jueves, 27 de diciembre de 2007

Decimoquinta entrega. Esto pega. Esto se mata


(Útil para las mujeres)

En la entrega anterior hice referencia a la dificultad que muchos hombres tenemos para entender los colores y ponerles nombre. Contrariamente a la a menudo insultante destreza con que vosotras los manejáis. Apunté entonces que algunos añadíamos a esa dificultad casi sensorial la incapacidad para comprender qué colores de ropa combinan entre sí y cuáles no. Sospecho que existe un amplio abanico de posibilidades (de hecho, me temo que existe) pero también soy consciente de que hay colores que no combinan en absoluto por muy variables que sean el gusto o las preferencias de las personas. Y ahí está el problema.

Ese conocimiento (ese know how, que diría un consultor) me resulta completamente ajeno. Como no es una disciplina reglada que se pueda estudiar en un libro ni hay clases para aprender a maridar ropa, las personas como yo, que somos legión y casi todos tíos, nos vemos como náufragos perdidos en un proceloso mar de colores, texturas, cuadros, rayas, etc.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

¡QUE VIVAN LAS CAENAS!

Cada día es más habitual que en las manifestaciones públicas los participantes utilicen disfraces, muñecos y hasta realicen representaciones teatralizadas que animan y aportan imágenes interesantes a los medios de comunicación que cubren el acto.

Es normal que tales imágenes presenten de forma ridícula o amenazadora a quienes se señala como enemigos de aquello que se reivindica. Sin embargo el País Vasco es especial. También en esto somos un poco confusos.

Mientras miraba la fotografía de Javier Hernández publicada en el diario El País el pasado 16 de diciembre, que ilustra una manifestación contra el tren de Alta Velocidad, a mi mismo me entraron extrañas dudas. Ese muñeco de aspecto terrorífico y amenazador, tan magníficamente realizado por cierto, no parece querer representar a la ministra de Fomento, ni a la consejera de Transportes del Gobierno Vasco. ¿Qué es entonces lo que representa? ¿Será Torto, el compañero ciclópeo de Basajaun y los demás gentiles de la mitología precristiana vascoaragaonesa?

A estas alturas no me sorprende que en Euskadi haya un movimiento contrario al tren de alta velocidad, aunque sí pueda parecerle extraño al resto del mundo. Aquí los partidarios de la muerte siempre han necesitado fabricar “causas” para buscar simpatías y apoyos, pero sí me asombra que se reivindique con toda claridad, sin ambages, sin disimulo alguno, hasta con muñecos de goma bien explícitos la bondad del atraso secular, la ventaja de lo arcaico, las maravillas que nos aporta la ignorancia contra el desasosiego inherente al conocimiento y la razón.

No hemos avanzado mucho, a lo que parece, desde el cura Santa Cruz y otros reaccionarios y trabucarires, pero “flipo” cuando veo cuánta imaginación, esfuerzo y hasta “maña” ponen algunos en ver cómo consiguen que el País Vasco sea el último reducto del aldeanismo, tan amigo de controlar la libertad y el pensamiento de los demás. Y me asombra sobre todo la gallardía y la intensidad con que aquí se reivindica el regreso a un mundo mitológico en el que nadie cree de verdad.Y lo mismo resulta que el muñeco está diseñado o realizado por ordenador. Vaya usted a saber.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Decimocuarta entrega. ¿Carne o pescado? ...Si

(Útil para los hombres)

Te habrá pasado montones de veces con las mujeres. Que haces una pregunta con dos opciones y te responden “si”. Y tu te quedas ahí con cara de bobo, intentando saber sí a cual de las dos. Olvídate de adivinanzas. En contra de lo que te pudiera parecer el sí no es a la primera de las dos opciones. Es sí a lo que ella está pensando. La otra opción es simplemente que la ha desechado y ni siquiera la ha tenido en cuenta en la respuesta, por eso ha dicho “si”, porque ella solo ha captado una de las dos opciones, la que quiere.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Decimotercera entrega. El problema de los colores


(Útil para las mujeres)

De pequeños a todos nos enseñaron que el arco iris estaba formado por siete colores. En la versión que yo recibí eran: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, añil y morado. He de confesar que ya desde aquel momento he tenido problemas para asignar bien cuál es exactamente la posición del añil y en qué se diferencia del azul y del morado.

