lunes, 31 de octubre de 2016

Qué va a pasar con el PSOE en Cataluña?


La ruptura de la disciplina de voto del grupo parlamentario por parte de los diputados y diputadas del PSC ha abierto otro frente de dificultades para el PSOE, por si tuviera pocos.

La primera consecuencia parece que podría ser una revisión del protocolo entre los dos partidos, hermanados nada menos que desde 1978.

Ciertamente, que el PSC pueda participar y votar en los órganos de dirección del PSOE pero que no se sienta después obligado a cumplir lo acordado apelando a que son un partido distinto suena raro, pero tiene su explicación: el protocolo establece que el PSOE renuncia a existir como tal en Cataluña, lo que significa que los ciudadanos de Cataluña que se sienten socialistas españoles y, por tanto, del PSOE, no pueden afiliarse a su partido y deben hacerlo al PSC. Sus fichas de militantes no están en Ferraz, pero sin duda esas personas existen. Por tanto, que el PSC tenga derecho a votar en los órganos Federales del PSOE no es más que el normal reconocimiento a la representación de todos los ciudadanos que viviendo en Cataluña son socialistas.

Es por eso que, si se abre ahora el protocolo, no va a resultar tan fácil acotar el ajuste a que simplemente el PSC deje de tener representación en los órganos del PSOE y que la cosa se quede ahí.

No va a ser fácil porque muchos de los militantes del PSC, que lo son porque no se les permite ser afiliados catalanes del PSOE, podrán levantarse inmediatamente para reclamar su voz en Ferraz, como les correspondería si viviesen en cualquier otra parte de España. Y con razón.

Se puede poner así en marcha un peligroso tobogán y volcada la primera ficha del dominó puede ser imposible parar la caída de todas las demás.

Para reconocer el derecho de los militantes catalanes del PSOE habría que saber cuántos y quiénes son y para hacerlo el PSOE tendría que abrir un censo de afiliados en Cataluña que podría romper el del PSC en dos. Caída esa ficha la siguiente es que el PSOE existiría efectivamente en aquella tierra.

La distinción entre militantes catalanes del PSOE y del PSC abriría un buen roto al socialismo en Cataluña y de ahí a que ambos partidos se presenten a las elecciones en listas diferentes hay un trecho peligrosamente corto.

La dirección del PSC ha pedido al PSOE comprensión ante las especiales dificultades que atraviesa Cataluña, apelando a la actual deriva independentista, y tiene sus razones pero otros socialistas creen, por el contrario, que nada aclararía tanto el panorama como un movimiento nítido que establezca dónde está cada cual en esa grave polémica. La duda que cabe es ¿cuántos de estos últimos son catalanes y están ahora afiliados al PSC?

Menudo lío! Al PSOE le está pasando, como dice el refrán, que a perro flaco todo son pulgas.



jueves, 27 de octubre de 2016

Rajoy gana sin combatir


Rajoy se ha hecho con el monopolio de la moderación, por eso gana las elecciones. Porque ese campo inmenso, aburrido y electoralmente fértil ha sido ruidosamente abandonado por el resto de sus oponentes, que se lo han dejado a él solo y a su partido.

Es obvio que ni el Presidente del PP ni los suyos han hecho movimiento alguno para conquistar ese segmento tan deseado del cuerpo electoral. Todo lo contrario: el PP y sus dirigentes se mantienen impertérritos en sus posiciones de derecha pura. Nada hay que haga pensar en una evolución hacia posiciones más centristas del partido que va a volver a gobernar España. Ni falta que les hace.

Ha sido la torpeza ajena y no la virtud propia lo que ha regalado al PP el espacio de la moderación percibida. Del que se está apropiando sin esfuerzo alguno. Como decía Trillo: ¡Manda huevos!

Las ardorosas izquierdas (siempre en plural) han decidido subirse al monte a pelear entre ellas por el grial de la autenticidad, mientras dejaban el campo libre a quien lo quisiera ocupar. Veremos cómo regresan de esa guerra y cuánto tardan luego en recuperar el voto más templado, si es que lo hacen. De momento parece que ni les interesa.

Porque la cosa pinta que va a continuar por el mismo camino. El PSOE, como siempre que sufre una bronca interna, transmite en la calle con toda claridad (incluso en directo) que la pelea entre los “auténticos” y los “pragmáticos” tiene todavía recorrido y que nos esperan todavía muchos titulares, gritos, pancartas y tal vez hasta expulsiones. Nada que se parezca a la tranquilidad, desde luego.

En Podemos la autenticidad también florece estos días vigorosa, los titubeos neosocialdemócratas se han volatilizado y regresan los mensajes del miedo de los poderosos, de la toma de la calle y el orgullo por los escraches a políticos y periodistas de la “casta”. Tampoco aquí reinan ni el sosiego ni la paz.

