan antiguo como nosotros mismos. No es de extrañar que tenga una capacidad de convocatoria tan universal. Hay una serie televisiva que muestra grandes obras y complicadas operaciones industriales; una suerte de National Geographic pero en el que los exóticos y elegantes salacots son sustituidos por los nada glamurosos cascos de seguridad.

Se suelen hacer bromas a cuenta de los veteranos que se dedican a observar las obras urbanas pero la verdad es que contemplar en vivo y en directo algunos trabajos es un espectáculo asombroso y cautivador que solo requiere disponer tiempo, algo que los mayores tienen y que a los demás nos falta siempre. No pude quedarme a mirar -no tenía tiempo con el que pagar la entrada- pero no lo duden: me quedé con las ganas.

Publicado en Danok Bizkaia el 9 de marzo de 2012

La camarera inepta


La camarera de la estación de autobuses había desarrollado esa destreza, tan habitual detrás de las barras, de no ver a las personas que se tienen delante. Mientras atendía con desesperante parsimonia a la única clienta que me precedía vi cómo se llenaba la barra de gente; lo normal en la cafetería de una estación, donde los clientes irrumpimos todos de golpe y con poco tiempo. Terminado y cobrado aquel servicio levantó la vista con expresión falsamente aturdida como si descubriera en ese momento mi presencia y la de los demás viajeros. Por supuesto atendió a la primera persona que vieron sus ojos, que justamente acababa de entrar en ese instante. Se hizo evidente que a todos nos esperaba la incómoda tarea de competir por la atención de la adormilada empleada.

Tenía poco tiempo pero no tan poco como para no poder explorar las inmediaciones de la parada. En un minuto encontré un bar con vistas a la catedral, un camarero eficiente, cruasanes de pastelería y sin la frialdad cochambrosa y sucia de las cafeterías de estación.

No nos gusta que las contrariedades de cada momento tuerzan nuestros planes y solemos reaccionar con fastidio, irritación e incluso ira. Sin embargo a menudo esos mismos imprevistos incómodos nos permiten explorar opciones nuevas, tal vez mejores que las que en principio esperábamos. Es solo cuestión de manejar nuestros impulsos de manera positiva y no dejarnos llevar por esas emociones tóxicas que son las que nos impiden explorar y disfrutar de las nuevas oportunidades, que en mi caso fueron un breve pero relajante paseo, un buen café y un cruasán excelente.

Todo gracias a aquella camarera inepta.

Publicado en Danok Bizkaia el 2 de marzo de 2012

viernes, 24 de febrero de 2012

El llamador automático

La pieza con botones del frente era lo más. ¡Un control remoto!

Si tiene cierta edad tal vez recuerde aquellos grandes contestadores automáticos, provistos de dos cintas magnetofónicas paralelas, que adornaban las casas de personas modernas y activas; aquellas que no querían perderse ni una llamada ni un negocio.

Pues el martes fui víctima de un artilugio similar pero de funcionamiento opuesto: Era un llamador automático. Un chisme que me llamaba él a mí, como si se tratase de un absurdo traído al mundo real desde el otro lado del espejo de Alicia.

Sonó el teléfono en casa y al descolgar una grabación me retuvo indicándome, entre otras extravagancias, que estaba hablando con mi asesor de telecomunicaciones. Eso dijo: “mi asesor”. Esperé unos momentos y una teleoperadora se presentó preguntándome con quién estaba hablando. Naturalmente mi respuesta fue preguntar con quién estaba hablando yo, ya que no sabía que hubiese contratado ningún asesor de telecomunicaciones personal. Pero la única respuesta fue que me iba a explicar -a la hora de comer- unas supuestas ofertas en telefonía.

La maquinita diabólica que me había llamado no era, por supuesto, una creación onírica de Lewis Caroll, sino que tenía la función, bien pedestre, de asegurarle a la operadora que al otro lado de la línea había ya alguien esperándola antes de ponerse ella misma al teléfono. De esta forma su empresa ganaba tiempo a base de hacérmelo perder a mí. Parece increíble pero fue tal y como lo cuento.

Dicen que la buena educación es la grasa que hace que la sociedad no chirríe, que alivia los roces, evita conflictos y es lo que impide que, en última instancia, nos matemos unos a otros. Puede que no sea tanto pero es seguro que para vender algo la primera condición es no despreciar al cliente, que no nos hagan ver que su tiempo vale más que el nuestro.

Lo peor de esas prácticas es que se aprovechan innoblemente de la buena educación de la gente, que nos impide mandar a paseo a una teleoperadora que no tiene culpa. Consciente de ese abuso yo sí lo hice, y con toda rotundidad. Pobre chica.

Publicado en Danok Bizkaia el 24 de febrero

martes, 21 de febrero de 2012

Agua sucia


Nuestra flamante ministra de Empleo, Fátima Bañez, ha dicho, en relación con las nuevas normas que abaratan el despido y precarizan los empleos, que “marcarán un antes y un después”. Seguro que tiene razón, cada minuto de nuestra vida marca un antes y un después. Un tópico, obviamente indiscutible.

Lo que ninguna ministra me discutirá a mí es que a partir de ahora va a ser más fácil despedir a quien tenga un empleo, que quien lo pierda se llevará a casa menos dinero con el que sobrevivir antes de encontrar otro y también que será más fácil que quien mantenga su trabajo vea sus condiciones alteradas a peor de un día para otro, le guste o no.

