viernes, 26 de febrero de 2010
La Consejera sin barreras
Isabel Celaa es la Consejera de Educación del Gobierno de Patxi López. Una mujer de enorme actividad, con carácter y con la pasión por la política a flor de piel. Un accidente le ha dejado temporalmente en silla de ruedas pero no fuera de juego. De eso nada.
Hoy ha venido al Parlamento. Antes de iniciar su intervención se ha puesto de pie para saludar al resto de parlamentarios y –estoy seguro – también como acto de rebeldía contra su momentánea dificultad.
Con la claridad y vehemencia de siempre ha protagonizado uno de los debates más interesantes de los últimos días. ¡Cómo es Isabel!
m
domingo, 21 de febrero de 2010
Calor, cariño, complicidad
Un genio a tu altura
Desde luego Verdi es uno de mis favoritos. Rigoletto fue mi puerta de entrada a la afición a la ópera y eso deja una marca indeleble. Por si fuera poco la última vez que vi una representación del buffone fue acompañado de mi amigo Dani a quien una enfermedad nos arrebató pocos meses después. En adelante siempre que la vea le recordaré.
El genio de Giussepe Verdi está presente en el Parque de los patos de Bilbao en una escultura estupenda de Lourdes Umerez, que a mí me resulta curiosa porque cuando paso a su lado no puedo evitar pensar que el músico se ha bajado de la pilastra para descansar de tanto honor y ponerse a la altura de la gente. Me gusta mucho esa obra.
sábado, 20 de febrero de 2010
Batasunólogos
Estos días me estoy acordando de la historia o leyenda que un amigo me contó de que durante la guerra fría en los servicios de inteligencia americanos había unos individuos que “leían” los acontecimientos de la política interior de la Unión Soviética en las fotografías y otros indicios invisibles para el común.
Las imágenes de los desfiles del 1º de mayo en la Plaza Roja eran, al parecer, una auténtica mina para estos llamados kremlinólogos, que de la posición de cada dignatario comunista en la tribuna año tras año, de quién estaba a su lado, delante o detrás obtenían - se supone - información valiosísima sobre los entresijos del Politburó. Vaya usted a saber si eso era o no cierto.
Aquí, en Euskadi, parece que estamos desarrollando también una suerte de augures similares pero en relación con el mundo de la izquierda abertzale. Ya me referí en este blog a mi dificultad para saber qué es lo que querrán decir esos textos oscuros e impenetrables. Largos y llenos de conceptos aparentemente profundos pero en los que uno se marea porque avanza en los folios sin encontrar asidero conceptual alguno. Bueno eso me pasa a mí, lo reconozco, pero no les ocurre a otros porque en los últimos tiempos reverdecen batasunólogos en prensa, tertulias y en el parlamento, que parecen capaces de leer en las entrañas de esos textos y de ver consecuencias y evoluciones que para la gente sencilla no son alcanzables.
No sé si será por torpeza mía pero me barrunto que muchos en el pentágono escuchaban a los kremlinólogos con la misma cara que se me pone a mí al escuchar y leer las cosas que dicen “nuestros expertos” sobre la última declaración de la izquierda abertzale.
m
jueves, 18 de febrero de 2010
No hubo oricios
Han pasado bastantes días desde que estuve abusando de la hospitalidad de mis amigos asturianos. Gente entusiasta, orgullosa de su ciudad y atenta con el visitante. La cosa estaba prevista con más peña pero no salió y de esa forma nos queda afortunadamente pendiente una nueva visita a la que tendré que llevar obligatoriamente la bufanda del Sporting que me regalaron.
El hombretón de Ivan, Irene la geógrafa, Bea y Fran, que ya me demostraron su amistad meses antes…todos estuvieron a mucha altura. A los jóvenes Silvia y Pablo solo les podía contemplar disfrutando de la noche y sabiendo que ya no les puedo seguir. Qué le vamos a hacer!
Con Oscar, anfitrión y alma de esta visita, di un magnífico y lento paseo matinal por una ciudad algo gris, algo húmeda y con olor a sal, como son todas las del Cantábrico. Y por supuesto no me olvido del disgusto que tenía porque –vaya por Dios- no hubo oricios. Pero disgusto de verdad de la buena. No sé yo. Los he probado con crema en Cataluña pero me da que Oscar me los va a hacer comer al estilo asturiano. Le temo.
