sábado, 30 de enero de 2010

Los socialistas vascos no nos vamos a callar y otro artículo

He tenido el blog unas semanas abandonado y ahora que me disponía a a retomarlo me he encontrado con dos articulos de José Antonio Pastor que me parecen interesantes. (José Antonio es el portavoz socialista en el Parlamento Vasco)

Los socialistas vascos no nos vamos a callar

Conocíamos los problemas del PNV para situarse en la oposición, después de treinta años de haber gobernado este país. Dábamos por hecho que el malhumor que ha venido exhibiendo este partido en todos estos meses formaba parte de la digestión (mala digestión) de quienes, después de haberse creído los dueños naturales de Euskadi, se ven forzados a pasar a la oposición por la fuerza de los votos. Estábamos preparados para seguir soportando durante un tiempo esa política abrupta de 'no dar ni agua' al nuevo Gobierno, en la esperanza de que el tiempo y el sentido de la realidad encauzaran el discurso del PNV por la vía de la sensatez y del espíritu constructivo.
Todo eso no nos asombra, porque, lo queramos o no, forma parte del debate político. Lo que sí nos ha asombrado, a los socialistas vascos, es que ahora el PNV, en una vuelta de tuerca a su estrategia contra el Gobierno vasco y el partido que lo sustenta, se permita la desfachatez de marcarnos el discurso político; y trate, además, con una impertinencia antidemocrática, de presionar al lehendakari para que desautorice a su propio partido.
Éste es, en esencia, el fondo de toda la escandalera artificial que la actual dirección del PNV ha montado, a propósito de unas declaraciones radiofónicas mías sobre la desarticulación por la Ertzaintza de un comando terrorista de ETA. Una escandalera que ya venían montando por haberme permitido hablar sobre la evidente crisis de liderazgo del PNV.
Al parecer, según el presidente del EBB, Íñigo Urkullu, emitir opiniones (saliendo, por cierto, al paso de acusaciones previas) equivale a «insultar» y a «traspasar todas las líneas posibles en política». Y eso, como portavoz del Grupo Socialista y del Partido Socialista de Euskadi, no lo voy a admitir. Primero, en defensa de la dignidad de mi partido; y en segundo lugar, porque no estoy dispuesto a soportar que nos acusen de insultar quienes han hecho del insulto zafio al adversario y al Gobierno vasco actual una forma de hacer política. Quienes nos han dicho, desde el comienzo mismo de la legislatura:
-Que el actual Gobierno era el resultado de un golpe institucional.
-Que este Gobierno se sustenta en la «manipulación del Estado de Derecho, el revanchismo, la ambición personal y el odio que sienten algunos socialistas al PNV».
-Que el Gobierno vasco pretende «dirigir Ajuria Enea desde La Moncloa».
-Que hemos llegado al poder manipulando la Ley y a los jueces, y no por el respaldo de la ciudadanía.
-Que el lehendakari Patxi López se ha convertido en el líder del Gobierno de la mentira.
-Que formamos un Gobierno de 'okupas' y que el lehendakari es un delegado del Gobierno.
-Que somos herederos de la ideología de José Antonio Primo de Rivera (lo dijeron en el manifiesto del PNV el día del Aberri Eguna).
-Y que, según Arzalluz -que, hasta donde yo sé, sigue siendo militante del PNV-, los socialistas somos los enemigos directos del pueblo vasco; y que inspiramos más miedo los socialistas que quienes aún jalean a ETA.
Y no quiero ser exhaustivo. Simplemente, recordaré que desde el nacionalismo se nos ha insultado, y han insultado al Gobierno vasco y a su lehendakari, de forma grave y reiterada. Y nunca hemos respondido, aunque a veces hayamos tenido que hacer verdaderos esfuerzos de contención. Porque nunca hemos querido embarrar el debate político, metiéndonos en rifirrafes ajenos a los intereses reales de la gente.
Y, por eso mismo, el lehendakari no ha pedido al señor Urkullu que se retracte de todo lo que ha dicho antes de reunirse con él. Y habría tenido todo el derecho moral a hacerlo, si su prioridad no fuera desactivar las políticas de frentes y broncas y construir un país desde el diálogo y los grandes acuerdos. No les hemos dicho cómo tienen que hacer su política de oposición. Y, por eso mismo, no les vamos a admitir que nos dicten cómo tenemos que desarrollar nuestro discurso político. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
El PNV no tiene bula para hacer lo que le dé la gana. Si quiere poner el contador a cero, sabe que nos encontrarán con la mano tendida. Pero si insisten en su política de descalificación total y absoluta, se encontrarán lógicamente con la respuesta del Partido Socialista. No nos vamos a callar. Aquí ya no va a haber barra libre contra el Partido Socialista de Euskadi. Por mucho que se empeñe, el PNV no va a anular la voz del socialismo vasco.