Dicen unos que esta reforma facilitará el dinamismo empresarial y, por consiguiente, la creación futura de más empleos. Otros auguran lo contrario: menos dinero, menos dinamismo y más pobreza. El tiempo colocará a cada cual en su sitio, pero lo que es seguro es que, de entrada, lo que va a brotar es lo peor de nuestro tejido empresarial. Del mismo modo que siempre que se abre una válvula lo primero que sale es el agua sucia, esta reforma va a permitir que las empresas más oscuras ¡ay! lo tengan a huevo.

Se despedirá más, se pagará menos, se maltratará a los que queden y habrá menos dinero para las empresas medianas y pequeñas en las que usted y yo compramos. Lo que ahorren éstas en sueldos lo perderán en ventas.

La pregunta no es si tal cosa va a ocurrir sino cuánto tiempo va a durar y a cuántas familias se llevará esta reforma por delante. Se puede ser competitivo vendiendo miseria más barato que nadie o creando productos valiosos para personas que puedan pagarlos, pero es que a un país empobrecido solo le queda la primera opción: la del agua sucia.


Publicado en Danok Bizkaia el 17 de febrero de 2012

domingo, 12 de febrero de 2012

Morirse es muy natural

Caroline Lowell era una mujer australiana que durante mucho tiempo luchó para lograr que las mujeres pudieran parir en su casa, lejos de los ambientes hospitalarios. Hace unos días murió precisamente en su casa, de una hemorragia durante el parto. Tenía 36 años.

Se extiende la costumbre de no vacunar a los niños y leo que solo en Madrid durante 2011 se diagnosticaron 588 casos de sarampión, muchos más que los 29 del año anterior. La tos ferina ha pasado allí de 1,56 casos por cada 100 mil habitantes a 5,5 (un incremento de más del 250%). Cierto es que muere poca gente de parto en casa o de estas enfermedades, que se consideraban prácticamente erradicadas, pero también es cierto que esa estadística no consolará a los familiares de la señora Lowell ni a los de los demás fallecidos.

El enorme éxito de la ciencia, de la tecnología y de una medicina accesible nos ha hecho creer que la buena salud es no solo algo normal sino también fácil, y pronto hemos olvidado el dolor, el sufrimiento y la muerte que fueron lo natural durante milenios de historia de la humanidad, hasta que llegó en nuestro auxilio la ciencia con sus técnicas y sus "venenos".

Lo que sí percibimos con claridad son los inconvenientes de los fármacos y de la tecnología médica, tan avanzada que a menudo nos abruma y parece que nos robase el control sobre nueva propia vida. Hay un recelo lógico y por eso nos apuntamos enseguida a las terapias llamadas naturales o alternativas.

Seguramente el parto en casa es muy natural y desarrollar tus propias defensas enfrentándote a una enfermedad con toda su virulencia intacta es también natural pero que las mujeres y sus bebes mueran en los partos y los niños fallezcan de enfermedades contagiosas siempre ha sido de lo más natural. Siempre. Y no necesitan irse a la antigüedad: basta que pregunten a las abuelas. Ellas les dirán.

El riesgo cero no existe. Sólo vivir es arriesgado y las personas deben poder elegir su opción pero -eso si- con información, asumiendo los riesgos, sin engañosas seguridades, aceptando que la naturaleza no siempre se pone de nuestra parte y que morirse es una cosa de lo más natural.

Publicado en Danok Bizkaia el 10 de febrero de 2012

jueves, 9 de febrero de 2012

El fin de una excepción


El Parlamento Vasco ha aprobado hoy, por fin y con un consenso completo, el dictamen que pondrá fin a algunas situaciones de privilegio para los políticos instauradas en el tiempo de la transición.

Hace 31 años se establecieron unas condiciones especiales para las personas que se dedicaban a la política, privilegios que tenían por objeto compensar la situación en que se encontraban algunos políticos que habían desarrollado su tarea en el exilio o en la clandestinidad y que, como consecuencia, no habían generado derecho a pensión alguna. La Ley acudió en ayuda de estas personas cuyo concurso era entonces simplemente imprescindible para construir la democracia. Por otra parte, la política se presentaba en aquel momento como una nueva actividad abierta, necesitada de profesionales competentes a los que la vida pública de la recién estrenada democracia les iba suponer sin duda la amputación brusca, y acaso irreversible, de sus carreras laborales.

Aquellas previsiones, que de suyo eran coyunturales, se acabaron convirtiendo en un privilegio al consentirse su permanencia pasado aquel momento de excepcionalidad. Sin embargo, resultó mucho más cómodo mantenerlas que suprimirlas y pasaron gobiernos uno tras otro sin que nadie se metiese en ese jardín. El resultado fue que tales privilegios contribuyeron finalmente a echar más leña al nada inocente fuego del desprestigio de la política, llegando a escucharse auténticas leyendas urbanas sobre unas condiciones tan escandalosas como falsas que tendríamos de por vida los miembros del Gobierno o del Parlamento.

Por fin, con el primer Gobierno Vasco que preside un Lehendakari socialista y con el impulso decidido del PSE en el Parlamento se ha instado la supresión de tales privilegios de forma que las excepciones sean eso, excepciones, como las que corresponderán exclusivamente a los ex Lehendakaris.

Para reparar esa injusticia se han cometido, inevitablemente, otras, ya que personas que tenían derechos legalmente reconocidos y sabiéndolo habían actuado en consecuencia, los perderán, pero tales casos no pueden justificar la existencia de una situación tan poco presentable, que aleja además a los políticos de la calle.

