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lunes, 28 de marzo de 2022
Autónomos prisioneros
lunes, 21 de marzo de 2022
No entiendo lo del CIS
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lunes, 14 de marzo de 2022
El PP pacta con su escisión
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viernes, 4 de marzo de 2022
Ucrania y nuestro espejismo
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lunes, 28 de febrero de 2022
Sobredosis de momentos históricos
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Me gusta la historia, pero en los libros: los clásicos latinos, de los que nos diferenciamos tan poco; el medievo, apasionante pero estúpidamente despreciado o la Ilustración, con sus grandes descubrimientos científicos y geográficos que ampliaron la mente y achicaron el mundo.
Me tocó vivir la muerte de Franco (nos dieron libre) y la Transición que hoy se desprecia hablando del “régimen del 78” como si hubiera habido uno mejor. He visto en directo dos golpes de Estado, uno en el Congreso y otro en el Capitolio.
He vivido el final de terrorismo vasco pero padecí demasiado cerca todo el horror que vino antes de aquella rueda de prensa de hace una ya década (en efecto, no fue ayer por la tarde). Las torres gemelas las vi caer en la tele de un bar de Bilbao y los trenes de Atocha reventados en otra de una ciudad del sur de Francia.
Recuerdo algunas guerras, no todas. La de Vietnam la escuchaba de chaval en “el parte” antes de verla en Apocalipse Now. No olvido la de antigua Yugoslavia y los horrores inimaginables que nos relataron. Recuerdo también los pozos de Irak ardiendo y el hundimiento del General Belgrano con cientos de soldados argentinos muertos en el mar helado de las Malvinas.
Después de miles de años tranquilo, va un volcán y erupciona. Hoy todavía salgo con mascarilla por culpa de una maldita pandemia que cambió el planeta entero y ahora resulta que voy a asistir, espantado, a otra guerra en Europa, muy cerca de Chernóbil, en la que se puede jugar con armas nucleares.
Estoy cansado de vivir tantos momentos históricos. Preferiría quedarme con el día (histórico solo para mí) en que mandé mi primer correo electrónico o aquel en el que un amigo me mandó un mensaje que apareció mágica y sorprendentemente en mi Nokia.
Supongo que no me puedo quejar, comparando con lo que vivieron mis padres y mis abuelos, pero siento que tengo sobredosis de historia. Que ya está bien.
lunes, 21 de febrero de 2022
El extraño caso extremeño
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lunes, 14 de febrero de 2022
¿Por qué fallan tanto las previsiones?
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lunes, 7 de febrero de 2022
Ya no se puede contar con el Congreso
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miércoles, 19 de enero de 2022
Invierno laboral y demográfico
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Mordor político
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Lo de Garzón nada tiene que ver con la carne
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lunes, 20 de diciembre de 2021
Una antigua canción navideña para felicitaros el año
Es ist ein Ros entsprungen (una rosa ha brotado) es una conocida canción navideña que compuso un alemán luterano, Michael Praetorius. Vivió entre 1571 y 1621 y adoraba el estilo coral veneciano, por el que se dejó influir con gusto y pasión. Esta pieza tan bella en concreto ha sido cantada por católicos y protestantes a lo largo de la historia.
El arte y la belleza no tienen fronteras ni religiosas, ni de idioma, ni de identidad ni de ninguna clase porque hablan a los seres humanos en aquello que tenemos en común, que es prácticamente todo.
Este blog está en descanso hace muchos meses pero mi tradicional pieza musical navideña no podía faltarle a mis amigos. Son 3 minutos de paz.
Feliz 2022
domingo, 6 de junio de 2021
Jóvenes con la desesperanza de serie
Constato una vez más que el porcentaje de no emancipación es espectacular (64%) pero ya lleva años empeorando y todo apunta a que continuará por el mismo camino. Los datos respecto al retraso de la maternidad son también demoledores, con una media de edad para el primer y casi seguro único hijo de más de 32 años. Este último dato alarma a muchos aunque lo cierto es que no será mucho problema cuando, más pronto que tarde, los que hoy pasan nadando por El Tarajal vengan en los barcos de Transmediterránea con el billete pagado por nosotros porque necesitaremos la mano de obra que somos incapaces de crear por nosotros mismos para alimentar, cuidar y pagar las pensiones de los millones de ancianos sin nietos que nos resistiremos a morir.
Los jóvenes conocen muy bien la situación y, con más o menos rabia, la tienen interiorizada. Somos nosotros los que no queremos entenderla. Seguimos mirando los datos, cabeceamos preocupados ante un problema que somos capaces de reconocer en el papel, pero no de sentir. En el fondo seguimos engañándonos aferrados al “no será para tanto”. Por eso los jefes de personal se quejan cuando los jóvenes de ahora preguntan demasiado por los días libres y los horarios de trabajo al recibir una oferta, algo que nunca hacíamos los de nuestra generación.
