(Útil para los hombres)
Esta expresión es la que suelen utilizar las mujeres cuando aún faltan entre 20 y 45 minutos para salir del lugar en cuestión. El margen es amplio y crece especialmente cuando se dan dos circunstancias adicionales: la existencia de otras mujeres conocidas en el lugar y el hecho de que estés de compras en una tienda. Es muy común que el “venga vámonos” se repita varias veces a lo largo del largo proceso de abandono del local. Creer que tal aseveración, incluso repetida, va a ir seguida de un movimiento inmediato, franco y directo hacia la puerta del local es un gravísimo error que conviene evitar.
Lo adecuado al oírla es que hagas algún gesto muy leve, levísimo, de acercamiento a la puerta que sea suficiente para demostrar que le has oído pero evitando absolutamente cualquier apresuramiento. En ese momento, difícil por su sutileza, es importante ajustarse al ritmo de los movimientos de ella y fingir un distraído interés por los productos que se exponen en la tienda. Los maestros de la relación intersexual incluso llegan a señalarle a ella algún producto expuesto que, por supuesto, a ellos les importa un bledo. El objetivo de esta actitud cómplice es únicamente demostrarle a ella que no hay prisa ninguna y que estás dispuesto a admitir el ritmo femenino del “venga vámonos”. Si te atreves a poner en marcha este gesto debes tener un cuidado exquisito en no señalar algo que evidentemente le desagrade porque tu actitud quedaría en evidencia. Un buen truco es proponerle complementos y no piezas de ropa, con las que siempre es mucho más difícil acertar. Puedes contar con que ella rechazará comprar lo que le has sugerido en un 99% de los casos pero estate preparado para el otro 1%, así que los complementos, más discretos en precio, son muy adecuados ya que si se diera el caso de que le gusta lo sugerido deberás ofrecerte a pagarlo.
El último momento previo a la salida efectiva del local es el más difícil. Aunque lleves una hora desesperado por salir, tu actitud debe hacerle creer que te ha tenido que esperar un poquito. Bastan unos segundos, los suficientes para salir por detrás de ella aparentando la mayor calma del mundo y un gran interés por lo que habéis estado viendo. Por supuesto has de estar dispuesto a escuchar eso de “tío que pesado eres , siempre te tengo que esperar”. Cuando lo oigas no te enfades. Al contrario, es la prueba de que tu táctica ha tenido éxito.
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