Más adelante, en física, aprendimos los experimentos de Newton sobre la descomposición de la luz blanca a través de un prisma, las distintas longitudes de onda de cada color y demás. Información que, por cierto, no logró despejar mis dudas sobre el añil, pero en fin, cada uno debe asumir sus carencias.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Cubiertos y menús del día

En la mayor parte de los restaurantes que frecuento, cuando tomas el menú del día te obligan a utilizar los mismos cubiertos con el primer y segundo plato. En cambio cuando tu consumición es “a la carta” o de “menú especial” lo habitual es que el camarero te retire, diligente, los cubiertos usados y aun los no utilizados.

Ciertamente no sé cual es el costo que tiene el funcionamiento de un lavavajillas industrial, como tampoco conozco los sistemas que la hostelería debe aplicar para conseguir precios competitivos, pero eso de los cubiertos me asombra. A menudo la reutilización de los cubiertos supone que mientras se espera el segundo plato éstos deben colocarse usados sobre el mantel de tela, con las consecuencias que cabe imaginar. El propio camarero que sirve las mesas se ocupa de tal menester dejando los cubiertos pringosos de salsa sobre el algodón de forma que el mantel de ninguna manera podrá ser ya utilizado para el siguiente cliente.

Solo caben dos opciones. La primera es que la limpieza de los manteles así como su secado y planchado posteriores resulten tareas tan económicas que no importe cuántos sean cambiados cada día mientras que, por el contrario, cada pieza de cubertería que visita el lavavajillas suponga un gasto considerable.

De no ser así, debemos entender que esta práctica de dejar los cubiertos sucios se ha convertido en un signo, en un ritual destinado a marcar el estatus (en este caso el menor estatus) de los comensales que pedimos un humilde menú. Podrían ponernos platos de otro color, cubiertos de plástico como en los aviones o, incluso....unas orejas de burro postizas. Todo sería válido ya que aparentemente no se trata de ahorrar esfuerzo o dinero sino de señalar con claridad la diferencia entre unos comensales y otros. Y a lo que parece la única vía que se ha encontrado para conseguirlo es la de hacer rico al dueño de la lavandería. ¿No les parece curioso?.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Duodécima entrega. Qué bonito problema

(Útil para los hombres)

Si exceptuamos a los matemáticos, que tienen una curiosa forma de disfrutar del mundo, parece un hecho incontestable que encontrarse ante un problema es una situación incómoda y estresante para cualquier ser humano. Toda nuestra vida es un intento siempre fallido de evitarnos problemas y cuando nos encontramos ante uno no podemos decir que estemos en el momento más feliz. Nos vemos obligados entonces a tomar decisiones, a elegir soluciones y por consiguiente a renunciar a posibilidades que nos hubiese gustado mantener abiertas.

martes, 4 de diciembre de 2007

Con el dinero no se juega

En España tenemos una pasión por el juego que es muy institucional. Nada que ver con los británicos, que apuestan de forma mucho más libre y algo anárquica. Aquí no. Nada de eso. A los españoles nos parece como si rellenar una quiniela o la declaración del IRPF fuese un poco lo mismo.

El Estado Español (y aquí utilizo correctamente el término) se desvive en presentarnos cada poco nuevas e imaginativas opciones para que incrementemos las arcas de Hacienda. Posiblemente de ahí viene la confusión a la que antes me refería.

Si tiene usted afición a las quinielas, loterías y demás apuestas le recomiendo que la próxima vez que vaya a sellar su boleto eche un vistazo a la panoplia de opciones que se le presentan, desde la antigua quiniela, el quinigol, la primitiva y sus variantes, la loto turf, la lotería nacional... Un mundo tan amplio que a algunos se nos escapa. Menos mal que el siempre solícito Estado nos aclara las caracaterísticas de cada tipo de apuesta de forma clara, sencilla y obvia.

No hay más que ver el boleto que adjunto. Un prodigio de sencillez y claridad. Véase el texto resaltado:

A los partidos elegidos para la reducción se les asignan los pronósticos correspondientes de cada grupo en el orden creciente del número del partido. Si en la reducción entran dobles, los signos 1 y X son sustituidos por la pareja de signos del bloque de pronósticos y en el mismo orden.
Yo apostaría pero...es que me da la risa.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Undécima entrega. Los juguetes. Hombres de compras




(Útil para las mujeres)

A todos los niños les gustan los juguetes. Cuando crecen pierden paulatinamente el interés si son mujeres pero si son hombres lo que sucede es que cambian de juguetes pero mantienen la afición hasta la muerte. ¿Por qué creéis que la mayoría de los coches caros los compran los hombres? ¿Qué demonios hacemos los tíos comprando revistas de coches o de barcos? Pues eso, que hemos cambiado de juguetes.

