Así parecen pensar los independentistas que, lejos de abrumarse por los cuatro meses y medio transcurridos en medio de la absoluta paralización de la vida política catalana, se muestran sorprendentemente despreocupados por la obviedad de que no hay Govern, ni actividad en el Parlament y que, sin embargo, el país sigue funcionando tan bien o mal como antes.
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Parlament de Cataluña
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