lunes, 27 de septiembre de 2010

El auténtico escollo


En las últimas semanas ETA nos ha perpetrado tres comunicados, tres ya, en los que el contenido de interés, si existe, se encuentra en dosis homeopáticas, indetectables para el ser humano normal.

Este goteo de textos triunfales pero sin apenas contenido tiene que ver con que, asumida su derrota policial, ETA necesita, o al menos pretende, tutelar las consecuencias de su desaparición.

Nadie duda de que el fin del terrorismo está cerca y que traerá consecuencias. La mayoría serán muy positivas para el conjunto de la sociedad vasca pero sin duda también las habrá, y sin duda serán perturbadoras, en el seno de las distintas sensibilidades y opciones del nacionalismo. Esa tormenta política es lo que ETA va a intentar mediatizar y cada comunicado es una borrasca que busca producir movimientos en ese entorno.

Pero el verdadero obstáculo para que el terrorismo desaparezca del mundo de los vascos está por superar. En ETA todavía siguen creyéndose que la democracia va a ser redimida con la integración de los suyos en el sistema político tras su propio desarme. Y –claro está- la redención de esa democracia imperfecta requiere primero que se les reconozca a ellos que tuvieron razón y después que, en consecuencia, se les compense de alguna forma.

Fue precisamente para no tener que reconocer la sinrazón, la inmoralidad y la inutilidad de sus pocos actos terroristas durante la dictadura por lo que escogieron cometer muchísimos más y muchísimo más duros durante la democracia, negando que ésta fuera real. Desde entonces su única salida ha sido exigir compensaciones políticas que les permitiesen escapar del basurero de la historia “vendiendo” esas compensaciones a los suyos como marchamo de su autoridad y de su razón histórica: ¿Veis cómo teníamos razón?

Si pretenden una estrategia tan delirante es -siento decirlo- porque saben que entre los nacionalistas de todas las tendencias está viva con más o con menos intensidad, esa creencia en la ilegitimidad de origen de la democracia española. Muchos de los que exigen la desaparición de ETA lo hacen porque creen que los terroristas “se han pasado” o que su actuación es “contraproducente”. Aún recuerdo haber escuchado el año pasado en la tribuna del Parlamento que “objetivamente el principal perjudicado por las consecuencias del terrorismo es el nacionalismo vasco” mientras, los escoltas de la mitad no nacionalista de la cámara esperaban fuera.

Hay demasiada gente que sigue considerando que la democracia en España será provisional mientras las posiciones últimas del nacionalismo no sean aceptadas porque sí, ya que son las únicas admisibles para cualquier vasco que merezca tal nombre, votemos lo que votemos los “residentes” en Euskadi. Esto ETA lo sabe y lo intenta utilizar.

Mientras la banda sepa que en el pensamiento de tantos nacionalistas vascos sigue presente ese convencimiento de ser los únicos depositarios de la legitimidad, mantendrá la esperanza de salir airosa de medio siglo de terror. Ese es el auténtico escollo que ya veremos cómo salvamos. Las palabras de Iñigo Urkullu ayer en el Alderdi Eguna diciendo que Euskadi no tiene un Lehendakari vasco sino un segundo Delegado del Gobierno de España, no me hacen pensar que estemos avanzando en este sentido.

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