Cuando digo juguetes me refiero, claro está, a cosas que un tío en absoluto necesita pero que le gustan como a un niño. ¿Os habéis fijado vosotras en el brillo de nuestros ojos cuando paseamos por el lineal de, por ejemplo, talados o sierras mecánicas de un almacén de bricolaje? ¿Habéis visto nuestra cara cuando nos paramos delante de una tienda de motos?.

jueves, 22 de noviembre de 2007

¡Y un jamón!



No soy original si digo que vivimos una época en la que lo inmediato ha adquirido un valor social incuestionable. La gran consideración que en otros tiempos tuvieron la paciencia, la sabiduría o la constancia parece haber abandonado a estas añejas virtudes para mudarse a casa de la inmediatez.

Hermana de la prisa y compañera sentimental del éxito, la inmediatez se ha convertido casi en un requisito para que algo pueda merecer la estimación pública. No hay nadie, o muy pocos, dispuesto a esperar interminables plazos (de años y hasta de décadas) para reconocer a un profesional su valía, a un artista su talento o a un invento su importancia. Aquí lo que no se puede conseguir o juzgar enseguida no le importa a nadie.

Así ha sucedido por ejemplo, que la palabra YA, -antes simple auxiliar de nuestro lenguaje- ha progresado hasta adquirir un valor sustantivo y su mera invocación se juzga imprescindible y hasta suficiente para que aquello a lo que se refiera sea atendido al instante. Faltaría más. No hay manifestación pública en la que tan económico vocablo no tenga un protagonismo destacado. Lo mismo se trate de una reivindicación sindical, vecinal, política o de cualquier otra índole. Siempre estará allí, bien grande el inevitable ¡YA! Así, con admiraciones y -por supuesto- en mayúsculas.

No sé si esta fiebre por lo inmediato nació con el cacao instantáneo de nuestra niñez, o ya venía progresando desde el "casihuevo" de la postguerra pero es indudable que se trata de una verdadera pandemia de nuestro mundo.

Por si le cabía alguna duda vea usted -lector o lectora- la foto adjunta. Le anticipo que lo que anuncia es un plan de pensiones para que el cliente ahorre durante años y pueda así, en su jubilación, cobrar un complemento económico que le ayude a vivir más desahogado. Lo suscribe una importante compañía aseguradora y la campaña lleva varias ediciones por lo que supongo que algún éxito tendrá cuando insisten.

Para animarle a usted a ir cada mes apoquinando un dinerillo durante los -espero- muchos años que durará su vida laboral verá que no hay apelaciones a virtudes como el ahorro, la paciencia, la recompensa aplazada y demás gaitas. Tampoco se le ofrece como obsequio una joyita o un reloj, que vayan acompañándole durante su madurez. Tal vez una pequeña obra de arte, cuyo valor quizás pudiera incrementarse en paralelo con el de sus aportaciones al plan de pensiones (que bonito maridaje, aunque algo cursi -lo reconozco-)

No no. Aquí no se andan con bobadas a largo plazo, aunque el producto consista precisamente en eso. Lo que le ofrecen a usted es lo que mola, lo inmediato, lo guay, lo que mueve el deseo YA. Nada menos que un jamón (luego en la letra pequeña se aclara que es paleta de Jabugo, o sea que jamón jamón tampoco). Usted ahorre todos los meses durante el resto de su vida laboral y para que se anime a un esfuerzo tan prolongado le damos algo que habrá olvidado la semana que viene o la otra, dependiendo de su apetito y de sus dotes de anfitrión.

Si los clientes de planes de pensiones, a los que supongo trabajadores adultos y posiblemente de mediana edad, a lo que son receptivos es a la paletilla de Jabugo para hoy, no me extraña que mis hijos adolescentes ni siquiera puedan entender que en el instante mismo en que quieren algo no esté yo ahí, delante de ellos, para darles el dinero que precisan. Hasta el punto de que se contrarían cuando reclamo tiempo para bajar al cajero de la esquina a retirarlo.

Me hago viejo y no tengo plan de pensiones. Ni tampoco un jamón.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Décima entrega. Calle arriba, calle abajo

(Útil para los hombres)

Ten en cuenta que para las mujeres estos conceptos pueden ser perfectamente válidos incluso aunque la calle esté en la zona más llana de Holanda.

Para una mujer arriba y abajo no tienen por qué significar una diferencia efectiva ni evidente de altura. Mucho menos se refiere a la dirección Norte-Sur, aspecto que les suele ser completamente ajeno.