Por si fuera poco, en las comunidades autónomas en las que el PP no gobierna gracias a acuerdos de izquierdas pintan bastos para sus presidentes. Así que el estruendo de la Villa y Corte puede extenderse pronto al resto del país.

Cuando oigo decir a tantos que no entienden cómo es posible que el PP, en pleno momento procesal por sus casos de corrupción y tras una legislatura marcada por una política indisimulada de derecha pura, obtenga tanto apoyo popular (y creciendo) siempre me entra la duda de si no lo entienden o es que no lo quieren entender. A mi me parece bien fácil: cuando uno abandona un terreno valioso lo normal es que otro lo ocupe. Incluso aunque no haya hecho nada para merecerlo.

Ya lo decía Sun Tzu hace 2.500 años “los verdaderamente hábiles en la guerra someten al ejército enemigo sin batallar”. Es lo que está haciendo Rajoy.
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miércoles, 26 de octubre de 2016

El reality Comité Federal del PSOE. Transparencia o nudismo?


El programa televisivo Gran Hermano fue pionero en establecer que es socialmente lícito convertir la intimidad en un espectáculo y de hecho transformó la propia TV. Otros formatos basados en el mismo principio cotilla lo han ido sustituyendo en lo alto de los índices de audiencia pero siempre manteniendo el formato de que unas personas actúan supuestamente con toda naturalidad delante de las cámaras. Como si éstas no estuviesen ahí, grabándolo todo.

Naturalmente tal cosa es falsa: los programas que aparentan naturalidad están guionados, los protagonistas representan un papel asignado y pautado e incluso algunas veces quienes muestran su intimidad son en realidad actores. Pasa también en esos interminables debates ruidosos y faltones, en los que los famosetes se desuellan mutuamente.

El último reality ha sido el Comité Federal del PSOE, en el que, supuestamente a puerta cerrada, lo socialistas discutían de sus importantes cuitas y donde cada cual opinaba delante de sus compañeros para llegar a alguna resolución final. Como así fue.

Si alguno de los intervinientes creyó que podía hablar libremente durante el debate porque lo que se juzgaría iba a ser la resolución final se equivocaba. Estaba en un reality más, en el que lo que dijese en cada momento sería valorado y analizado públicamente después. La intimidad del PSOE había saltado por los aires. Los miembros de su Comité Federal ya saben que será así en adelante. Importará lo que acuerden pero importarán sobre todo las ocurrencias, los zascas, las críticas, los tonos de voz y todo lo accesorio, como pasa en el resto de realitys.

Es obvio que las grabaciones se han hecho públicas porque alguien del PSOE, alguien dentro del propio Comité, se ocupó de obtener laboriosamente la exclusiva y la ha pasado a los medios. Quién sabe a cambio de qué. Quizás solo de vanidad.

Llegados a este punto lo lógico sería que a partir de ahora la propia organización del PSOE grabase con buena calidad las intervenciones, mejor aún con cámaras, los miembros del Comité acudiesen convenientemente maquillados y se seleccionase a alguien que condujese los debates para que se ajustasen bien a las necesidades del directo. Que el público pudiese votar desde casa y expulsar a algunos miembros de la sala sería ya el colmo de la transparencia. Incluso podría estudiarse la venta de la exclusiva.

Lo que es evidente es que, a partir de ahora, los miembros del Comité Federal socialista van a tener que preparar sus intervenciones cuidando bien el guión, pensando no tanto en convencer a sus correligionarios como en brillar ante la audiencia, "que tanto les quiere y a quien tanto deben". Eso sí, las decisiones reales tendrán que tomarse en otro sitio.




domingo, 23 de octubre de 2016

Cómo nos suena esto a los vascos

Primero se crean las consignas

La realidad compleja es siempre incómoda y podría no darte la razón siempre, así que nada hay mejor para llevar el agua a tu molino que simplificarla con unos eslóganes, preferentemente que rimen, cosa muy útil puesto que el objeto es que puedan ser recordados y repetidos. Cada día es más fácil, al lado de las escuetas pintadas y dianas de otros tiempos, los 140 caracteres de Twitter son casi un ensayo.

Después se etiqueta a los contrarios con ellas

Si conviene banalizar la realidad y convertirla en algo explicable en blanco y negro, más aún es preciso etiquetar a los adversarios y colocarlos en una posición perfectamente simple, obviamente en la negra, de forma que no quepa para ellos calificación alguna que no sea la que tu consigna haya establecido: txakurra, asesino, txibato, Señor X, da igual. Lo importante es encerrar todo lo que significa tu adversario en una jaula muy pequeña y muy maloliente. Que sea verdad o mentira es perfectamente irrelevante.

A continuación se les “cosifica”

Una vez etiquetada, la persona que pudo ser tu adversario deja de tener carácter humano, ya no es alguien sino “algo” y ese algo es solo y exclusivamente la etiqueta que le hayamos asignado. Ya no hay historia, no hay recuerdo de nada positivo, ni siquiera neutro. Ese individuo nació con la etiqueta cosida a la ropa como una estrella amarilla y punto.