Los altos cargos del Gobierno de Patxi López serán los primeros que ya no tendrán aquel blindaje cuando dejen de serlo y su situación será las que les corresponda entonces según su vida laboral, exactamente igual que el resto de contribuyentes. Del mismo modo los parlamentarios nos equipararemos también al resto de los ciudadanos, recuperando el derecho, que hasta ahora no teníamos, de cobrar desempleo como todos los demás cotizantes y que era, por cierto, lo único que nos diferenciaba.

Hace unas semanas los parlamentarios socialistas -solo nosotros- hicimos pública nuestra declaración de bienes e ingresos, lo que en mi caso concitó bastante choteo de mis amigos sobre mi “penosa” situación patrimonial.

Dudo mucho que estas decisiones vayan a tener alguna repercusión en los ruidosos círculos de opinadores públicos y privados tan aficionados al veneno, pero creo que son gestos razonables y transparentes que resultan obligados. Y espero que con el tiempo, contribuyan a recuperar entre la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas cabales el prestigio y el respeto que la actividad política merece. El tiempo lo dirá.

viernes, 3 de febrero de 2012

Televisión, internet y encuestas

El Gobierno Vasco ha realizado un interesante estudio sobre medios de comunicación. Leyéndolo con un poco de atención destaca la extraordinaria penetración de Internet como medio de comunicación, no muy por detrás de la antes omnipotente televisión, a la que la web pisa los talones como medio de referencia en general. La red, es, de hecho el principal medio que los encuestados para formarse y aprender cosas (42%) muy por encima de la propia televisión (27%).


Fuente: Irekia - Gobierno Vasco

Es una tendencia que va a más y que está revolucionando profundamente el entorno de los medios de comunicación audiovisual con muchas e importantes consecuencias que se harán evidentes más pronto de lo que creemos. El consumo audiovisual ya no es lo mismo que el consumo televisivo. Internet ha destruido para siempre el monopolio de la tele y los viejos tiempos no volverán.

Pero no me resisto a señalar otros datos estupendos que facilita la encuesta. A saber: los cuatro tipos de programas preferidos por las personas que ven la televisión son estos:
  • Los informativos, que los prefiere el 55%
  • El cine, con un 36% de adeptos
  • Las series y comedias que gustan al 25% de los televidentes
  •  Y los programas culturales y documentales, que es lo que gusta al 25%
jejeje, que risa me está dando...
Luego viene ¡nada menos que 10 puntos por debajo de los documentales!....el fútbol, seguido en el mismo porcentaje, por los demás deportes.
...jua jua jua...
Casi lo mismo que el fútbol (dos puntitos menos) los vascos decimos que apreciamos los programas de debate, entrevistas, tertulias culturales o políticas.
...me parto...¡casi lo mismo que el futbol!
Entre el cero y el tres por ciento es lo que nos gustan –decimos a los encuestadores- los magazines de la tarde y los realitys.
(Tengo que parar un momento porque las carcajadas me impiden teclear con tino).
Recuperado el aliento sigo viendo datos y compruebo que mientras TVE1 es considerada mayoritariamente de bastante calidad (45%), Tele 5 arrasa en las categorías de poca (35%) y ninguna calidad (28%). No solo eso sino que es, con enorme diferencia (25 puntos sobre la siguiente), la ganadora en la pregunta “canal que menos me gusta”. Nada de particular si no fuera porque dos páginas antes esta cadena cuya calidad se califica de forma casi infamante ha quedado nada menos que segunda en el ranking de canal preferido y no demasiado lejos de la ganadora, que es la 1 de TVE.
Lo cierto es que la encuesta es realmente interesante, con datos también sobre radio y prensa, y merece la pena verla pero es que las cosas que dice la gente sobre la televisión son de traca y no me he resistido a comentarlas.

El espejismo de lo importante

Si usted se está molestando en leer esto, cosa que le agradezco de corazón, probablemente es porque le gusta estar informado. Es probable que a estas horas haya escuchado ya algún informativo en la radio o en la tele. Hace usted muy bien en escuchar o leer noticias, considerar opiniones y formarse la suya propia.

Pero recuerde que no es lo mismo estar al corriente de la actualidad que estar informado. La actualidad es una realidad que otros escogen por nosotros y nos sirven bien cocinada, pero no es “La Realidad”. Nos pasa que de tanto ver y escuchar en todos los sitios las mismas cosas, las mismas ideas, los mismos eslóganes, se nos forma el espejismo de que lo que nos narran es lo que pasa, lo único relevante que pasa. Pero no es así. Hay mucho más mundo que el que nos cuentan porque la función del periodista es escoger y, por consiguiente, desechar. Y en esa selección lo notorio, lo espectacular y lo dramático parte siempre con ventaja, aunque no sea en verdad lo importante. No olvide nunca eso y verá las noticias con un desapego más sano.

Si le han entregado este periódico en la escalera del metro, piense que lo que usted hará hoy, junto con lo que harán las personas que le acompañaban en su mismo tren, es -seguro- bastante más importante que casi todo lo que ocupará las portadas o los noticiarios. Sepa que aunque lo cotidiano solo alcance la categoría de noticia cuando hace ruido es, sin embargo, lo que verdaderamente mueve todo: lo que hace usted y la gente que le rodea.

Por supuesto le recomiendo que no pierda el interés por la actualidad, pero del mismo modo que no puede haber un partido del siglo cada quince días (por mucho que vociferen los comentaristas deportivos) tampoco cada día tiene que ser testigo de un acontecimiento histórico; y menos mal. Que tenga un buen día.

Publicado en DANOK Bizkaia el 3 de febrero de 2012

sábado, 28 de enero de 2012

No corras, que es peor


Cuando de niños nos cazaban en alguna travesura esa era la advertencia que solía preceder al cachete. Hoy no corremos delante de una zapatilla sino detrás de casi todo.