Cuando una mujer te dice que “tires para arriba de la calle” no te asombres si ves que la calle es completamente plana. Lo conveniente es que busques otras ayudas en su lenguaje no verbal o en el conocimiento previo de sus circunstancias. Lo primero es mirar, con disimulo, si te está señalando alguna dirección con el dedo, o con la barbilla (las mujeres señalan mucho con la barbilla, sobre todo cuando hurgan en los bolsos).

jueves, 15 de noviembre de 2007

Novena entrega. El silencio es mal conductor de información

(Útil para las mujeres)

Las que estudiasteis física recordaréis que cada sustancia presenta una mayor o menor conductividad eléctrica y también que el sonido se transmite mejor cuanto más denso sea el medio. Pues al silencio le pasa con la comunicación lo mismo que a la madera con la electricidad -que es mala conductora.

Todos sabemos que se pueden transmitir órdenes, ideas, sentimientos y emociones mediante multitud de sistemas no verbales, pero ya que nuestra especie ha desarrollado tan extraordinaria capacidad para crear conceptos y manifestarlos a través del lenguaje, os sugiero que hagáis todo el uso posible de esa facilidad tan eminentemente humana y para la que en general estáis tan bien dotadas.

martes, 13 de noviembre de 2007

Papá, dame una monedita para comprarme una historia

En el centro comercial hay una zona con caballitos de colores, aviones, coches, helicópteros...que funcionan con una moneda.

¿Por qué le gustan tanto? Me lo pregunto hasta el momento en que fijo con detenimiento en cómo está construido el caballito de fibra policromada. Con todo detalle, con su rienda de cuero, rodeado de otros animalitos y de un cactus. La niña me los señala como parte del juego. Ella sí los había visto desde el principio.

Solo se balancea un poco adelante y atrás mientras suena la música del Far West y el relincho mecánico del caballo. Suficiente para crear un minúsculo mundo de fantasía que le sirve a mi hija para contarse a sí misma una historia de aventuras, de galopadas al viento y de animalitos del desierto, todo en medio de un pasillo atestado de gente con sus bolsas y sus prisas.

Tres años. Tan pequeña y ya sabe contarse historias. El ser humano lo es sólo porque necesita crear narraciones. No sabe limitarse al mundo que tiene delante y no puede vivir sin imaginar otros mundos. Mundos tan ciertos como ese desierto por el que galopa el caballito que vive en el pasillo del centro comercial.

Una historia por un euro.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Una para ti, diez para mí

Si usted quiere organizar un desfile de moda bien frívolo, solo tiene que decir que “los beneficios” irán a un orfanato del tercer mundo. Si se trata de una rifa de bagatelas que les sobran a las damas de la alta sociedad, bastará con que diga que es por los niños sin hogar.

Siempre me ha producido un cierto escándalo moral que se utilice a las organizaciones benéficas como coartada para la frivolidad o para los beneficios. Debo de ser un poco rarito porque cuando lo he expresado amigos cercanos me han reprochado ser un aguafiestas.

Pero a mi cuando una cadena de televisión lleva a unos “famosos” a dar brillo a uno de esos concursos y el presentador se desgañita diciendo que “lo que ganen” será para una ONG es que estomaga. Nunca les he oído decir que los ingresos por publicidad en esa franja horaria vayan a ser para otra organización distinta de la propia cadena. Jamás.

Este fin de semana he oído cómo entrevistaban a un señor que se ha pasado una semana encerrado en un camión sin más comunicación con el exterior que una conexión a Internet a través de su teléfono móvil. El juego tiene por objeto exclusivo y evidente la promoción de los nuevos servicios de una compañía telefónica pero, por supuesto, no ha faltado la alusión a una ONG. Todo lo que consiga el fulano en su deambular por España será donado a una organización de ayuda para que sea subastado y vendido con el fin de conseguir fondos.

Es decir, que cuando haya terminado la campaña publicitaria les van a regalar la basura que les sobre (seguro que ni siquiera les donan el camión). Y ahí está el tío tan feliz mientras le entrevistan por teléfono –excepción permitida para que la campaña tenga éxito- diciendo que lo más importante de la experiencia es que se trata de un acto solidario.

Vete a cagar!

Nuevos conceptos inmobiliarios

Hace ya algunos años mi amiga Miriam estuvo buscando piso. Como solíamos volver juntos a casa tuvo oportunidad de iniciarme en el lenguaje de los anuncios inmobiliarios, que ella iba descubriendo cada día entre asombrada e indignada.

