jueves, 29 de noviembre de 2007

Undécima entrega. Los juguetes. Hombres de compras




(Útil para las mujeres)

A todos los niños les gustan los juguetes. Cuando crecen pierden paulatinamente el interés si son mujeres pero si son hombres lo que sucede es que cambian de juguetes pero mantienen la afición hasta la muerte. ¿Por qué creéis que la mayoría de los coches caros los compran los hombres? ¿Qué demonios hacemos los tíos comprando revistas de coches o de barcos? Pues eso, que hemos cambiado de juguetes.

Cuando digo juguetes me refiero, claro está, a cosas que un tío en absoluto necesita pero que le gustan como a un niño. ¿Os habéis fijado vosotras en el brillo de nuestros ojos cuando paseamos por el lineal de, por ejemplo, talados o sierras mecánicas de un almacén de bricolaje? ¿Habéis visto nuestra cara cuando nos paramos delante de una tienda de motos?.


Os sugiero que, en aras de la felicidad mutua, admitáis un cierto nivel de gasto superfluo en este tipo de cosas, siempre que no arruine el presupuesto familiar. No os pongáis como locas cuando sugiere comprar un cacharro inútil, tened paciencia porque lo más probable es que al final no lo compre y, por favor, morderos la lengua antes de decir la frase maldita de: ¿Para qué demonios quieres eso? . Dejadle disfrutar de unos minutos de ilusión infantil, que lo más probable es que acaben en nada.

Pensad, por el contrario, en lo divertido que puede resultar escuchar en silencio las explicaciones estúpidas, incluso delirantes, que sin duda os dará acerca de la imperiosa necesidad que tiene de adquirir esa chorrada. No van dirigidas a vosotras, las dice para escucharse a sí mismo. Pero, por favor, no os riáis.

Sin embargo, no os alarméis porque hay trucos para evitar compras caras. El más sencillo es dejarle o incluso animarle a comprar cosas más baratas. Un taladro nuevo no arruina a nadie y, una vez abandonado en el armario, no ocupa más que un par de vuestros bolsos. Los nuevos aparatitos electrónicos, PDAs, MP3, traductoras electrónicas, GPSs etc. (que mi amiga Arantza llama acertadamente gilicompras) son una solución socorrida para mantener contento a vuestro niño grande sin graves destrozos en el presupuesto.

Si, con todo, le veis lanzado a comprarse un barco o algo verdaderamente irresponsable, no os pongáis nerviosas ni levantéis la voz, es más conveniente decirle lo mucho que a vosotras os gusta y la pena que os da no poder tenerlo porque “tendríamos que cambiar las vacaciones para aprovechar los meses en que hay buena mar” o también “nos saldría un dineral mantener ese todo terreno (de tres toneladas) pero la verdad es que es precioso, a mi me encanta”. Así evitaréis que se sienta despreciado y hasta puede que piense que tiene a su lado a una persona que le comprende. En el fondo de lo que se trata es de que no lo compre pero sin generar un enfrentamiento inútil. ¿Veis qué fácil?.

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