El apresuramiento parece un ingrediente imprescindible en nuestra vida, en la que demostrarnos a nosotros mismos, y a los demás, lo ocupados que estamos se ha convertido casi en una obligación social, en un gesto de buen tono. La consecuencia es que los minutos se nos escurren entre las manecillas del reloj como agua entre los dedos.

Hace un mes corríamos para comprar los regalos navideños y ahora corremos a ver el saldo de la tarjeta con el que pagarlos. Nos apresuramos en acudir a las rebajas antes de que se terminen las oportunidades y nos desazona no haber encontrado tiempo de aprovecharlas el mismo día en que empezaron, pero otras urgencias nos lo impidieron entonces.

Sin embargo, cuando lo urgente entra por la puerta lo importante suele saltar por la ventana. Ahí se nos va el tiempo para nuestros amigos, para nuestros padres o para nuestros hijos que aunque no parecen tener prisa, sí necesitan más atención de la que nos concede la tiranía de la prisa. La carrera cotidiana nos roba el rato para nuestras parejas que así nos sorprenden a veces con un alejamiento que no sospechábamos, y la obligación de llenar cada momento nos impide, sobre todo, estar con nosotros mismos, escucharnos y conocernos, como sabiamente recomendaba el antiguo templo de Apolo, en Delfos, y como actualmente recomiendan no solo los siquiatras sino también los cardiólogos.

Hoy lo que resulta urgente es disponer de tiempo para "nada", que al fin resulta ser el tiempo que usamos para lo realmente valioso. "No corras, que es peor" sigue siendo un buen consejo, aunque hayamos superado la edad de las trastadas.
 
Publicado en Danok Bizkaia el 27 de enero e 2012

domingo, 22 de enero de 2012

El doctor que no se resignó

Como sin duda ya sabrán ustedes el pasado viernes 13, mientras este nuevo periódico nacía, falleció en Bilbao el Dr. Juan Antonio Usparitza, conocido sobre todo por ser el fundador de la asociación de ayuda en carretera DYA.
Foto Luis Calabor El Correo

En el año 1966 Usparitza, un médico ya entonces reconocido y respetado en Bilbao,  optó por no resignarse y meterse en líos. Y así lo hizo. Decidió no aceptar que las personas que sufrían un accidente en carretera muriesen en las cunetas o a causa de traslados precipitados y erróneos, como desgraciadamente ocurría demasiadas veces.

Aquella labor pionera abrió los ojos a la sociedad y las sirenas de aquellas primeras ambulancias amarillas, que a veces conducía él mismo, empezaron a despertar en todos la conciencia de que no era aceptable la muerte de miles de personas; que el automóvil no podía cobrarnos ese peaje de muerte y de dolor en nombre de ningún progreso. Abrimos los ojos y empezamos a parar poco a poco aquella sangría.

Por fin, en la última década se han reducido en más de la mitad los accidentes de tráfico y también los fallecidos. Hoy hay 13.500 personas vivas en España que hubiesen muerto en los últimos 10 años de mantenerse las cifras de 2001.

Sin embargo la lección más esencial que nos dio este hombre fue su determinación a no dejarse llevar, a no aceptar lo inaceptable, a señalar con osadía lo que otros desdeñaban. Ni se acomodó ni se conformó ni se acostumbró. Vio entonces lo que quería cambiar y lo cambió. Con esfuerzo y tesón abrió el camino que luego ha seguido una sociedad que hoy es mejor.

Todos tenemos cosas que quisiéramos cambiar, sea en el mundo entero, en nuestro circulo privado o -las más difíciles- dentro de nosotros mismos. Las personas que mejoran su mundo también transforman inevitablemente su propia vida. Pero para hacerlo hace falta tener los ojos bien abiertos para ver lo que no deseamos y la determinación y coraje para no conformarnos con ello.

La rebelión de Usparitza fue la atención a las personas accidentadas ¿Cuál será la mía? ¿Y la de usted? Hoy es un buen día para pensarlo, y para empezar a no resignarse.

Publicado en DANOK Bizkaia el 20 de enero de 2012

viernes, 13 de enero de 2012

La ropa la compraban las madres

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las tareas “propias” de hombres y de mujeres estaban muy bien definidas: Los hombres no cuidaban de los bebés, ni entraban en la cocina mientras que las mujeres no pisaban los bares, ni trabajaban fuera de casa una vez casadas.  Conviene recordar que hasta avanzados los años 70 en España una mujer casada, aunque tuviese ingresos propios, necesitaba legalmente el permiso de su marido para disponer de su propia cuenta bancaria o para viajar al extranjero. Era así y lo era para desgracia de todas y de todos.
Imagen de:

Precisamente una de las tareas propias de la mujer casada, que salvo rarísimas excepciones no trabajaba fuera de su hogar, eran las compras. Con lo que su economía familiar les permitía compraban la ropa para los hijos varones y para el marido y si alguien les acompañaba en la búsqueda y selección eran las hijas o los chicos cuando éramos pequeños.

Aquello no solo tuvo como consecuencia generaciones de hombres perfectamente ineptos para el mundo del textil, que afortunadamente ya vamos remontando, sino que creó unos estándares en los sistemas y en los horarios de venta que han saltado por los aires con la incorporación de la mujer a la educación y a la vida laboral. La auténtica revolución de fondo que nos trajo el final del siglo XX.

