domingo, 23 de marzo de 2014

Cuántos Suarez hay hoy?

Foto EFE
Procurador en las Cortes franquistas, Gobernador Civil de Segovia, Director General de Radiotelevisión Española, Consejero Nacional y después Ministro Secretario General del “Movimiento”. Suarez era, sin ninguna duda, un hombre del “régimen”. Sin embargo aquel hombre fue el líder innegable de una transición inequívoca, decidida y vertiginosa hacia la democracia parlamentaria, esa de la que su “régimen” abominaba solo un poco menos que del comunismo.

Fue aquel hombre el que puso en marcha una amnistía, disolvió el “Movimiento Nacional” que tan bien conocía, legalizó los partidos y sindicatos de izquierda, singularmente al PCE, recibió al exiliado Tarradellas en Moncloa, ganó las primeras elecciones democráticas, presentó la primera candidatura oficial para el ingreso de España en la entonces Comunidad Económica Europea, constituyó las Cortes Constituyentes y firmó los Pactos de la Moncloa. Una enumeración casi jadeante de cambios y decisiones profundas.

Pero sobre todo tuvo la osadía de desmontar el régimen al que él mismo pertenecía porque estaba convencido de que era eso lo que había que hacer y lo hizo. Por si fuera poco en unas condiciones económicas, y no solo económicas, terribles.

Como si fuera una broma del destino, Suarez ha fallecido justo cuando el sistema que él echó a andar hace aguas de forma evidente. Cuando la ciudadanía, más ruidosa que la de entonces pero igualmente deseosa de cambios, reclama una renovación profunda de la política, una revisión del propio régimen democrático de la transición.

No voy a comparar la legitimidad de los políticos electos de hoy con la de los que formaban el núcleo del régimen de Franco pero nadie me negará que el alejamiento entre la ciudadanía y el sistema político es extrañamente similar hoy y entonces.

Sabiendo que fue desde dentro de la estructura del Estado desde donde Suarez impulsó aquel cambio, no puedo evitar pensar que tal vez en algún escaño actual, despacho oficial o sede de partido esté esa persona atrevida, resuelta y capaz de impulsar una renovación de la política que hoy, como entonces, nos hace tanta falta. Aunque también soy consciente de que la historia no se repite y de que lo que en un régimen autoritario podía ser impulsado por una persona, en democracia necesita de muchas cabezas distintas. Habrá que empezar a buscarlas, rápidamente. Porque seguro que las hay.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Tres cuartos de pollo


Es bien conocido el ejemplo de que si yo me como un pollo y usted ninguno, la estadística dirá que el consumo por persona es de medio pollo…y no faltarán quienes deduzcan de ese dato que todos estamos razonablemente alimentados.

Más tarde, si en una crisis a mí me quitan un cuarto del pollo y usted se muere por fin de hambre, como cabía esperar, el dato estadístico aún mejorará y el resultado será que habremos pasado a consumir tres cuartos de pollo por barba porque usted, simplemente habrá desparecido del cómputo y su ausencia disimulará mi propia pérdida. Albricias, dirán entonces los mismos de antes.

Los mismos de antes y también El Correo de Bilbao que hoy dedica parte de su portada y una amplia información a resaltar que el costo salarial ha aumentado en España y más aún lo ha hecho en Euskadi. Reconozco que la información en sí está bien trabajada pero, como seguirla requiere cierta atención y criterio, la propia página se acoge a la facilona deducción de que tanta queja y reivindicación laboral es contraria a la realidad. El propio Banco de España, nada sospechoso de veleidades sindical-revolucionarias, advierte de que esta estadística está falseada por la asoladora realidad de que ahora tenemos más de 6 millones de muertos laborales que ya no cuentan. Pero esa advertencia, tan incómoda para la demagogia antisindical, se ignora cuidadosamente al opinar.

Si usted es de los que aún trabaja y cobra en torno a los 2.409 euros mensuales de retribución media en Euskadi, que es lo que la estadística nos descubre, o de los 1.996 euros de la media española, debe saber que bastará con que se vayan al paro (se mueran salarialmente) otro milloncito de quienes cobran menos de eso para que le puedan bajar a usted su propio sueldo y que, sin embargo, la estadística reflejará un notorio incremento en los costes salariales. No faltará entonces algún “pollo” que, como hoy, se lo restriegue para que no se queje porque, supuestamente, habrán subido los sueldos. Y lo peor es que lo hará en contra de la demagogia, que ya es el colmo.

lunes, 17 de marzo de 2014

Menos humos!

Verán que cuatro de las cinco fotos que acompañan a este texto son en blanco y negro. Ciertamente la poco higiénica costumbre de fumar en lugares públicos estaba más extendida antaño. Ha sido la propia sociedad la que ha ido evolucionando hacia costumbres más sanas y respetuosas con el aire ajeno. De ahí la antigüedad de estas imágenes.