Publicado en diario El Correo el 30 de enero de 2010


Quiero que se hable de mi libro

Los lectores menos jóvenes recordaran una anécdota que se produjo hace ya muchos años en televisión, cuando un destacado y excelente escritor se tornó airado y reprochó pública y bruscamente a la presentadora que en el programa en directo al que había sido invitado se hablara de cosas a su juicio intrascendentes pero que no se hablaba de "su libro". Se montó una buena.
Al PNV le está pasando algo parecido en relación con la política vasca: Que no se habla de lo suyo y, como aquel admirado literato, reacciona indignado porque no nos ocupamos, como a su juicio debiéramos, de aquello que constituye el núcleo de sus propias preocupaciones que, una vez más, confunde con las de todo el país.
Las últimas elecciones autonómicas constituyeron una enorme sorpresa para el PNV. Mejor dicho, fueron el inicio de una cadena de sorpresas que continuó con el nombramiento de un lehendakari socialista y más tarde con la formación de un Gobierno vasco no nacionalista. Lo increíble para ellos se hacía realidad.
Sus primeras reacciones resultaron tan estrafalarias que no defraudaron a los amigos de la anécdota, desde aquello del "golpe institucional", o -aún lo recuerdo- una rueda de prensa impagable en la que reivindicaron su derecho a nombrar al nuevo director general de EiTB, como si no hubiese un nuevo Gobierno vasco. No me extenderé para que no me acusen de recrearme en algunas actitudes que como mínimo resultaron ridículas.
La sociedad vasca tuvo el buen gusto de disculpar aquellas primeras reacciones pero la cadena de sorpresas para el PNV no se ha detenido desde marzo: Resulta que el Gobierno vasco del lehendakari López es el más sólido desde hace muchas décadas; resulta que la tranquilidad ha desmentido una reacción social airada que no sé si esperaban o deseaban y, lo peor de todo para ellos: resulta que el Gobierno toma decisiones, logra acuerdos con los agentes sociales, impulsa iniciativas razonables contra la crisis, busca y encuentra apoyo en la élite económica e industrial y plantea un nuevo contrato entre vascos para impulsar la calidad de vida, la competitividad y el empleo. Y el PNV ve asombrado que todo esto se hace sin hablar de lo suyo, sin hablar su "su libro".
En ese libro que reclaman que sea guía de cualquier gobierno no hay, por supuesto, una línea para la crisis, nunca la hubo puesto que cuando gobernaban incluso se negaba tercamente que fuese a afectarnos mientras hoy sabemos que el paro ya aumentaba entonces en Euskadi. Pero eso sí, hay tomos enteros dedicados al mapa del tiempo de ETB, a las ikurriñas de las hombreras de nuestros ertzainas o a las banderas en la fachada de Ajuria Enea. Y hay mucho espacio para la deslegitimación del Estatuto que ha hecho de Euskadi una auténtica comunidad política. En esos asuntos es donde está su sensibilidad, en ellos están cómodos y por eso reclaman que esos temas sean el centro del debate político. Pero ya no es así ni va a serlo.
En ocho meses el Gobierno vasco del lehendakari López ha logrado más acuerdos, incluso con el propio PNV, que los que logró Ibarretxe en 10 años. Eso es lo que importa. Se han firmado acuerdos de colaboración inéditos con Navarra, Cantabria, La Rioja, Asturias y hasta con Aquitania, facilitados sin duda por una actitud nueva de respeto por la legitimidad de nuestros vecinos. Se han puesto en marcha ayudas para que las empresas aguanten y superen la crisis y se está replanteando también el modo de hacer una Administración vasca más delgada y eficiente.
Además, el lehendakari plantea seriamente una reflexión sobre la excelencia en nuestro sistema educativo y no habla solo de los modelos lingüísticos. Promueve un cambio en el que fuera excelente servicio vasco de salud para que se adapte mejor a las necesidades de una población afortunadamente más longeva y también impulsa un concepto del derecho a las ayudas sociales como una vía de integración laboral y social y no solo como un subsidio ciego.
Dejo aparte el asunto quizás más grave de la política vasca en el que realmente todos estamos de acuerdo y en el que los avances son también evidentes: La lucha contra ETA y su mundo, la deslegitimación de toda actitud justificadora del terrorismo, la exclusión de los violentos de la vida política y la recuperación del reconocimiento y la memoria pública de las víctimas. ETA, aunque activa, ha sido derrotada políticamente y el discurso filoterrorista ha perdido completamente una iniciativa que la sociedad democrática ha recuperado definitivamente.
Han sido muchos cambios en muy poco tiempo, muchos y profundos, tanto que están cambiando poco a poco las prioridades y las agendas políticas en Euskadi. Es lo que alguien llamó, no sé si con fortuna, "la revolución de la normalidad" pero que, en todo caso, no encaja con la agenda política tradicional del PNV.
Son demasiadas sorpresas para un partido que nunca se ha distinguido por entender el país en una clave distinta de la suya propia. Cada día está más claro que el PNV nunca se planteó ni siquiera como hipótesis la posibilidad de perder el poder. Jamás pensaron un plan B, y se han encontrado con la realidad de que el país se acostumbra con alarmante rapidez a no hablar el mismo idioma político que ellos. Y, por consiguiente, los nervios se desatan. Los dirigentes del PNV se afanan en negar, con machacona insistencia pero contra toda evidencia, que el Gobierno de López tenga un proyecto consistente e integrador. Un proyecto que, sin embargo, cada día es más visible y que se dirige con toda claridad a afrontar no los problemas inventados sino los reales; los que sí forman parte de la agenda de los ciudadanos
El discurso, comprometido y nítido, que el lehendakari López está dirigiendo estos días a la sociedad vasca, sin ocultar los problemas y tratando a sus ciudadanos como personas adultas y responsables ha desatado todas las alarmas en un nacionalismo que no parece haber superado todavía su fase de duelo por la pérdida del poder pero que, sobre todo, no es capaz de digerir que se deje de hablar de "su libro": de las fórmulas archiagotadas de Juan José Ibarretxe. ¿Se acuerdan?


Publicado en el diario El Pais el 23 de enero de 2010

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