Ahora que tanto hombres como mujeres, casados o solteros, trabajan (cuando pueden hacerlo) los horarios comerciales de antaño ya no sirven porque ya pocos y pocas disponen de los días laborables para comprar, como sí pasaba antes. Estos días asistimos en Bilbao a una polémica muy lamentable sobre la apertura en festivos en la que los gritos, improperios y amenazas no dejan que se oigan voces partidarias de que se pueda llegar a un acuerdo que regule cabalmente una realidad que nos viene imparable. Tan imparable y profunda como esa misma revolución que ha venido de la mano de las mujeres y que, entre otras muchísimas cosas, ha hecho que comprar la ropa ya no sea tarea “propia” de las madres, afortunadamente para todas y para todos.

Reconocer la realidad y adaptarse a ella siempre será mejor que negarla hasta el momento final en que inevitablemente nos pase por encima, porque entonces lo hará arrasando con todo.

Publicado en Danok Bizkaia el 13 de enero de 2012

lunes, 2 de enero de 2012

Un paseo por la noche de Madrid

Después de estos días de cenas, comidas y otros festejos culinarios, hoy mi cuñado y yo hemos tenido la necesidad imperiosa de darnos un paseo nocturno por las calles de Madrid (que puede ilustrarse con la obra de Luigi Boccherini, de similar nombre, que adjunto).

Hablábamos de las dificultades que atraviesan ahora muchas empresas y me remarcaba que eso es especialmente cierto en aquellas que creyeron antes de la crisis que lo que importaba era trabajar y producir, las que mantenían sus activos económicos y humanos y reinvertían sus beneficios en ellas mismas en lugar de repartirlos entre sus dueños. Esas son las que peor lo están pasando -me decía-.

Todo lo contrario de aquellas empresas que hicieron caso a los consultores empresariales más diligentes y modernos, que les recomendaban esconder los beneficios, hacer un poquito de ingeniería contable, poner testaferros por medio, pensar en el beneficio y no en el trabajo ni en el cliente, convertir sus activos reales en créditos seguramente impagables pero siempre más ventajosos fiscalmente, mantener en definitiva sus empresas en “la nube”.

Me decía Rafa que los responsables de estas últimas empresas siguen siendo ricos, que siguen disponiendo de dinero y de oportunidades y que la crisis les ha cogido con sus beneficios privados a buen recaudo. Quienes hicieron caso a los asesores financieros han salido muy bien parados de ésta. El único problema fue que sus empresas quebraron, por supuesto, pero los únicos desamparados han sido quienes trabajaban en ellas, nunca ellos mismos.

Definitivamente Rafa y yo somos unos antiguos. (Yo incluso para la música, como se puede ver)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Euskadi. La taifa fiscal

Fiesta de Moros y Cristianos en Caudete

Cuando en Europa se está hablando nada menos que de armonización fiscal para toda la Unión, resulta que aquí, en un pequeño territorio, con los mismos habitantes que algunos barrios de metrópolis europeas, dicen que ellos que no.

No que no quieran ser Europeos, ni tampoco que amenacen con quedarse fuera de esa armonización, aún lejana, pero que se apunta como herramienta de lucha contra la crisis. Nada de eso. Esa aldea resistente, se resiste sobre todo a ponerse de acuerdo consigo misma, y retuerce sus propias leyes en defensa de una concepción completamente anacrónica del territorio, de la política y sobre todo…ay!...de la fiscalidad.

Ese pequeño país, tiene él sólo tres haciendas que se llaman forales, para apelar a la tradición (además de otra invitada). Tres haciendas que no se ponen de acuerdo en casi nada: ni pagan lo mismo los ciudadanos con iguales ingresos ni los tres Gobernadores dejan que nadie les coordine, incluso aunque lo digan sus propias leyes.

Allí los trabajadores por cuenta ajena aportan el 80% de la recaudación y de entre ellos los mejor pagados, que son el 10%, ponen solos la mitad del total. Pero los que parece que lo pasan peor son los profesionales, los autónomos y quienes no cobran una nómina, que declaran -fíjese- un 40% menos de ingresos que los trabajadores, a muchos de los cuales les pagan ellos mismos. Sabido es que hay casos de sueldos altos y casos de negocios, despachos y bufetes ruinosos pero no falta quien piensa que hay algo que chirría aquí.

Gente malpensada, sin duda, que dice cosas como que el volumen del fraude en Euskadi, que así se llama el país, puede llegar a 2.500 millones, lo mismito que les cuesta a los vascos todo su sistema educativo.

Pero el celo foral que hunde sus argumentos en las tradiciones más rancias y antiguas hasta hacerlos dogma no consiente ni coordinarse ni que nadie acceda a los datos fiscales de los contribuyentes de cada cual. Especialmente celoso en esto es el responsable del Gobierno Vizcaíno.

Si que hay tradiciones bonitas y sólidas ¿verdad? que aguantan siglo tras siglo. ¿será eso o será otra cosa?. Eso sí…qué oferta gastronómica tienen, oiga!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Un villancico algo especial

Del mismo modo que ocurre hoy, y con no poca polémica, alguien ha tenido que pagar siempre a los músicos. En otros tiempos fueron los poderosos y dentro de ellos la Iglesia era de los más, si no la más poderosa. Por eso la música religiosa fue, durante siglos, la única música culta, que se componía, ejecutaba y "cifraba".

Los villancicos, que hoy asociamos exclusivamente a la música religiosa, fueron en su inicio (Siglo XV en adelante) simples canciones profanas con estribillo, lo que contribuía a su memorización y consiguiente éxito. Sin embargo pronto entraron también en los templos y adoptaron letras de sentido religioso hasta el punto de que hoy los asociamos a la música navideña católica.