Así fui aprendiendo un nuevo idioma, que hasta entonces desconocía:

"Buena altura" se traduce por "no es un bajo".
"Entrar a vivir" significa en realidad "necesita reformas".
"Necesita reformas" quiere decir "es un escombro que se cae"
"Luminoso" quiere decir siempre, sin excepción, "interior"

Pero la creatividad publicitaria es un universo en expasión y la prueba es esta volatina que reproduzco y que le fue entregada a mi amigo Julio en Bilbao. Julio es filólogo y no pudo evitar quedarse asombrado, como yo, por el novedoso concepto que he marcado con un recuadro. Juzguen ustedes.

jueves, 8 de noviembre de 2007

M.C.Escher


Cuando era jóven llegó a mis manos un libro de curiosidades en el que se hablaba de M.C. Escher. Allí ví sus primeros dibujos y mi asombro de entonces sigue igual de vivo muchos años después. Pude ver en su día la exposición que se le dedicó en Madrid, en la sala del Canal de Isabel II. Muy interesante, en particular la propia concepción de la muestra, en la que el arquitecto Carlos Ferrater supo transmitir al propio espacio físico de la exposición las extrañas paradojas visuales del grabador holandés.

martes, 6 de noviembre de 2007

Octava entrega. Venga vámonos

(Útil para los hombres)

Esta expresión es la que suelen utilizar las mujeres cuando aún faltan entre 20 y 45 minutos para salir del lugar en cuestión. El margen es amplio y crece especialmente cuando se dan dos circunstancias adicionales: la existencia de otras mujeres conocidas en el lugar y el hecho de que estés de compras en una tienda. Es muy común que el “venga vámonos” se repita varias veces a lo largo del largo proceso de abandono del local. Creer que tal aseveración, incluso repetida, va a ir seguida de un movimiento inmediato, franco y directo hacia la puerta del local es un gravísimo error que conviene evitar.

viernes, 2 de noviembre de 2007

El cepillo sabio. Un cuento útil

No tenía nombre, claro. Ningún cepillo de dientes lo tiene y éste tampoco. Porque esta historia habla, precisamente, de un cepillo de dientes. De un cepillo sin nombre. Por eso en este cuento tendremos que llamarle “el cepillo” o “él”. Seguro que nos acostumbraremos. Vamos allá.

El cepillo tenía una marca comercial grabada en el mango, eso sí. Pero no servía como nombre porque era la misma que tenían todos los demás cepillos de la estantería. Estaban colgados en un expositor a un lado del mostrador de la farmacia. Todos ordenados y formados como un pequeño ejército dispuesto a luchar contra la caries. Los había de muchos colores diferentes pero en realidad todos eran iguales. Bueno, no. El cepillo de nuestro cuento era muy especial. No se le notaba nada al verlo pero en realidad era un cepillo sabio. Si, si, sabio.

Lo compró un señor, que, por supuesto, no se fijó en eso. Era imposible, nada lo distinguía de los demás y el cliente lo escogió por el color y porque era un cepillo muy bonito. Así que lo pagó y se lo llevó a casa para dárselo a su hija, que tenía cuatro años. Aunque, como hemos dicho, era un cepillo sabio, en realidad por fuera era como todos los demás. Nadie podía notar que aquel cepillo sabía limpiar los dientes. Ni siquiera sus compañeros de estantería. Me diréis ¡hombre! Que bobada, todos los cepillos sirven para limpiarse los dientes. Es cierto, pero éste sabía cómo hacerlo y los demás no. Ahí estaba la diferencia. Los otros se limitaban a frotar según los manejara su dueño y no podían saber si lo estaba haciendo bien o no. Nuestro cepillo, en cambio, sabía hacer su trabajo.

Es un misterio cómo aquel cepillo había llegado a saber lo que sabía, pero los cuentos son así, pasan cosas misteriosas y nunca sabemos cómo ni por qué. Aunque el cepillo de nuestro cuento era muy listo, bueno, vale, sabio. Había un problema. Él también necesitaba una mano que lo manejase y si lo hacía mal, nuestro cepillo no podía hacer nada para evitarlo. Fijaos qué rabia ver que alguien está haciendo mal las cosas y no poder hacer o decir nada. Es difícil imaginarlo porque vosotros sois personas y podéis hablar y explicar las cosas, pero él no era más que un cepillo de dientes, sabio, pero cepillo, así que no podía hacer nada de lo que hubierais hecho vosotros.

Por lo demás ya hemos dicho que era un cepillo estupendo. Tenía un mango casi transparente y unas cerdas de dos colores. ¿Sabíais que los pelos de los cepillos se llaman cerdas?. Pues es verdad, se llaman así ¿vaya nombre, eh?. Las cerdas azules de la parte de fuera de nuestro cepillo eran más largas y blanditas, para que no hicieran daño al frotar las encías. Las de dentro eran blancas y más rígidas, para limpiar bien entre los dientes. Era un cepillo muy bien pensado y, claro, él lo sabía. Para eso era un cepillo sabio.

