viernes, 21 de septiembre de 2012

Respeto, memoria y olvidos

Foto El Mundo

Los grandes protagonistas históricos de la que se llamó Transición Española nos van dejando por ley natural. El martes supimos que había fallecido Santiago Carrillo y los medios se han llenado estos días de epitafios y reseñas sobre su incansable, compleja y, por eso mismo, controvertida biografía.

Es probable que muchas personas jóvenes que lean estas líneas no conozcan ni la figura ni la trayectoria de un hombre que protagonizó casi un siglo de historia de España. Si es así, les recomiendo que aprovechen la ocasión de informarse en los numerosos repasos históricos y políticos que todos los medios están haciendo con motivo de la muerte del líder comunista.

Verán que en esos 97 años de historia que Carrillo vivió, España ha sido escenario de grandes avances y de terribles desgracias. Leerán acerca de su impagable contribución a la recuperación de la democracia en España, de su valentía ante los golpistas, de su compromiso con las libertades y contra el fascismo (no el del insulto callejero, sino el de verdad) y también sabrán de su evolución heterodoxa dentro del comunismo. Y, por supuesto, leerán acerca de sus errores, particularmente sobre aquellos vinculados a una guerra en la que nuestros abuelos se mataron unos a otros con gran crueldad y en la que él participó activamente, del lado del bando legítimo, por cierto.

Ante la muerte suele ser norma referirse sólo a los momentos más admirables de la persona fallecida y dejar de lado lo desagradable pero estoy viendo que tal cosa no va a suceder con Carrillo. No me parece mal que así sea, porque creo que es bueno saber que todos aquellos que han tenido una responsabilidad importante en la torturada historia de España se han visto arrastrados alguna vez por sus luces y por sus sombras. Pero ese valioso ejercicio de ecuanimidad histórica me resultaría más creíble si algunos que con tanto detalle recuerdan aún hoy lo ocurrido en plena guerra no hubieran olvidado tan convenientemente las muchas y muchísimo más recientes sombras de otros grandes políticos fallecidos, sin duda tan valiosísimos como el propio Carrillo para nuestra democracia, pero que en tiempos también muy negros para España impulsaron la tiranía y la muerte, doblegaron a los humildes desde el poder y pelearon contra la libertad de todos.

Mostremos nuestro respeto por todos los muertos, especialmente por aquellos de cuyas largas y complejas vidas podemos aprender algo. Tengamos memoria para que no nos arrastren los errores terribles de nuestra historia, pero jamás aceptemos el olvido selectivo, consciente y culpable que los indignos nos quieren imponer.

Publicado en Danok Bizkaia el 21 de setiembre de 2012

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