Se establecen espacios físicos excluyentes

Los nostálgicos del franquismo llamaban “zona nacional” a algunos barrios de Madrid, los nacionalistas radicales vascos tenían sus “pueblos y barrios”, donde mandaban “las cuadrillas”. Se trata de presentar como una “provocación” la mera presencia de alguien no afecto en esos lugares y justificar así una reacción violenta contra él. Si esos espacios son universitarios mejor que mejor, porque tienen el marchamo de la cultura y el conocimiento. Sin olvidar que suelen estar llenas de personas cultas y respetuosas, que se apartarán del tumulto que has montado.

Se organizan manifestaciones “espontáneas”

Una vez establecido que la presencia de ese tipo en el espacio vedado es una provocación, queda plenamente justificado que “la gente” reaccione violentamente, le agreda y le quiera expulsar de ese sitio donde -obviamente- no debería haberse atrevido a entrar.

Se niega toda responsabilidad

Si se ha seguido el manual, a estas alturas ya no hace falta reivindicar la agresión como propia, aunque todo el mundo sepa que así es. Por el contrario, aunque los eslóganes, las consignas y los gritos sean los que tú mismo has sembrado y cultivado, siempre podrás alegar que se trata de manifestaciones de autenticidad popular en las que no tienes nada que ver. Faltaría más. Si la agresión se va de las manos esta actitud de falso pero declarado alejamiento hacia los protagonistas del abuso es especialmente conveniente para evitarte mayores problemas.

Se responsabiliza al agredido

¿Cómo va uno a oponerse a una manifestación tan genuina y popular? Si te preguntan, que te preguntarán, deberás manifestar de entrada tu contrariedad, deplorando “los hechos”, lamentándolos y manifestando tu sincera desazón (el diccionario ofrece un buen ramillete de palabras blandas para esto) para acto seguido y, ahora sí con toda rotundidad, criticar al agredido por provocador y convertirlo en agresor virtual. Culparle de cualquier cosa mala que haya pasado recientemente es una táctica infalible, vale desde un asesinato hasta un motín en el CIE de Aluche.

Siguiendo este manual, que los vascos demócratas conocemos de sobra por haberlo padecido, te harás primero con la calle, y después cuando el miedo se haya instalado en los corazones de tus vecinos, habrás vencido.

Ahora que empieza la campaña de vacunación contra la gripe, es buen momento para vacunarse también contra las ideologías del odio y de la amenaza, que siempre se inician como “espontáneas” manifestaciones populares y que siempre acaban muy mal. Para ello recomiendo un libro que habla de Euskadi pero que puede servir perfectamente a cualquiera como antídoto contra la tiranía del grito y la capucha. Se titula “Patria” y lo ha escrito Fernando Aramburu.





domingo, 16 de octubre de 2016

El Ayuntamiento de Badalona se anticipa


Escribo esto un 12 de octubre, nada más subir de la frutería de mi barrio, donde he comprado unos puerros y un pimiento que me faltaban para las alubias. Al entrar con mi bolsa leo que el Ayuntamiento de Badalona, lo mismo que mi verdulero, ha decidido empezar a abrir en festivos. Excelente noticia. Ya va siendo hora de que las Administraciones no exijan a sus ciudadanos que tengamos que pedir horas libres (o darlas en caso de empresarios y autónomos) para hacer trámites y consultas.

Las discusiones que nuestros líderes mantienen sobre fiestas e identidades nacionales quedan en el más absoluto ridículo cuando a uno le toca pasarse una mañana entera sin trabajar para obtener un papel en su Ayuntamiento, que deberá entregar luego en la Diputación, en el departamento autonómico de Educación o incluso a menudo en el propio Ayuntamiento. Trámite que casi siempre es en papel, en persona y en día y horario laborables, por supuesto.

Es obvio que los motivos por los que ese consistorio catalán ha abierto hoy al público nada tienen que ver con la comodidad y el servicio a sus vecinos, pero si hoy se puede (por los motivos que sean) no veo la razón por la que no podamos considerar este acto como un oportuno experimento de lo que podría ser una buena práctica en nuestras Administraciones Públicas. Una práctica que se adaptaría, por fin, a las necesidades de una sociedad que ni es tan simple ni se mueve de forma tan sincronizada y previsible como pasaba hace 50 años.

El día que nuestras Administraciones se organicen para atendernos, sea on line o en persona, también en días festivos (como si se tratase de un auténtico servicio público) y pongan para ello en marcha sus turnos, sus compensaciones laborales, sus acuerdos y lo que sea necesario para preservar los derechos de los empleados públicos, habrán entrado en una modernidad en la que en mi barrio ya hace tiempo que están la panadera, el frutero, el verdulero, el del asador de pollos y todos los bares. Ese día tendremos todos algo que celebrar, sea o no 12 de octubre.