miércoles, 28 de septiembre de 2011

Al Lehendakari se le entiende todo

Foto 20 minutos

En este país en el que la agenda política ha estado siempre marcada por asuntos que poco o nada tenían que ver con la vida de las personas y sí mucho con las rancias esencias patrias, escuchar a alguien hablando de las cosas que son reamente importantes sigue siendo una novedad apreciable -y refrescante. Mañana tendremos la oportunidad de escuchar al Lehendakari hablar de las muchas dificultades que estamos atravesando, pero también del compromiso de la política con las personas, de cómo impulsar el país y no dejarlo anclado en el pasado, de cómo hacer para mantener y no desmantelar los servicios y la protección social, aunque nos falte dinero y sobre demagogia.

Porque el centro de la política son las personas, ni los territorios, ni las religiones, ni las banderas, ni las ideologías (incluida la mía) ni las patrias. Las personas, todas ellas únicas, iguales entre sí y diferentes todas. Sólo las personas son la medida que nos permite saber si una sociedad funciona o no.

Por eso ver las instituciones como herramientas y no como edificios es una tarea en la que en Euskadi tenemos mucho tajo en el que meternos. Es la fiscalidad, que adolece de sistemas más justos, aunque no reportasen enormes ingresos. Pero es también la duplicidad de servicios, el encastillamiento cotidiano o deliberado de unos servicios que olvidan que son todos ellos sostenidos por los mismos dos millones de ciudadanos vascos que somos. Es la tradición usada como excusa y la ineficacia flagrante de quien, en la era internet, es incapaz de localizar a una abogada en ejercicio en Guipúzcoa. Solo es el último ejemplo.

Pero seguro que el Lehendakari dice más cosas interesantes, porque Patxi López no es partidario del “lenguaje aproximado”, aquel en el que el orador da vueltas en torno a los conceptos sin llegar nunca a tocarlos, sin el compromiso de llamar a las cosas por su nombre, sin mancharse de realidad y sin pincharse con las espinas de los significados incómodos, sin nombrar jamás lo innombrable, táctica habitual de quienes buscan que las palabras puedan significar una cosa y su contraria según les convenga a cada instante. Patxi López no es así. Todo lo contrario, al Lehendakari se le entiende todo: No disimula cuando dice que en Euskadi hay que distinguir muy bien a los responsables del asesinato y a los asesinados. No se esconde cuando señala a ETA como causante, a sus palmeros como cómplices y a las víctimas como el testimonio de la decencia.

Ahora que pretenden día sí y día también que se reconozca “el sufrimiento de los verdugos”, el Lehendakari remarca el verdadero sentido de que en Euskadi los terroristas han perdido la batalla, que quien ha ganado ha sido la resistencia democrática frente a la tiranía y que el precio pagado en forma de vidas, de miedo y de vergüenza es una losa con la que habrá que cargar pero unos muchísimo más que otros. Porque como decía Clemenceau de los historiadores de la Primera Guerra Mundial “seguro que no dicen que Bélgica invadió Alemania”.

La democracia ha vencido y la tiranía ha sido derrotada. La “débil” democracia que jamás podría con ETA ha terminado con esos terroristas. Y lo ha hecho con la ley en la mano. Con la misma ley, por cierto, con la que también persiguió a quienes desde sus propias estructuras cometieron abusos. Porque tener defensas contra sus propias infecciones es lo que hace a la democracia fuerte contra quienes buscan, desde fuera de ella, acabar con la libertad de todos.

Ahora solo queda esperar a que ETA se dé cuenta de que el tiempo se les ha terminado y de que la sociedad vasca ya no está dispuesta a escuchar de ellos nada que no sea el final. Ahora y sin condiciones.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Es lo que tiene la Justicia...!



Que estemos a punto de conseguir el fin del terrorismo en Euskadi es una gran cosa. Este verano hemos visto cómo era perfectamente posible la convivencia en las fiestas de nuestras ciudades y pueblos y, si todo va bien, eso será el principio de un tiempo mucho mejor para Euskadi.

Chus Lampreave
Todo esto está muy bien pero, como ya he escrito, el final del terrorismo también va a traer un buen montón de consecuencias nada cómodas pero, sin embargo, inevitables. Tantas décadas de muerte, de miedo, de amenazas, de sufrimiento y de rabia no van a pasar sin más. Quedan muchas heridas por cerrar, muchas vergüenzas por experimentar. Y quedan también delitos por juzgar.

Va a haber muchas cosas que nos incomoden durante este tiempo. Cosas desagradables que quedaron pendientes y que tendremos que abordar ahora sin remedio. La paz no va a ser la fiesta multicolor del olvido que algunos sueñan sino más bien una catarsis irritante y en ocasiones vergonzante que a unos más y a otros menos pero que a todos nos va a disgustar.