A Celia, que es como se llamaba la hija del señor, le gustó mucho su nuevo cepillo y prometió a su padre que se limpiaría los dientes con él todos los días después de comer y de cenar. Era una niña muy responsable y lo cumplía casi siempre, aunque alguna vez se le olvidaba. Nuestro cepillo se ponía muy contento cuando Celia lo utilizaba, porque sabía que eso era muy bueno para ella y, porque al fin y al cabo, a él le gustaba hacer su trabajo. Además la niña lo cuidaba y lo limpiaba muy bien después de usarlo. Después de enjuagado le colocaba una funda que tenía para que no se le estropearan las cerdas y lo dejaba en un vaso de plástico muy bonito que tenía junto al lavabo.

Nuestro cepillo hubiera sido feliz del todo si no fuese porque Celia no sabía utilizarlo bien. Ella se frotaba los dientes de derecha a izquierda y por más que lo intentaba, el cepillo no podía llegar a los pequeños huecos entre los dientes. Ni siquiera usando las cerdas más largas podía hacerlo. La niña se limpiaba los dientes todos los días pero nuestro cepillo veía cómo siempre quedaba un poquito de azúcar de las gominolas, una pequeña cáscara de palomitas o algún pedacito minúsculo de comida que nunca podía alcanzar a limpiar. Así pasaron muchos días, semanas, y nuestro cepillo se desesperaba poco a poco. Ya no estaba tan contento como al principio. Él, que era un profesional, no podía estar tranquilo viendo cómo se hacía tan mal el trabajo. Los demás cepillos, que se guardaban en el mismo vaso, no se daban cuenta de nada pero él sí.

Cada vez que Celia se lavaba los dientes, el cepillo intentaba llegar a esos huequecitos estrechos que hay entre ellos pero como la niña se frotaba de un lado a otro, nunca podía conseguirlo del todo. El cepillo estaba cada día más triste. Una noche pasó algo muy raro. Celia y su papá entraron en el baño y se lavaron los dientes juntos, uno a cada lado del lavabo. Nunca lo hacían porque los padres de Celia se iban a la cama mucho más tarde que ella pero aquel día sí lo hicieron.

El padre tenía un cepillo muy largo y muy aburrido, que no sabía nada de nada, como les pasaba a todos los demás cepillos. Antes de lavarse, Celia y su papá estuvieron hablando de la visita que habían hecho a un dentista. El cepillo sabía muy bien lo que era un dentista, ya hemos dicho que era un buen profesional de lo suyo, y estuvo muy atento a lo que dijeron. Por lo que hablaron antes de empezar a limpiarse los dientes, el cepillo pudo saber que a Celia le había impresionado mucho la consulta del dentista. Le oyó decir que lo que más le había gustado era una silla que se podía subir, bajar y tumbar con un motor que hacía un ruidito muy divertido. Pero lo más importante vino luego.

El cepillo escuchó al padre de Celia recordarle a su hija que el dentista le había explicado cómo debía mover el cepillo de arriba hacia abajo una y otra vez, y no de un lado a otro como hacía hasta entonces. Ella empezó a hacerlo y muestro cepillo vio que esta vez sí que llegaba a los huecos entre los dientes. Celia se frotaba despacito, porque el movimiento arriba y abajo le resultaba algo más difícil que aquel al que estaba acostumbrada pero el cepillo arrastraba así lo que antes nunca había podido. Estaba encantado. De vez en cuando la niña se olvidaba y volvía a hacerlo como antes, de lado a lado, pero su padre le recordaba lo que había dicho el dentista y ella volvía a hacerlo bien enseguida. ¡Cómo se lo estaba pasando nuestro cepillo¡. Aquello era lo que estaba deseando hacía tanto tiempo. ¡Era una noche estupenda!.

Y así fue que Celia se acostumbró, poco a poco, a limpiarse los dientes bien, con cuidado, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. El cepillo, por fin, podía hacer bien su trabajo y volvió a ser feliz, porque ahora sí que estaba ayudando a la niña a cuidar sus dientes. El cepillo sabio volvía a ser un gran profesional, orgulloso de su importante tarea.

Celia fue creciendo y como se limpiaba los dientes todos los días, excepto alguno que se le olvidaba, tuvo una boca sana y bonita que era la mayor alegría para su amigo silencioso, nuestro cepillo sabio, trabajador y con cerdas de dos colores.

