miércoles, 19 de enero de 2022

Invierno laboral y demográfico

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No sé bien a qué viene tanta sorpresa por la baja natalidad en Euskadi, que no es sino la consecuencia de decisiones tomadas en atención a las ventajas que supuestamente nos iban a reportar.

Tener un mercado laboral precario, con sueldos muy bajos, que excluye toda confianza en mantener el empleo, para quienes lo tienen, no es algo así como una inevitable consecuencia de la rotación del planeta sino el resultado de la estrategia consciente que adoptamos para ser más competitivos (entendido casi siempre como más baratos) y así adaptarnos a un mundo globalizado.

Que los jóvenes, que son los que pueden tener hijos, sean a la vez los más perjudicados por esa situación de aseguramiento de la precariedad no podía llevarnos a otro destino que al que hemos llegado ahora. Sin esperanza de un futuro mínimamente estable es absurdo para cualquier persona razonable tomar decisiones y compromisos a largo plazo. 

Dos crisis seguidas han afianzado en la población en edad fértil la certidumbre de que la cosa no va a cambiar en los próximos años, o tal vez nunca, de forma que se empieza por no comprar coches (para alarma de nuestra querida industria) y de ahí queda solo a un paso la decisión de no cargar con una familia que les restaría, sobre todo a las mujeres, competitividad personal en un mercado laboral que no solo es precario, sino también exigente.

Mordor político

 Tiempo de lectura 1:09 min


No se puede hablar de clima político. La política no es ya un clima sino un tren de constantes tormentas que se sustituyen una a otra, cuando no se solapan. No caben claros entre nubarrón y nubarrón, de forma que cada fin del mundo semanal es sustituido por el siguiente mientras esperamos el Apocalipsis de este mes. Todo en medio de una niebla que inunda las redes y demasiados medios. 

Hace unos días la presidenta de la agencia EFE, Gabriela Cañas, abogaba públicamente por lograr una alianza de los medios con las grandes plataformas para acabar con las 'fake news' y los bulos. Tiempo y esfuerzo perdidos.

Deberíamos entender que, del mismo modo que no se puede achicar la niebla con cubos, no es posible desmentir el ambiente que generan los bulos, las noticias fakes, los titulares envenenados y las noticias de odio. No lograrán formar una realidad alternativa (salvo para los muy cafeteros), pero lo que sí consiguen es crear un entorno público desabrido, plomizo e incómodo, que nos genera el cabreo de vivir constantemente en Mordor y que fundamentalmente logra que nos sea imposible ver nada más allá de lo inmediato. Como con la niebla de verdad.
 

Lo de Garzón nada tiene que ver con la carne

 Tiempo de lectura 1:33 min

Uno de los ensayos más interesantes de los últimos años: Crítica de la víctima, de Daniele Giglioni, nos puede ayudar a entender el extraño embrollo que se ha creado, fomentado y alimentado en torno a Garzón y los ganaderos, que es algo que no tiene nada que ver con la carne.

Giglioni constata que La víctima es el héroe de nuestro tiempo, que ser víctima no solo crea identidad sino que genera derecho e inmuniza contra cualquier crítica, garantizando la inocencia en todo, más allá de toda duda razonable. Un chollo. La víctima tiene la razón siempre, de saque, y quien a ella se opone o parece que se opone no tiene escapatoria y solo puede ser culpable. Naturalmente convertir en víctima al sector ganadero lo eleva al Olimpo, lo que a nadie amarga, y arroja a las tinieblas a Garzón y todo aquel que no se apunte a lapidarlo. De ahí las primeras respuestas atropelladas de quienes, viendo venir la tormenta, lo criticaron con fiereza suficiente para que les librase de la menor sospecha de tibieza con el hereje. Y de ahí también las titubeantes respuestas del Gobierno, plenamente consciente de que pisaba no un debate sino un charco de lodo mediático.

Se equivoca Garzón al pretender que se entienda lo que quiso decir de verdad, eso no le importa a nadie, ni menos aún que se opine sobre las macrogranjas. Aquí la polémica va de convertir a un sector en mártir y al Gobierno en el villano de una historia de víctimas buenísimas y culpables malísimos. No hay duda de dónde quiere estar todo el mundo. Nada que ver con la carne.