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La última asamblea de la Federación de Periodistas FAPE, celebrada en Pamplona, ha adoptado una resolución que critica la proposición que aprobamos en el Parlamento Vasco el 28 de febrero en relación con la presencia en la Radiotelevisión Pública Vasca de grupos políticos subordinados a ETA.
Estoy seguro de que tal declaración, que me dicen que fue aprobada por unanimidad y sin apenas debate, parte de la mejor voluntad y de la siempre valiosa actitud de los periodistas de defender la libertad de expresión contra cualquier limitación así que mi desacuerdo no está en esa voluntad, de la que no dudo, sino precisamente en la mala aplicación de la misma ya que, en esta ocasión, la crítica no se ha dirigido, en mi opinión, contra quienes pretenden acabar con la libertad sino contra quienes la defendemos.
ETA y sus cómplices son la principal amenaza contra la libertad de prensa (y contra todas las demás libertades) que existe en Euskadi. Esa es una realidad que no se puede ignorar de ninguna manera y no se puede, por tanto, juzgar una resolución haciendo como si se desconociese un contexto tan terrible como evidente y que es, precisamente, lo que da lugar a la decisión parlamentaria.
Son demasiados los periodistas vascos asesinados y también los amenazados que tienen que vivir y trabajar cada día con escoltas que defiendan su vida. Hubiese entendido mejor la unanimidad de Pamplona para solidarizarse con estos compañeros y compañeras, entre ellos los directivos de la propia Radiotelevisión Vasca, pero tal cosa no se produjo.
No me parece justo que se haya diseccionado y extraído una sola frase aislada de la resolución parlamentaria, ignorando el conjunto del texto e ignorando también la impecable práctica profesional en materia de interés informativo que ha impulsado y apoyado la actual dirección de EiTB, antes y después de la proposición parlamentaria.
En fin, que no estoy de acuerdo con la resolución de la Asamblea de la FAPE, pero seamos constructivos:
Soy consciente de que el periodismo siempre se ha de mover en fronteras delicadas, en las que pocas veces, o nunca, es fácil distinguir con claridad lo que es correcto y lo que no. En Euskadi seguramente es todavía más difícil y precisamente por eso creo que sería conveniente que la Asociación Vasca de Periodistas / Euskal Kazetarien Elkartea promoviese una reflexión sobre algunas cuestiones claves y bien actuales de la profesión del periodismo: Por ejemplo:
- ¿Cuál es la forma adecuada de informar de una actividad ilegítima o contraria a la libertad? ¿La neutralidad?
- Una actividad ilegítima ¿queda justificada cuando tiene muchos partidarios o una percepción cultural que la sustenta? ¿Sería ese el caso del terrorismo vasco o del machismo violento?
- ¿Debemos hacer como si desconociésemos que los enemigos de la libertad utilizan activamente los medios libres para avanzar en su objetivo de acabar con esa libertad?
- ¿Es el poder establecido la única amenaza a la libertad de prensa que merece la movilización corporativa de los profesionales?
- ¿Es el terrorismo sobre todo un acto de comunicación para influir sobre la opinión pública? ¿Hasta qué punto ha tenido éxito en Euskadi?
- La lógica búsqueda de espectacularidad por parte de los periodistas ¿no estará creando una casta de expertos en ofrecérsela que copan así el espacio informativo?