Y colorín colorado éste cuento se ha acabado.

viernes, 26 de octubre de 2007

Séptima entrega. La caducidad de las conversaciones

(Útil para las mujeres)

Importantísimo aspecto de la comunicación con varones. Para los hombres una frase interrumpida a medias tiende a morir y a ser olvidada. Tomad buena nota de esto: cualquier reflexión o comunicación inacabada caduca definitivamente si transcurre un tiempo de silencio mayor de un minuto. Ese plazo, muy generoso, se reduce drásticamente si en el intervalo de ese minuto se inicia otra u otras conversaciones. Esta es una ley inapelable en el trato con hombres que es preciso que tengáis en cuenta siempre.

viernes, 19 de octubre de 2007

Sexta entrega. Los pronombres tienen antecedente. Pregunta por él

(Útil para los hombres)

A las mujeres les encanta abreviar. Ella le dijo al otro que su hermana sabía que esta gente no podía hacerse con los niños.
En medio de una conversación te puedes encontrar perfectamente con una frase como esta, o parecida. No te alarmes. Ella cree que por el contexto de la conversación (a veces de muchos minutos o incluso de días pasados) vas a entender perfectamente de quien está hablando en cada caso. No lo cree porque sí sino porque, naturalmente, casi cualquier otra mujer le habría entendido a la perfección.

martes, 9 de octubre de 2007

Quinta entrega. La partición del disco duro. Cerebros masculinos

(Útil para las mujeres)

Si habéis tenido contacto con el mundo de la informática alguna vez habréis oído hablar de este concepto, aplicado a los ordenadores. Se utiliza como sistema de seguridad para que en caso de fallar el sistema operativo, instalado en una de las dos partes del disco duro, al reinstalarlo no se pierdan datos que quedan contenidos en la otra mitad. No sé si es una definición atinada pero a los efectos de lo que quiero explicar nos va a valer.

Es como si los hombres tuviéramos un disco duro para los temas de trabajo y otro, diferente, para los asuntos personales y familiares.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Cuarta entrega. Hablando desde el otro lado de la casa

(Útil para los hombres)

En general cuando las mujeres hablan el lenguaje verbal contiene solo una pequeña parte de la información transmitida. Mucha información debes deducirla de sus gestos, expresiones, tonos de voz, inflexiones y un sinfín de otros aspectos. Nos pasa también a los hombres pero en ellas esta comunicación “integral” está especialmente desarrollada. No consideres que entender esto es especialmente meritorio. Es simplemente imprescindible para relacionarse con mujeres. Muchos hombres han podido ir adquiriendo destrezas en este campo, no sin esfuerzo, pero hay un segmento de la comunicación que aún nos está vedado a la mayoría de nosotros: el conocimiento de lo que están pensando. Una destreza que es exclusiva de las mujeres entre sí.

martes, 18 de septiembre de 2007

Tercera entrega. Doce cosas a la vez

(Útil para las mujeres)

Dicen que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez. No es cierto aunque tampoco es completamente falso. Los hombres podemos hacer muchas cosas a la vez, Por ejemplo: Nos anudamos la corbata mientras preparamos mentalmente los argumentos para la reunión de esta mañana. Cambiamos de marcha en el coche con el cerebelo porque se trata ya de un gesto automatizado, pero conducimos con el cerebro. Esto significa que una buena parte de nuestra atención mientras estamos al volante se “pierde” en la conducción misma. Puesto que nos complacemos en estar conscientemente atentos a la carretera y al tráfico es fácil que nos atrevamos a hacer una conducción más “activa” lo que para algunos quiere decir, lamentablemente, más agresiva. Pero ese es otro asunto.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Segunda entrega. La velocidad infinitesimal. Mujeres de compras

(Útil para los hombres)

A las personas nos pasa algo parecido a los vehículos. Nos resulta muy difícil movernos mucho tiempo por debajo de un velocidad mínima. Quien haya conducido un deportivo o una moto de gran potencia habrá comprobado lo difícil e incómodo que es mantenerla al paso de burra de un atasco de la M 30.
Las mujeres, sin embargo, pueden moverse en un centro comercial, por ejemplo, o en una calle con escaparates, a una velocidad infinitesimal.

miércoles, 25 de julio de 2007

Primera entrega. No estoy pensando en nada.

(Útil para las mujeres)

Ya se que parece mentira, ya lo se. La mente no tiene un interruptor que se pueda pulsar ni se puede reiniciar pulsando Crtl+Alt+Supr, ¿verdad?. Falso. La de los hombres sí que puede detenerse. Os lo juro. Cuando un hombre mira distraído al horizonte o, menos poéticamente, al gotelé puede perfectamente no estar pensando en nada. Es un estado mental intermedio entre la vigilia y el sueño, muy relajante, y que algunos podemos alcanzar en cuestión de segundos.Esta es una de las cosas que más sorprende a las mujeres y una de las causas de infelicidad de las parejas ya que las mujeres tienden a deducir de nuestra actitud complejas conclusiones, tan imaginativas como terribles a veces, cuando lo único que ocurre es que estamos desconectados. Si, desconectados. No hay conclusión ninguna que sacar, pero ninguna.