Algunos de esos tragos amargos tendrán que ver con los juicios en marcha o pendientes, que nos volverán a traer a la memoria los peores momentos de la historia de los vascos. Que nos recordarán cosas que preferiríamos dejar atrás. No vamos a poder eludirlo, tendremos que transitar por esas sendas espinosas. Y hoy hemos entrado de lleno en una de ellas con la sentencia del caso Bateragune.

El tiempo de la política no es el de la justicia. En la Audiencia Nacional no se juzgaba la actualidad política vasca, ni la posición actual de los acusados, ni sus declaraciones recientes, sino cosas que ya pasaron. No se juzgaba el “nuevo tiempo” sino los hechos del tiempo que correspondía juzgar y sentenciar.

No tengo ni idea de si jurídica o procesalmente la sentencia es adecuada, por lo que no opinaré sobre ello. Pero solo oigo decir que el tribunal debía haber tenido en cuenta “las nuevas circunstancias”, “el momento presente” o “el protagonismo actual de los acusados”. O sea que muchos de quienes reclamaron durante los años de plomo –con razón- que la justicia debía ser ciega a toda consideración política y atenerse estrictamente a las pruebas y evidencias concretas de cada caso, exigen hoy –airados- que esta vez debía haberse quitado la venda y haber dictado, esta vez sí, una sentencia “política” a conveniencia del momento, despreciando las evidencias y datos del caso para no estropear así el camino de integración que los entonces subordinados de ETA parece que han empezado a recorrer ahora hacia la democracia.

¿Se acuerdan de Chus Lampreave en Mujeres al borde de un ataque de nervios? Cuando le dice a Antonio Resines aquello de “qué más quisiera yo que poder mentir, pero es lo que tenemos las testigas de Jehová: que no podemos”. A la Justicia le pasa algo parecido, que no puede actuar sin pruebas pero tampoco olvidar o mirar para otro lado cuando las tiene en los casos que conoce. Aunque haya pasado tiempo, aunque las circunstancias sean otras, aunque eso ponga algunas cosas difíciles más cuesta arriba aún. Es lo que tiene la justicia en democracia.

Habrá más casos y más espinas, pero habrá que pasarlos; son parte de la mala resaca del terrorismo. No hemos hecho más que empezar.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Innovando las tradiciones más sólidas


La innovación no es una cosa de los grandes grupos empresariales ni está solo en los círculos de alta capacitación profesional. La innovación consiste en ver la realidad cotidiana, imaginar otros caminos y atreverse a crear algo nuevo. Esta pieza que fotografié en verano es una buena muestra de innovación. Y además me sirvió también para reírme un rato, por supuesto sin perder ni por un instante la admiración por quien la haya inventado.




jueves, 15 de septiembre de 2011

Del optimismo a la Indeterminación.


Con motivo de la apertura de Emprende 2011, que se desarrolla estos días en el BEC de Barakaldo, pude seguir la conferencia de apertura a cargo de Emilio Duró, un orador que se ha hecho famoso por sus animadas conferencias empresariales que le han convertido en un “gurú” del optimismo. Su intervención –divertida y útil- no solo no defraudó sino que concitó un estruendoso y cálido aplauso, muy distinto a los que se suelen escuchar en ese tipo de foros profesionales. Desde luego en una cosa tenía razón. En que el optimismo se contagia. Así lo vimos a lo largo de la conferencia.

Conocía a Duró porque es uno de los personajes de España más vistos en internet y me llamó la atención que una y otra vez suplicase –insistentemente- en que no se le grabara. El motivo que adujo era precisamente que las grabaciones que corren por la red le han hecho daño y le han convertido en un personaje que parece que no quería ser.

Pudo ser un táctica del propio Duró pero pudo ser perfectamente cierto porque los medios -internet también- modifican cuanto tocan. Deliberadamente o no lo transforman en algo distinto a lo que era antes de su intervención. Y casi siempre para mal. No se puede evitar, les pasa a los futbolistas, que pasan de buenos deportistas a titubeantes estrellas, a los concursantes de los reality shows, que adquieren una engañosa y frágil notoriedad y nos pasa a los que nos dedicamos a la política. Para existir hay que estar en los medios y éstos exigen su dosis diaria de espectáculo, de ruido y de confrontación. La verdad y la razón son conceptos prescindibles que en todo caso, de existir, quedan en un segundo plano. Lo peor es que, en ese entorno cada día abundan más los profesionales de suministrar un titular en lugar de una opinión o una idea cabal. Son de hecho los que más éxito tienen, si por éxito se entiende la mayor presencia en la agenda informativa.

Creo que a los medios se les puede aplicar perfectamente una variante del principio de indeterminación que Heisenberg formuló en 1927. Sería algo así como “Quien explora una realidad la modifica al explorarla por lo que sus conclusiones nunca pueden responder a la realidad original”.

Extraña reflexión esta de hoy.