Hoy pongo aquí uno de mis favoritos: el Villancico a Santa Bárbara, de José Cascante (1640-1702) a cargo de la Camerata Renacentista de Caracas dirigida por Isabel Palacios, que tengo en un álbum titulado Musique à la Cathédrale Santa Fé de Bogotá (así, en Francés). A ver si os gusta.


Candidato a premio al peor anuncio


Y ya puestos a hablar de anuncios he visto en un diario el peor anuncio en muchos años, y mira que los hay malos.

Hay personas que parecen creer que todo el “mundo mundial” piensa todo el rato y se preocupa por lo que ellas hacen, que su tarea es tan transcendente que nadie osará ignorarla jamás, que matrimonios y solteros nos levantamos cada mañana pensando en eso a lo que ellas se dedican y que no dormimos a gusto hasta no tener la información que nos facilitan, que devoramos -faltaría más- con lógica avidez.

El anuncio adjunto es una demostración de que estas gentes existen de verdad y que, imbuidos de tan onanista convencimiento, ni se les ocurre pensar que deban captar una atención con la que parecen convencidos de que ya cuentan de entrada -estaría bueno-.

No se rebajarán, no, a contratar a un profesional de la publicidad que les podría hacer ver -insultante- que no son el ombligo del mundo y que en consecuencia les recomendaría “humillarse” a tener que interesar y convencer a los lectores. Nada de eso ¡hasta ahí podíamos llegar!

Lo peor de todo es que el anuncio es de la Fundación Vasca para la Excelencia e “informa” de la entrega de Premio Vasco a la Calidad y Excelencia en la gestión (sic). Tela.

El público progresista

Ayer, en una importante reunión de mi partido pude escuchar a algunos participantes hablar con pasión del sector social que “auténticamente” corresponde atender a la izquierda, que es siempre el de los más desfavorecidos.

No discuto sino que afirmo la implicación solidaria y moral que la izquierda ha tenido siempre -y que sigue teniendo- pero no pude evitar la sensación de que, frente a las dificultades, estábamos ante la peligrosa tentación de refugiarnos en el confortable calor de lo conocido, en donde nunca falta la afable compañía de los propios ni tampoco las apelaciones a la mitología del santoral laico del socialismo español (…desde Pablo Iglesias a Ramón Rubial…-se dijo-). El cariño y el respeto que desde hace tantos años tengo por algunos de los compañeros que así hablaron no fue suficiente para disipar las muchas dudas concretas que en mí siempre acompañan a las pocas certezas genéricas.

Una de esas pocas certezas es que la izquierda es mucho más que la mera solidaridad colectiva con los más desfavorecidos y que, por el contrario, siempre ha avanzado claramente hacia el diseño, implantación y gobierno de una sociedad más justa y solidaria y, por consiguiente, inevitablemente más rica y próspera.

Ni vivimos en los tiempos de Pablo Iglesias (muy criticado por cierto en su tiempo) ni nuestro espectro sociológico es ya el del proletariado tradicional. Y es así precisamente porque las alternativas de la izquierda han transformado exitosamente nuestra sociedad, convirtiéndose en auténticos estándares y generando -como digo- no solo más justicia sino también más riqueza.

Sé perfectamente de dónde vengo y cuál es la historia del socialismo español pero ni quiero olvidar lo muchísimo conseguido ni me gusta nada la melancolía, porque nos hace perder las energías que necesitamos para caminar y pasar "frío ideológico" ahí fuera, que es donde está la realidad.

Hoy, mientras leía los suplementos de los periódicos, he visto hasta qué punto se ha transformado la sociología de las personas, incluso de las que compran prensa de innegable tendencia progresista. Los anunciantes, que viven de eso, lo saben perfectamente. No hay más que ver las primeras páginas. Ahí están...



miércoles, 14 de diciembre de 2011

Fíjate tú!, 2ª parte (Más gráficos interesantes)

Cuando se habla de los impuestos y de la riqueza es habitual tener que escuchar como argumentos solidísimos algunas grandes bobadas. Hace tiempo que publiqué un gráfico interesante sobre la presión fiscal en España, que reproduzco abajo a la derecha, y hoy he visto éste otro, a la izquierda, sobre la renta per cápita. Se confirma no solo que los países más ricos son aquellos en los que más impuestos se pagan (paraísos fiscales aparte) sino que en España la presión fiscal está muy por debajo en relación con su riqueza. Para que la próxima vez no os hablen "de oídas".

Ambos gráficos los he extraído del diario El Correo, Bilbao.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Capitalismo estúpido

En defensa de una educación plenamente vocacional mi mujer y mi cuñada afirman que “es mejor estudiar en la universidad lo que te gusta y te motiva aunque termines fregando en un supermercado, que estudiar con enorme sacrificio lo que todo el mundo recomienda para acabar fregando en un supermercado”.
Foto El Mundo Today

Ya ven que no muy lejos de las expectativas laborales que la mayoría de los jóvenes tiene en este momento. Cierto es que estamos en una crisis muy profunda pero también lo es que el empobrecimiento de los trabajadores, incluso de los que cuentan con formación superior, lleva lustros creciendo, especialmente en los tiempos de plena bonanza (que nadie llamaba bonanza entonces).

Y ya no son sólo los jóvenes quienes sufren esa miserización sino que se ha convertido en el paisaje contractual y salarial normal para un inmenso número de personas, incrementando la bolsa de los denominados “trabajadores pobres”.