Guía de conceptos que es conveniente conocer y revisar para entender y manejarse adecuadamente con seres del sexo opuesto. Presentación

Los hombres y las mujeres tenemos que vivir juntos. Esto es tan cierto como que somos diferentes en muchos de nuestros comportamientos. Sin llegar a coincidir con un amigo mío que dice que somos el único animal que precisa para la reproducción de un individuo de otra especie diferente, sí creo que es cierto que hay diferencias y también que algunos comportamientos concretos son más habituales en cada sexo.Conocerlos y comprenderlos puede ayudarnos a conseguir alcanzar con más facilidad el objetivo de toda persona, que no es otro que ser feliz.
Estas reflexiones solo serán útiles si el lector o lectora parte de la premisa insoslayable de que no se puede cambiar la forma de ser de la otra persona (y por tanto es inútil intentarlo) y que lo mejor es intentar entender y asumir las necesidades, sentimientos y preferencias del otro o de la otra.

miércoles, 10 de enero de 2007

La guerra de los caldos

Si hay algún plato que conecta con los más primarios y profundos sentimientos humanos es el caldo casero. La olla que lo va cociendo a fuego lento se convierte en el verdadero crisol de las esencias del propio clan. Al asomarme al agua que burbujea sobre la vitrocerámica y en la que nadan los trozos de carne, los huesos y las verduras no me cuesta imaginar la cueva, con un caldero en el que hierven lentamente los restos del último reno cazado y cuya piel se seca extendida en el exterior. No pudo ser muy distinto.

Es como si la olla, todas las ollas, hubiesen sostenido desde tiempos imposibles de recordar una liturgia compartida por personas de todas las razas, de todos los idiomas, religiones y pueblos. Un rito tan repetido a lo largo del tiempo que se convierte en profundamente humano. Tan humano como el mismo hambre, que aunque a algunos europeos de ahora nos parezca extraña, ha acompañado siempre a la humanidad.

El caldo es, además, una de las armas de cohesión familiar de que disponen las mujeres. La madre o la abuela consiguen agruparnos en torno a la mesa y su caldo, un caldo concreto y no otro, es el que sostiene una suerte de comunión íntima que sobrepasa con mucho el mero acto de alimentación y que ningún otro producto puede alcanzar. Desde luego algo tiene el caldo que lo convierte en uno de los elementos que parecen definir nuestros auténticos sentimientos de pertenencia.

Un caldo es un caldo -pensaba yo en mi ignorancia- hasta que estas Navidades he visto el enfrentamiento profundo y sin cuartel entre mi madre y mi mujer a cuenta del caldo de cada una de ellas. Von Clausewitz no imaginó hasta qué punto las ideas de su clásico “De la guerra” podían verse aplicadas en una cocina y yo mismo, sorprendido, he podido comprobar que detrás del caldo hay algo muchísimo más profundo que lo que nunca creí.

Cuánta gallina, si hueso o no de jamón, cebolla o nabo, más o menos zanahoria, uno o dos puerros eran episodios de una auténtica batalla. Allí la discusión sobre sentimientos profundos, escalas de valores, incluso sobre la identidad personal y hasta nacional se manifestaba entre verduras, huesos y pellizcos de sal. Los delantales se hacían banderas y en la pelea sin sangre los cucharones eran auténticas espadas domésticas. Cada puchero (porque finalmente hubo dos) devenía en trinchera e incluso he visto actos guerrilleros de subir o bajar la potencia del fuego ajeno, siempre con un ánimo declarado de ayudar que solo yo, simple varón, me podía llegar a creer.

Han tenido que pasar 47 años para que haya tenido la oportunidad de darme cuenta de que si el hogar es el espacio del fuego colectivo, el caldo es lo que contiene en realidad el código genético del grupo familiar y que sus sacerdotisas siguen ejerciendo la labor de cuidadoras de las esencias (nunca mejor dicho) con la misma pasión que sin duda lo hicieron otras mujeres hace muchos miles de años.

Acelerados y agobiados por las exigencias de lo cotidiano, ¡qué difícil se nos hace apercibirnos de dónde están las cosas importantes!. Por ejemplo, en el caldo de cada madre.