Y en medio de Gijón, en el paseo me encontré esta pintada. Para que no faltase nada. En el mismo Gijón.
El hombretón de Ivan, Irene la geógrafa, Bea y Fran, que ya me demostraron su amistad meses antes…todos estuvieron a mucha altura. A los jóvenes Silvia y Pablo solo les podía contemplar disfrutando de la noche y sabiendo que ya no les puedo seguir. Qué le vamos a hacer!
Con Oscar, anfitrión y alma de esta visita, di un magnífico y lento paseo matinal por una ciudad algo gris, algo húmeda y con olor a sal, como son todas las del Cantábrico. Y por supuesto no me olvido del disgusto que tenía porque –vaya por Dios- no hubo oricios. Pero disgusto de verdad de la buena. No sé yo. Los he probado con crema en Cataluña pero me da que Oscar me los va a hacer comer al estilo asturiano. Le temo.
Y en medio de Gijón, en el paseo me encontré esta pintada. Para que no faltase nada. En el mismo Gijón.
miércoles, 17 de febrero de 2010
¿Competitividad o salarios?
Interesante editorial del número 332 del informe mensual del servicio de estudios de la Caixa. No lo reproduzco entero pero sí este párrafo que me ha llamado la atención y en el que entre las características de las empresas competitivas figura...vaya por Dios... que pagan mejores salarios.
Siempre me había preguntado ¿cómo es posible ser competitivos expulsando de la empresa a los mejores?
Pero no es imprescindible estar en la élite tecnológica para demostrar buenas calificaciones en competitividad. La capacidad de exportar es quizás el signo externo más visible de la fortaleza competitiva de una compañía. Y no es nada fácil. En Estados Unidos, apenas el 4% de los cinco millones y medio de empresas es capaz de exportar, mientras que en Alemania la cifra asciende al 12% y en España se sitúa alrededor del 6%. Se trata de comparaciones delicadas, ya que el tamaño y la apertura de una economía influyen en las cifras. Eso sí, las empresas exportadoras se distinguen por tener mayor tamaño que la media, ser más intensivas en el uso del capital, tener más productividad y pagar mejores salarios. Se trata de características que también encontramos en empresas tal vez menos orientadas al exterior o en empresas de servicios, pero que destacan por su capacidad competitiva.
Aquí está el enlace para leerlo entero
Servicio de Estudios > Información económica > Informe Mensual > Edición web 17-2-10
Informe Mensual, núm 332 - Febrero 2010 Editorial
jueves, 4 de febrero de 2010
Todavía hay clases
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La crisis no perdona y tampoco lo hace una sociedad en la que haber tenido, o haber sido, es cada día menos un seguro de bienestar. En otros tiempos la movilidad social era muy baja. Quien tenía la suerte de nacer en una familia aristocrática tenía prácticamente asegurado, salvo catástrofe, un futuro de razonable bienestar, bien entendido que razonable bienestar era como mínimo uno o varios pisos enormes en la mejor parte de la ciudad, 4 ó 5 personas de servicio, una vida social activa, la “temporada” de tres meses en algún lugar de la costa y algunas otras ventajas y gabelas. Todo eso, por supuesto, sin pegar un palo al agua… en el sentido laboral. El refrán “quien tuvo retuvo” era de estricta aplicación a las clases altas y de ahí no se bajaba así como así. Aun con inmensas diferencias de fortuna entre ellos, quienes un día habían sido grandes mantenían su posición social con más o menos agobio.
Por el contrario los humildes a lo más que podían aspirar era a dejar a su prole colocada en algún buen oficio y a ser propietarios de una de las casas baratas cerca de la fábrica. Sobre quién era más o menos feliz no me atreveré a opinar porque habría de todo, como en botica.
Las clases medias, bien por negocios o por formación, fueron ganando terreno y con los años su enorme incremento las convirtió en el sustento del Estado, del comercio y del bienestar. Parecía como si por la escalera solo se pudiera subir, auque los escalones más altos continuaran reservados a las familias de sangre.
