(Útil para los hombres)
A las personas nos pasa algo parecido a los vehículos. Nos resulta muy difícil movernos mucho tiempo por debajo de un velocidad mínima. Quien haya conducido un deportivo o una moto de gran potencia habrá comprobado lo difícil e incómodo que es mantenerla al paso de burra de un atasco de la M 30.
Las mujeres, sin embargo, pueden moverse en un centro comercial, por ejemplo, o en una calle con escaparates, a una velocidad infinitesimal.
Esto significa que, por despacio que te puedas mover ellas siempre se habrán quedado muy por detrás de ti. Cada vez que te des la vuelta, incluso aunque lo hagas cada pocos segundos, descubrirás asombrado que parece que ella esté más atrás de lo que estaba antes. Es un error. Alguna vez sucede que retrocede sobre sus pasos, pero eso no tiene nada de especial. Lo que nos interesa comprender, lo extraño, es que tienen la capacidad para desarrollar una velocidad tendente a cero, que da igual lo despacio que andes tú, ellas siempre se quedarán espectacularmente atrás, aunque no se hayan parado en ningún momento.
Tengo hecha la prueba de avanzar muy despacio poniendo cada uno de mis talones pegados a la punta del otro pie (como sorteábamos de niños las alineaciones de fútbol en el cole) y he podido comprobar que además de hacer el ridículo llamando la atención de los transeúntes de un centro comercial, ellas se siguen quedando atrás exactamente igual que si avanzo a paso normal.
Para evitarlo hay dos modos, el más asertivo es negociar que la esperas en un bar a que acabe sus compras. El sistema más amable es, sin embargo, ponerse detrás de ella y NUNCA bajo ningún concepto sobrepasarla, por despacio que vaya. Ten en cuenta que tu esfuerzo, casi siempre agotador, le pasará completamente desapercibido ya que ella cree que se está moviendo a una velocidad normal. Si vas a cometer el error de quejarte o, peor aún, de apremiarla, es mejor que quedes mal y que la esperes en el bar.
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