Pero esos contratadores, viejos como nosotros, se equivocan cuando creen que detrás de esa defensa de su tiempo de ocio hay frivolidad o desapego; es peor, mucho peor. Lo que hay es una completa renuncia a la esperanza, hay la seguridad de que ese empleo que se les ofrece es como todos los demás que han conocido: un trabajo que será temporal, que no les permitirá consolidarse, que nunca les servirá para convertirse en adultos funcionales.
Los jóvenes ya han descontado, como dicen en bolsa, las expectativas. No se las crean porque saben bien que no se cumplirán. Por eso preguntan por el horario y por el tiempo libre, porque es lo único que les quedará después de trabajar: tiempo y algo de dinero para unas cañas, un concierto, una afición, algún viaje…nada que dure, como tampoco durará ese mismo trabajo que se les oferta.
A los viejos se nos hace muy duro entender que los jóvenes ya vienen con la desesperanza de serie porque sospechamos que alguna responsabilidad tendremos en tan desolador fracaso, por eso preferimos seguir contándonos la leyenda de que con esfuerzo y formación saldrán adelante. Aquel fue nuestro manual de instrucciones pero ya no sirve. La maquinaria económica y laboral funciona de otro modo, al menos en España. No premia el sacrificio, sino que se aprovecha de él. Los chavales sí que lo saben muy bien. Puede que encuentren una salida, pero será una propia y no la que imaginamos nosotros mientras miramos, tercos, nuestro propio retrovisor.
martes, 25 de mayo de 2021
La izquierda que ya no habla a las ovejas
Tiempo de lectura: 4:00 min
Hace tiempo que la izquierda ha dejado de emitir mensajes políticos para un amplio segmento de población al que parece considerar si no un privilegiado, sí al menos alguien sin problemas que merezcan atención alguna. Puede que incluso se trate de una parte más pequeña de la población de lo que ella misma cree, pero la realidad es que es un sector social que sigue existiendo y que, además, suele votar cívica y disciplinadamente.
miércoles, 14 de abril de 2021
Cuando la izquierda desconfiaba de las mujeres
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Clara Campoamor y Victoria Kent |
Aunque se discutía nada menos que un derecho fundamental, la izquierda temía que las mujeres utilizasen su voto libremente para apoyar a la derecha, tanto que estuvo cerca de negarles el derecho al sufragio.
miércoles, 7 de abril de 2021
Los jóvenes cobran menos que en 1980
Noticia es aquello que no se quiere publicar, el resto es propaganda
miércoles, 31 de marzo de 2021
El libre mercado no sabe de arraigos
viernes, 26 de marzo de 2021
En el Jardín Botánico
Leo que a este olmo (Ulmus minor) del Real Jardín Botánico le llaman “Pantalones” por la forma de sus dos ramas más gruesas.
En la foto no se aprecia bien pero el árbol sigue vivo y la rama a la izquierda de la foto estaba ayer echando sus yemas del año 2021.
"Pantalones" estaba ahí, en lo que ya era el Jardín Botánico, cuando Beethoven compuso su Novena sinfonía, el año en que Daguerre empezó a obtener las primeras imágenes fotográficas. Cuando México y Venezuela se independizaban de España mientras Napoleón Bonaparte moría en la remota isla de Santa Helena.
Al terminar mi paseo recordé el poema de Antonio Machado que, aunque habla de otro olmo a orillas del Duero de su Castilla, pareciera que lo hace de "Pantalones", el viejo olmo que ve pasar la historia junto al Paseo del Prado de Madrid.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
Y en su mitad podrido
Con las lluvias de abril y el sol de mayo
Algunas hojas verdes le han salido
El olmo centenario en la colina
Un musgo amarillento
Le lame la corteza blanquecina
Al tronco carcomido y polvoriento
Antes que te derribe, olmo del Duero
Con su hacha el leñador y el carpintero
Te convierta en malena de campana
Lanza de carro o yugo de carreta
Antes que rojo en el hogar, mañana
Ardas de alguna mísera caseta
Antes que el río hasta la mar te empuje
Por valles y barrancas
Olmo, quiero anotar en mi cartera
La gracia de tu rama verdecida
Mi corazón espera
También hacia la luz y hacia la vida
Otro milagro de la primavera
miércoles, 24 de marzo de 2021
El alquiler es el nuevo eslogan
Tratando de atender todas las circunstancias posibles, se ignora la fundamental: que la Ley de la oferta y la demanda siempre funciona y que añadir elementos que disuadan a los propietarios de meterse en el mercado de alquiler solo puede tener como consecuencia la reducción de la oferta y, como consecuencia, la subida final de los precios de los alquileres. Justo lo contrario de lo que se dice buscar.
miércoles, 17 de marzo de 2021
Cuando la política se olvida de la ideología