Disponer de trabajadores baratos y sin derechos es estupendo para la cuenta de resultados a muy corto plazo de las empresas (que es la única visión con la que se gestionan ahora casi todas) ya que facilita que sus productos o servicios se presenten en el mercado en condiciones de precio (solo de precio) muy ventajosas. Sin embargo para que exista un “mercado” es imprescindible que a él acudan no solo los que venden sino también los que compran y ahí está el problema.

La fábrica de Volkswagen de Navarra no vende coches porque la gente no tiene dinero para pagarlos y tira con el viejo. Casi la mitad de los beneficiarios vascos de viviendas de protección oficial, renuncia a lo que antes se consideró “un chollo” porque su banco o caja no les concede ahora el crédito para poder pagar la parte del precio que tienen que afrontar. Los expertos hablan ahora preocupados de una “compra defensiva” en alimentación plagada de marcas blancas y hasta los expertos sanitarios nos previenen de un previsible deterioro de las condiciones de salud derivadas de una dieta de crisis, menos saludable, porque “una hamburguesa cuesta menos que dos manzanas”.

Veo que el Presidente de la Bilbao Bizkaia Kutxa, Mario Fernández, se ha dado cuenta ahora y ha comprado el discurso que Alfredo Pérez Rubalcaba explicaba en la reciente campaña electoral: Que una austeridad a ultranza no nos permitirá salir de la crisis.

Lo cierto es que el capitalismo sin control contiene en sí mismo las semillas venenosas de su propia destrucción:
  • Ningún competidor fue nunca partidario de la libre competencia, solo que no podía evitarla. Ahora las grandes corporaciones industriales y financieras se saben capaces de acabar con la libertad de mercado. Y lo han hecho.
  • Toda empresa prefiere el mínimo costo salarial posible pero, sin embargo, necesita que el resto de empresas no hagan lo mismo para que los empleados de las demás puedan comprar lo que ella produce.
  • La búsqueda del beneficio inmediato a toda costa de unos pocos irresponsables obliga a sus competidores cabales a subirse a esa rueda, que saben de locura, simplemente para poder sobrevivir.
  • La concentración de la riqueza en muy pocas manos aumenta la pobreza del conjunto de la sociedad.
Decía el verdadero liberal Tomas Jefferson en 1802 que "las instituciones bancarias son más peligrosas que un ejército preparado para el combate". Así es; sin control público, sin Estado, sin la acción de la política en definitiva, el neoliberalismo (nada liberal por cierto) nos lleva al abismo.

Y aquí todavía hay quien dice que el problema es el Estado. Ya que no escuchan a Rubalcaba, dígales usted algo Sr. Fernandez a ver si a usted le hacen algun caso. Ya que obviamente no son partidarios de aplicar criterios de justicia, que al menos sea por la pasta

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Fin de la garantía?

El malecón se ve bajo el agua. Foto MARM

Un viejo amigo arquitecto me dijo una vez que los romanos eran los peores ingenieros del mundo. Probaba su afirmación apelando a la extremada longevidad de sus construcciones y a su capacidad de soportar usos que jamás pudieron siquiera imaginar sus constructores, como por ejemplo el paso de camiones de motor y gran tonelaje. Le parecía a mi amigo que hacer algo capaz de soportar lo imaginable y también lo inimaginable no era una demostración de eficiencia. Y posiblemente tenía razón.

Pero Esteban hacía esta afirmación con ánimo provocador y no ignoraba que los latinos trabajaban pensando que su mundo duraría para siempre. Cayo Julio Lacer, maestro constructor del puente ahora llamado de Alcántara, en plena Vía de la Plata extremeña, dejó escrito en su obra: PONTEM PERPETUI MANSVRVM IN SECULA MVNDI (El puente que permanecerá en pie por los siglos del mundo).

Hoy leo que en la maravillosa villa de Lekeitio tienen problemas con el malecón de Lazunarri, construido para proteger la zona portuaria de la acumulación de los sedimentos que arrastra el río Lea en su desembocadura. El malecón es un muro submarino que une la costa con la isla de Garraitz. En marea baja muchos lo hemos recorrido andando para llegar a la isla y muchísimos han descubierto sorprendidos que cuando el agua sube no hay más remedio que nadar para volver.

Todo sería normal si no fuese porque también he leído que ese malecón cuya rotura está creando ahora problemas a la flota pesquera fue construido nada menos que en el siglo XVIII.

Me llama la atención que hoy, quienes vivimos tantos años depreciemos el valor de lo que hacemos y lo consideremos tan provisional mientras que hombres y mujeres cuya esperanza de vida era de pocas décadas viviesen como si su mundo fuera a ser eterno. Y así construían las cosas, no solo los romanos. Tal vez Obelix se equivocaba y los locos seamos nosotros

Recomiendo el excelente documental “Obsolescencia programada. Comprar, tirar, comprar”. ¿Tendrá la crisis algo que ver también con esto?

lunes, 7 de noviembre de 2011

Contra el debate


Faltan varias horas para el debate televisivo entre Rajoy y Rubalcaba y voy a aprovecharlas para escribir estas líneas ahora, antes de su celebración, para que nadie pueda pensar que lo escrito esté motivado por un supuesto mal papel que haya podido hacer mi candidato (que es el socialista, por supuesto) y al que dan por “ganador” las apuestas.

Como ya he escrito en este blog, no me gustan los debates políticos televisivos. Debo ser “rara avis” pero es así. Creo firmemente que el deterioro de la calidad de la política tiene mucho que ver con su conversión en un espectáculo y con el consiguiente abandono de la reflexión serena y responsable. Un deterioro que me parece ya alarmante y que ese debate que emitirán las televisiones esta noche sólo va a contribuir a incrementar.

