lunes, 24 de septiembre de 2007

Cuarta entrega. Hablando desde el otro lado de la casa

(Útil para los hombres)

En general cuando las mujeres hablan el lenguaje verbal contiene solo una pequeña parte de la información transmitida. Mucha información debes deducirla de sus gestos, expresiones, tonos de voz, inflexiones y un sinfín de otros aspectos. Nos pasa también a los hombres pero en ellas esta comunicación “integral” está especialmente desarrollada. No consideres que entender esto es especialmente meritorio. Es simplemente imprescindible para relacionarse con mujeres. Muchos hombres han podido ir adquiriendo destrezas en este campo, no sin esfuerzo, pero hay un segmento de la comunicación que aún nos está vedado a la mayoría de nosotros: el conocimiento de lo que están pensando. Una destreza que es exclusiva de las mujeres entre sí.


Esta habilidad, que resulta cuasi telepática entre mujeres de la misma familia, provoca en nosotros momentos especialmente difíciles, sobre todo cuando ellas nos hablan desde el otro lado de la casa mientras estamos con la radio puesta o los niños o la tele o en la cocina rodeados de ruidos. Es un momento terrible. Lo sé. Sabes que te está hablando pero es imposible entender lo que dice. Y ella sin embargo sigue haciéndolo pese a que tú no puedes interrumpir el rebozado de las croquetas, secarte las manos del jabón de la fregadera o parar el taladro para ir allí a oír y a “ver” qué dice.

¿Por qué lo hacen? Pese a que tú repites siempre con desesperación ¡no te oigo! ¡qué dices!, no se trata de mala fe. Aunque a menudo te lo pueda parecer porque cuando estaban junto a ti -hace 30 segundos- no decían nada. Es que ellas, persuadidas de que esa habilidad interfemenina de saber lo que la otra piensa es universal, creen que tú también puedes deducir lo que dicen por el contexto de otras conversaciones mantenidas en algún momento pasado. Creen, en consecuencia, que te bastará con oír algún sonido suelto para deducir el resto de la conversación.

Parece increíble que lo piensen pero es así porque no se dan cuenta que tú careces de esa “telepatía femenina” que es natural e inconsciente para ellas y que está formada tras miles de horas de conversaciones, charlas, críticas, sentimientos, gustos, disgustos, puyas, complicidades... Una habilidad que les permite a ellas saber lo que les dice la otra sin casi entender los sonidos. En realidad ellas se entienden entre sí con el cerebro, mientras nosotros tenemos que apoyarnos en el oído, siempre mucho más limitado.

Mi amigo Dani tiene un truco útil. Cuando le pasa eso se limita a decir “Sé que me estás hablando...” y continúa a lo suyo. Me parece un método fantástico porque te sirve para demostrarle que estás atento a ella pero te exime de aportar ninguna respuesta a lo que dice.

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