Los padres esperaban y normalmente conseguían que sus hijos vivieran mejor que ellos. Ahora los que presumen de conocer el futuro dicen que los jóvenes de hoy serán los primeros que vivirán peor que sus padres. No sé si tal cosa ocurrirá pero, de ser cierta la noticia publicada hoy en El País, sí parece que el blindaje de los más afortunados se resquebraja y coloca a la intemperie a personas de abolengo.
Si no me creen vean la noticia que nos informa de la creación de una llamada Fundación Marquesa de Balboa Ancianos Solitarios Venidos a Menos, cuyos fines declarados son: «atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes también estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal, atendiendo primero a las mujeres, y preferentemente a las que tuvieron una buena posición, con preferencia a las personas de la condición social que tuvo la extinta Excma. Sra. Marquesa de Balboa, que necesitan ayuda y no se atreven a solicitarla o no lo consiguen” (sic) ¡Tela marinera!
Hay que señalar que si la largueza económica de las patronas (todas ellas damas) se corresponde con la que han tenido a la hora de redactar los fines a los que dedicarán sus desvelos, no va a haber condesa, duquesa, grande o pequeña de España y aun gentilhombre en apuros que no encuentren en la fundación el apoyo y sustento que precisen.
Me cabe, sin embargo, la duda de cuál será la asignación que estas señoras considerarán mínima, toda vez que el estándar de algunas personas comienza a contar a partir del mayordomo.
Es tan estupenda la noticia que me gustaría que de verdad sea cierta y que no se desmienta mañana o pasado. En todo caso, sea una broma o no, he de confesar que la iniciativa y sobre todo el término “venidos a menos” me han despertado una irreprimible sensación de ternura. De verdad que sí. Se lo juro por Snoopy.
La crisis no perdona y tampoco lo hace una sociedad en la que haber tenido, o haber sido, es cada día menos un seguro de bienestar. En otros tiempos la movilidad social era muy baja. Quien tenía la suerte de nacer en una familia aristocrática tenía prácticamente asegurado, salvo catástrofe, un futuro de razonable bienestar, bien entendido que razonable bienestar era como mínimo uno o varios pisos enormes en la mejor parte de la ciudad, 4 ó 5 personas de servicio, una vida social activa, la “temporada” de tres meses en algún lugar de la costa y algunas otras ventajas y gabelas. Todo eso, por supuesto, sin pegar un palo al agua… en el sentido laboral. El refrán “quien tuvo retuvo” era de estricta aplicación a las clases altas y de ahí no se bajaba así como así. Aun con inmensas diferencias de fortuna entre ellos, quienes un día habían sido grandes mantenían su posición social con más o menos agobio.
Por el contrario los humildes a lo más que podían aspirar era a dejar a su prole colocada en algún buen oficio y a ser propietarios de una de las casas baratas cerca de la fábrica. Sobre quién era más o menos feliz no me atreveré a opinar porque habría de todo, como en botica.
Las clases medias, bien por negocios o por formación, fueron ganando terreno y con los años su enorme incremento las convirtió en el sustento del Estado, del comercio y del bienestar. Parecía como si por la escalera solo se pudiera subir, auque los escalones más altos continuaran reservados a las familias de sangre.
Los padres esperaban y normalmente conseguían que sus hijos vivieran mejor que ellos. Ahora los que presumen de conocer el futuro dicen que los jóvenes de hoy serán los primeros que vivirán peor que sus padres. No sé si tal cosa ocurrirá pero, de ser cierta la noticia publicada hoy en El País, sí parece que el blindaje de los más afortunados se resquebraja y coloca a la intemperie a personas de abolengo.
Si no me creen vean la noticia que nos informa de la creación de una llamada Fundación Marquesa de Balboa Ancianos Solitarios Venidos a Menos, cuyos fines declarados son: «atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes también estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal, atendiendo primero a las mujeres, y preferentemente a las que tuvieron una buena posición, con preferencia a las personas de la condición social que tuvo la extinta Excma. Sra. Marquesa de Balboa, que necesitan ayuda y no se atreven a solicitarla o no lo consiguen” (sic) ¡Tela marinera!
Hay que señalar que si la largueza económica de las patronas (todas ellas damas) se corresponde con la que han tenido a la hora de redactar los fines a los que dedicarán sus desvelos, no va a haber condesa, duquesa, grande o pequeña de España y aun gentilhombre en apuros que no encuentren en la fundación el apoyo y sustento que precisen.