La televisión es un medio perfectamente inadecuado para que se manifieste en ella la reflexión responsable, atrevida y (cuando haga falta) impopular. Todo lo contrario, allí lo que vende y lo que gusta es la bronca, el ingenio hueco, la pose superficial y las técnicas de telegenia. Nada que a mí me importe a la hora de escoger a quien vaya a conducir mi país.

Por si fuera poco, emisoras de radio y otros medios de comunicación, ya están dando la matraca con el tema. Ni una reflexión he leído o escuchado que no tenga que ver con frases redondas de otros debates, con algunas afortunadas tonterías que se dijeron o con desgraciados argumentos que se emplearon. Cuando no con corbatas, peinados o gestos. La banalidad idolatrada.

De hecho si algo se ha criticado es la supuesta “rigidez” de las normas de respeto a los tiempos y a los turnos que se imponen en estos debates, ya que lo que gusta a la grada es la interrupción constante, la pelotera, la descalificación personal y todas esas tácticas de los debates con los que nos fustigan en los programas de la tarde, esos sí plenamente ajustados al medio televisivo, y que tanto gustan a la audiencia.

Pero lo peor de todo, lo más irritante es la tontería que se hartan de proclamar los opinadores de que el debate sería algo así como una prueba de calidad democrática, una herramienta imprescindible para la creación de opinión y una vía de refresco y regeneración que nuestra democracia necesitaría. Por el contrario, esta noche, como en todos los casos anteriores será la destreza en la dialéctica vacía, la agresividad medida hacia el contrincante, o la buena imagen física de los actores de esta pura comedia lo que contará. En mi modesta opinión, justamente lo que menos necesita nuestra democracia para recuperar el prestigio y el valor que ha perdido ante la ciudadanía.

No obstante, esta noche haré un esfuerzo, como en otras ocasiones, y lo seguiré hasta que no pueda soportar más ver cómo me toman por idiota, cosa que suele ocurrir a los pocos minutos del comienzo. Completaré este post a la noche informando de cuántos aguanté.
(lo puse en los comentarios)

viernes, 4 de noviembre de 2011

Política y felicidad

Escuchadas algunas de las quejas y reivindicaciones que menudearon con el movimiento de los indignados pensé que el evidente malestar social que expresaban tenía mucho que ver con la forma de comunicar la política.

Se ha convertido en algo general obviar, cuando no ocultar, las dificultades y problemas inherentes a cualquier acción o decisión política y sustituir esa incómoda complejidad por la simulación, contraria a toda realidad, de que se trata de decisiones sencillas, evidentes, indiscutibles y, sobre todo, sin otras consecuencias que las benéficas que se pretenden al proponerlas o adoptarlas. Nunca hay, ni puede haber, efectos secundarios. Todo es fácil y en consecuencia, sólo hay que acertar votando a quien propone que eso tan factible sea también lo que a uno le conviene que se haga.

Debo admitir que esta trampa resulta tentadoramente rentable desde el punto de vista electoral y muy del gusto, además, de la mayoría de los medios de comunicación, a los que la banalidad atrae como la miel a las moscas. Pero no por eso deja de ser una intolerable infantilización de la ciudadanía y una irresponsabilidad en quienes nos dedicamos a esto de la política. Una irresponsabilidad con consecuencias, por cierto.

Otro aspecto aún más venenoso de las tácticas de marketing político en uso es pretender inflar la importancia de la acción política, presentándola no como lo que es: reguladora de la convivencia, de los servicios y de los conflictos económicos y sociales, sino como nada menos que la causante y responsable de todo lo bueno y de todo lo malo que le pueda suceder a cada uno de los ciudadanos.

Esta pretensión, que seguramente sería exagerada incluso en un régimen totalitario de aquellos en los que el Estado anulaba por completo al individuo y sus opciones, deviene en quimera insostenible en una sociedad de libertades y de derecho. Sin embargo quimera delirante o irresponsable exageración, tal absurdo encuentra una asombrosa aceptación social.

Agobiados por la urgencia electoral, hemos hecho creer a la gente no que éramos responsables de las leyes y del Gobierno de la cosa pública sino que éramos responsables directos de su propia felicidad. Ahí es nada. Puede, como digo,  que tal cosa resultase atractiva para captar un votante impulsivo en plena campaña pero resulta evidente que colocaba el listón del éxito político a una altura metafísicamente inalcanzable. Nadie puede garantizarme mi felicidad, ni yo mismo, ni mucho menos mis representantes políticos.

La combinación de ambas tácticas: banalizar las decisiones políticas y sus consecuencias mientras simultáneamente se las elevaba a una categoría de cuasi-milagrosas en cuanto a sus resultados, ha tenido como consecuencia que los ciudadanos viene ahora a reclamar los mágicos resultados prometidos y a protestar por las consecuencias negativas de las que nadie les habló. Y, claro, el resultado no podía ser otro que el fracaso y la desafección. Y así ha sido.

Cuando escuché a Mariano Rajoy prometer que va a devolver la felicidad a España, me acordé de esta reflexión y pensé que ese es precisamente el camino equivocado, tanto para el PP como para el PSOE como para cualquier otro político.

He vivido profesionalmente del marketing antes de esto a lo que me dedico ahora y creo que es una técnica que ayuda muy adecuadamente a casar demanda y oferta. No tengo, por tanto, nada en contra de que se utilicen técnicas de marketing en política pero sin olvidar nunca que la política es algo muy profundo y los ciudadanos son mucho más que consumidores de eslóganes.