Seguramente fruto de ese cambio social, los legisladores pudieron establecer hace unos años prohibiciones de fumar en lugares públicos que hubiesen sido imposibles en los tiempos en que se tomaron algunas de estas fotos.

Aunque soy poco radical, también en esto, me parece muy bien que la ley evite que los fumadores dañen la salud ajena, la de las personas que no fuman o de las que un bendito día decidimos no seguir haciéndolo, como yo mismo. Pero no debemos olvidar que la única razón admisible para prohibir el consumo de un producto dañino, sin duda, pero legal, en un espacio público es preservar la salud no del fumador sino de las personas que le rodean.

Viene todo este rollo a la intención que parece que hay ahora de prohibir el uso de unos extraños adminículos llamados cigarrillos electrónicos, que parece que no emiten hacia el ambiente que rodea al usuario ninguna sustancia nociva. Se ve que una vez prohibido el tabaco en espacios públicos alguien ha pensado en que "ya puestos" vamos a prohibir también cualquier cosa que se le asemeje.

Es evidente que nuestra concepción de lo que es la democracia se ha debilitado mucho, en todos los sentidos. Las libertades individuales suenan casi a egoísmo, hasta el punto de que las voces justicieras y redentoras, también en todos los sentidos, parecen sentirse ahora con fuerza para "ya puestos" reclamar prohibiciones dirigidas a otras malas costumbres, la de estos cigarrillos... y otras. ¡Que miedo me da ese sendero de virtud!

Médicos como aquellos que te recibían fumando en la consulta (en los tiempos en que se tomaron algunas de estas fotografías) andan por ahí diciendo, seguramente con toda razón, que "vapear" nicotina es también muy malo para la salud de quien lo hace y que no le ayuda al síndrome de abstinencia ni a dejar el tabaco y que, aunque menos que la planta, algunos componentes bien venenosos ya tienen los chismes esos. Bueno ¿y que?

Reconozco a estas personas toda la autoridad para expresar esas certezas médicas pero de ellas no se deduce ninguna razón para prohibir en público una actividad que únicamente perjudica a quien libre y conscientemente la ejerce. No dudo que sea hábito muy malo para el "vapeador" y aceptaría de muy buen grado que estos profesionales solicitasen clara y rotundamente su prohibición total (en público y en privado) como pasa con otras drogas. Pero mucho ojo cuando hablamos de lo que se puede o no se puede hacer en el espacio público. Porque desde el punto de vista de la libertad la única pregunta válida para su prohibición, absolutamente la única es: ¿contamina el aire que respiran las demás personas? No les he leído ni una sola línea que diga que es así, por lo que no me queda otro remedio que pensar que se trata de una cruzada, de otra más, en favor de la rectitud y las buenas costumbres.

Pues mucho ojo. No sé usted pero yo, cuando alguien se siente legitimado para prohibirnos algo "por nuestro bien", no puedo evitar que se me vengan a la memoria, amenazantes como espectros zombies, todos los ataques a la libertad que en la historia de la humanidad han sido, desde los perpetrados por la Santa Inquisición hasta las purgas falangistas o las reeducaciones al disidente del comunismo real.

La lista de las actividades inadecuadas o reprobables es tan larga como la imaginación humana y tan peligrosa como ella. La democracia y el derecho que trajo consigo vinieron precisamente a limitar y regular el poder que puede ejercer el Estado en nombre de la sociedad, fijando claramente sus límites y dejando libre al ciudadano para seguir sus propias costumbres y hábitos mientras no perjudique a los demás, y eso incluye tanto lo que les parezca bien a sus vecinos como lo que les parezca mal. Si tiene usted alguna duda de en dónde está esta frontera que hoy se quiere traspasar con tanta ligereza pregunte a cualquier no cristiano, a cualquier homosexual, a cualquier mujer. Ellos y ellas le explicarán.


La democracia y la bolsa de hielo

La democracia es un sistema de gobierno alternativo a cualquier forma de tiranía. Apuesta por la inteligencia colectiva en lugar de por la genialidad individual. Su gran arma es la estadística, que confirma que sus resultados a largo plazo son incontestablemente mejores. Por tanto es el mejor sistema de gobierno pero no es el sistema perfecto. La perfección no está al alcance del ser humano.

Por tanto no debemos confundir la democracia, como pasa a menudo, con cosas como:
  • Certezacracia
  • Verumcracia
  • Verdadverdaderacracia
  • Iustitiacracia
  • Benditocracia
  • Communicatiocracia
  • Bienestarcracia
  • Miderechocracia
Y menos aún con:
  • Loqueyodigocracia (que también pasa a menudo)
(La bolsa de hielo está indicada contra las hinchazones y sobrecalentamientos cotidianos. Imprescindible para reflexionar con claridad. Manténgase al alcance de los adultos)