Cuando comenzó el proceso autonómico eran dos las ideologías que despotricaban contra la existencia de 17 comunidades autónomas: los franquistas, que pensaban que así España se destruía, y los nacionalistas vascos y catalanes, que entendían aquello como una trampa dirigida a depreciar sus propios sistemas autonómicos, únicos que merecían existir, según ellos.
Con el tiempo las autonomías que parecían de “menor rango” se han convertido en instituciones sólidas mientras que las aventuras identitarias y supremacistas fracasaron en Euskadi con Ibarretxe y ya están fracasando en Cataluña con la ruptura inevitable de los grupos independentistas.
En mi artículo de esta semana en VozPópuli señalo un punto de vista diferente sobre la marcha de las autonomías en España, donde tal vez las menos ruidosas son las que más éxito hayan tenido al fin. Puedes leerlo aquí.