viernes, 25 de septiembre de 2009

De las vacas flacas a las cabras gordas

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Ayer comí junto a mis compañeros Bixen y Javier. Bixen había tenido que intervenir en el pleno en relación con temas de empleo y en la comida estuvimos hablando de cómo la estructura empresarial y el modelo productivo se han visto afectados por la crisis. Está pasando en Euskadi, en el resto de España y en todo el mundo.

Reflexionamos acerca de que el mundo nunca sale de crisis como ésta para volver a ser lo que era. Sale modificando las formas de producción y creando nuevos modos de aprovechar el conocimiento y el trabajo de las personas.

Empresas más pequeñas, más austeras, más versátiles y más capaces de aprovechar oportunidades de negocio que resultan inalcanzables para las empresas tradicionales.
Lo más probable es que después de las vacas flacas lo que venga sean las cabras gordas.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Litrar


Esta semana estaba hablando con mi hijo adolescente de sus cosas cuando de pronto pronunció una palabra que interrumpió la conversación: “litrar”. Al oírla contesté algo así como ¿qué has dicho? ¿litrar? ¡Un nuevo verbo!...¡y de la primera conjugación!... ¡¡Litrar!!. Los dos estallamos en una carcajada. Les había oído decir “hacer litros” como descripción de esa actividad lúdica típica de los jóvenes que no pueden beber alcohol pero que aún así lo beben. Sin embargo la creación de un nuevo verbo me pareció que era la certificación definitiva -la consolidación- de una forma de ocio que ha arrasado incontestablemente entre los adolescentes.

Él sabe, porque se lo he dicho, que me parece mal que lo haga y yo también sé que me hace caso a veces y otras veces no. El deporte, que practica con asiduidad y pasión, resulta una disuasión más efectiva que su padre pero tampoco es infalible, las cosas como son.

Transitar por la línea fronteriza entre las buenas y las malas costumbres, entre la rebeldía y la aceptación de la autoridad, me temo que ha sido parte inherente del comportamiento de los jóvenes de todos los tiempos. A veces esas conductas tienen consecuencias terribles y otras veces –afortunadamente- queda en sustos y poco más.

No voy a decir que me parezca bien que los jóvenes beban. No me lo parece. Y tampoco negaré los problemas que crea la práctica del botellón en los espacios públicos pero antes de descolgar la espada flamígera de la condenación eterna de los adolescentes prefiero reflexionar sobre el modelo de ocio que hemos creado en esta sociedad que es el que es y ha pasado siempre por el consumo colectivo de alcohol.

Si una actividad ha adquirido tanta solidez y extensión social como para que de lugar incluso a la creación de nuevos verbos como ese asombroso “litrar” convendría que reconociésemos que estamos ante un fenómeno que merece una atención más profunda que la de la pura y simple condena sin matices. A esa reflexión podría ayudarnos recordar cómo utilizábamos nuestro tiempo cuando teníamos su edad.

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Salir de la crisis?


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Últimamente cada vez que se oye o se lee acerca de alguna medida tomada por los poderes públicos su descripción va siempre acompañada por alguna frase o admonición acerca de que esta o aquella medida es “para salir de la crisis”. Por supuesto quienes piensan que se debería optar por medidas distintas o contrarias incluso a las propuestas, dicen que con esas medidas no saldremos de la crisis mientras que con las que ellos proponen sí lo haremos.

He buscado una imagen que me parece bien ilustrativa de lo que significan las medidas que se están adoptando, sea desde el Gobierno de España, desde el Gobierno Vasco, desde cualquier gobierno autonómico e incluso desde otros gobiernos europeos y hasta de los Estados Unidos. Es, como ven, la imagen de un chaleco salvavidas. Podremos discutir el tamaño, forma o idoneidad del chaleco, incluso si debemos dárselos primero a “las mujeres y los niños” de la economía o, por el contrario, a “los más preparados” pero tengamos claro que se ha hundido el barco de una economía desregulada ideal para quien quisiera ganar más y hacerlo antes. Se ha ido a pique el tiempo de la irresponsabilidad financiera, de las remuneraciones a directivos ajenas por completo a su capacidad de generar riqueza. Ha pinchado el globo de una especulación permanente en la que los precios siempre subirían y jamás bajarían (que era lo que decían en nuestros modélicos bancos a los solicitantes de hipotecas).

Insisto. El estilo económico que hoy hace un año se derrumbó con la simbólica quiebra de Lehman Brothers no va a volver. Se ha hecho mucho por ayudar a bancos y entidades financieras de todo el mundo. Ya llegará el día –espero- en que toque revisar si toda aquella inmensa ayuda de emergencia que todos pagamos era o no moralmente justa, aunque seguramente fuese estratégicamente imprescindible para evitar el colapso definitivo de la economía mundial. Ya veremos.

Algunos ganaron muchísimo dinero, otros bastante menos, la mayoría de la humanidad quedó, como siempre, al margen, y los Estados recaudaron -todo hay que decirlo- jugosos ingresos a todos los niveles, desde las haciendas estatales hasta los pequeños ayuntamientos.

Salvo una casta de "preparadísimos intocables" que demostró tener en su seno el mismo porcentaje de estúpidos, ineptos y codiciosos que cualquier otro colectivo humano pero mucho más dañinos en razón de su inmenso poder, no es fácil señalar culpables (por tranquilizador que sin duda resultaría). No fueron los trabajadores, ni las empresas productivas, ni tampoco las administraciones públicas las que generaron la crisis, pero conviene que seamos conscientes de que ningún gobierno está ahora en condiciones de reflotar el barco hundido si es eso lo que se entiende por “salir de crisis”.

De momento conviene que nos pongamos a construir con cuidado el barco al que nos subiremos la próxima vez y mientras tanto repartamos salvavidas. Es lo que se puede hacer.
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