lunes, 6 de julio de 2015

Como si fuéramos “La Roja”, Txarlie


Txarlie García tiene un blog que sigo y algunos de cuyos post he rebotado en ocasiones. Sé que él también sigue el mío y ha manifestado su opinión respecto a uno de mis post.

A menudo coincidimos en muchas cosas y respecto a mi post “El lechero, el adanismo y la bandera de Pedro Sánchez” también lo hacemos en parte. Concretamente Txarlie dice coincidir conmigo en el buen trabajo de marketing del acto en que Sánchez se presentó con una gran bandera de España de fondo. Debo aclarar que Txarlie y yo tenemos en buen concepto el marketing y no consideramos tal término como algo insultante sino como una herramienta imprescindible en la sociedad actual ¿digo bien?.

Me atrevo a esta aclaración a riesgo de introducir más confusión pero sin pizca de miedo a la discrepancia, menos aún si ésta es civilizada, respetuosa y cabal, como lo es con Txarlie. Puede ser que mi licencia redaccional de referirme al aburrimiento como una de las virtudes de la democracia haya llevado a confusión. Mea culpa si así hubiese sido.

Txarlie me dice en su blog que, sin embargo, discrepa conmigo respecto al resto de mi argumentación, es decir, en lo principal, que básicamente es que aplaudo que el candidato socialista utilice la bandera del país que quiere gobernar.

El PSOE es un partido que ha peleado por que España tuviera un sistema democrático que no tenía. Por que hubiese unas reglas de juego equiparables a las democracias europeas que España nunca había sido. Esa labor de “construcción” debe ser reivindicada, en mi opinión.  Guste más o menos insisto en que la bandera que representa ahora ese proyecto es la que tenía Pedro Sánchez detrás en el acto del Circo Price. Naturalmente, como ya digo en mi post original, hubo otros intentos de democracia: las dos repúblicas fueron algunos de ellos, pero el más exitoso de todos y aquel en el que el PSOE ha tenido más protagonismo y responsabilidad ha sido el que se inicio con la ﷽ que se inicisabilidad que el PSOE ha tenido mia y con otras banderas pero el m nunca habó con la hoy denostada transición. Como decía en mi post original, nadando contra la corriente actual de descrédito, se trata de un “régimen” que brilla en comparación con cualquiera de los que España ha sufrido a lo largo de su historia. Por tanto, que el candidato socialista reivindique que somos constructores de la estructura democrática de España me parece no solo un acierto sino una obligación, además de –permítanme que insista- un excelente marketing político.

Todo esto no tiene nada que ver con quedarse quieto, ni “formal” ni callado, Txarlie. Un partido de fútbol puede ser de máxima rivalidad sin que se discuta si deben ser once los jugadores o el tamaño de las porterías o si el balón puede o no cogerse con la mano. Las reglas no impiden la competición, tampoco en democracia, sino que son lo que la hace posible. Es más dicen, con razón, que la democracia son las formas.

En segundo lugar, ha sido bajo ese “régimen” cuando España, de la mano del PSOE ha ido introduciendo derechos y libertades contra las que una poderosa derecha rancia (que es la que mayoritariamente hay ¡qué le vamos a hacer!) ha peleado siempre: Desde el divorcio, al aborto, hasta las autonomías y el derecho universal a la sanidad y a la educación. Todos esos derechos que los españoles hemos adquirido no venían “de serie” sino que han tenido que ser insertados de la mano del PSOE en la legislación de la España constitucional, y ha sido siempre en contra de la derecha y, por cierto,  sufriendo el desprecio de los comunistas de todas clases, colores y purezas a los que hoy se les llena la boca hablando de las virtudes de la socialdemocracia. ¡Lo que hay que oír!

Sería estúpido, e injusto, dejarle a aquella derecha el monopolio de una bandera que, gracias al esfuerzo de la-izquierda-que-sirve-para-algo representa hoy algo muy diferente a lo que era cuando se inició la transición. Lo que hizo Pedro Sánchez me gustó, insisto de nuevo, por esas dos razones: primero para recordar nuestra tarea como coarquitectos del edificio mismo de la democracia española y en segundo lugar para reivindicar que en ese edificio el mobiliario de derechos no venía incluido sino que se construyó en los talleres del PSOE.


Que ahora enfrentemos nuevos desafíos, como ocurre, no me parece razón para desdeñar lo conseguido. Es más puede que uno de esos muchos desafíos, además de la corrupción, la selección de los gobernantes, la destrucción de los derechos de los trabajadores, la tambaleante igualdad de las mujeres, el descenso de la población, las burbujas económicas…sea también que la izquierda utilice la bandera del país con normalidad, como si fuéramos la selección de futbol.

2 comentarios:

Txarlie dijo...


Totalmente de acuerdo en el marketing: la estrategia me parece brillante.

De lo que me quejaba es del destinatario y del objetivo de dicho marketing. A mi me hubiera gustado que el trabajo hubiera sido mucho más claro. Y a la polvareda que ha levantado me remito. También me hubiera gustado se estuviera orientado a los votantes de izquierda, porque creo que no era un mensaje para ellos, sino para los de centro (creo que tú también lo comentabas).

En cualquier caso, entiendo tu postura sobre la utilización de la bandera con normalidad desde la izquierda. Es más, lo comparto y la hago mía, si bien yo la usaré sobre todo como herramienta para hacer amigos abertzales (sabes que lo digo en serio y confiado de mis habilidades sociales).

Respecto de la Transición: no me lo tengas en cuenta. Es sólo que tengo un problema de inconformismo.

Como siempre es un place debatir contigo, Carlos.

Unknown dijo...

Las banderas unen. Bajo ella... o contra ella.

A veces me pregunto si Europa entrase en guerra abierta contra "vetetúasaber", negada ya cualquier neutralidad, fuesen más los de debajo o los de enfrente.

Y en estos tiempos de zozobra con lo nuevo aún por llegar, me parece que utilizar lo antigüo como argumento no es demasiado progresista.

No digo que perplejo porque ya más de lo visto poco va a haber que me sorprenda. Pero un poco bobo sí que me estoy quedando.

Claro que algunos diran que medio bobo es mejor que bobo entero. Algunos y algunas.

Pero que quede claro que soy molinero. Esto es; por mucho que lo edulcuren, dificilmente me van a hacer comulgar con viejas piedras de molino.

Enviado desde mi movil de 3,2" de ante-penultima generación.

Salu2.