Me cabe, sin embargo, la duda de cuál será la asignación que estas señoras considerarán mínima, toda vez que el estándar de algunas personas comienza a contar a partir del mayordomo.
Es tan estupenda la noticia que me gustaría que de verdad sea cierta y que no se desmienta mañana o pasado. En todo caso, sea una broma o no, he de confesar que la iniciativa y sobre todo el término “venidos a menos” me han despertado una irreprimible sensación de ternura. De verdad que sí. Se lo juro por Snoopy.
Microsupersticiones
Ya están en casa los cordones de San Blas de este año, obsequio de una persona que nos demuestra así su cariño y atención.
La de los cordones de San Blas es una tradición muy instalada en Vizcaya y especialmente en Bilbao. De niños mi abuela jamás permitió que faltásemos a la cita en el Arenal. Allí se compran unos cordones de algodón que son bendecidos en nombre del Santo en la cercana iglesia de San Nicolás. El cordón se lleva atado al cuello durante 9 días después de los cuales hay que quemarlo. Mano de santo contra los catarros y otras afecciones de garganta. Nótese que aquí en Bilbao, ciudad de muchas humedades y poco sol invernal, tal protección no es cosa de despreciar.
Me encantan las pequeñas supersticiones, curiosas unas, divertidas otras, pero que se extienden casi universalmente por toda España. Y siempre vinculadas a algún santo, alguna virgen u otro personaje del imaginario católico. Hay muchas personas que solo se acercan a la iglesia de su pueblo en los días señalados por estas tradiciones pero que -por supuesto- ese día no faltan.
Admira la persistencia de tradiciones y ritos que aunque la iglesia haya adoptado como propios, todo el mundo sabe que nada tiene que ver con ella. Y aún extraña más que esas costumbres sobrevivan con tanto vigor en una sociedad indudablemente ilustrada y laica como es la nuestra. Es posible una de las razones del éxito de tales usos locales estribe, precisamente, en lo ingenuos y entretenidos que resultan.
martes, 2 de febrero de 2010
Agua bendita
Hace unos meses comentaba en este blog mi enorme disgusto por el desastre que estaba sufriendo el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Ya hacía mucho tiempo que veníamos oyendo malas noticias sobre el humedal pero la combustión espontánea de la turba que había comenzado como consecuencia de la extrema sequía, amenazaba con acabar definitivamente con aquel espacio en el que todavía viven algunos recuerdos íntimos de mi afición por la ecología -que mantengo- y de mi juventud -que no mantengo tan bien.
Pero han llegado buenas noticias; las lluvias caídas durante este invierno en el cauce del Cigüela simple y llanamente han devuelto el agua a las tablas y, con ella, muy pronto, después de años y años, la vida volverá a llenar las pozas y a explotar entre los carrizos. Una bendición.
Me he alegrado de saberlo. Tal vez lleve a mi hija a ver los ánades, las fochas, las cigüeñuelas, los patos colorados… como los que yo vi. He pensado que quizás deba darme prisa, antes de que la mano del hombre vuelva a agostar esa zona de La Mancha por regar los extensísimos cultivos de los que comemos. No sé lo que al fin pasará pero parece que la naturaleza nos ha concedido a los hombres una segunda oportunidad. Espero que sepamos aprovecharla, también por mi hija.
Pero, de todas las sensaciones que me ha traído la buena noticia me he quedado con la extraña inquietud de pensar que lo que los hombres hemos destruido con mucho esfuerzo y trabajo durante años, la tierra lo ha recuperado en unas semanas de lluvias. Intensas pero tampoco desastrosas. Así de simple.
Es posible que a esa turbera ya apagada, que hoy se esconde de nuevo bajo el manto de agua y que empezó a formarse hace 300.000 años aún le queden otros 300.000 o más. Tal vez sea que esa zona que los hombres dimos en llamar las tablas de Daimiel durante un pequeño suspiro de su larga vida esté destinada a ser lo que es, un magnífico humedal estepario. Lo queramos nosotros o no. Estemos nosotros ahí o no.
Es probable que lo importante y lo poderoso sea la laguna y no nosotros. Eso es lo que he pensado.
m
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