Tres años es un margen de tiempo demasiado largo para desaprovecharlo en marcar líneas rojas ideológicas y reforzar la siempre peligrosa idea de la ilegitimidad del adversario.
En mi artículo de esta semana en VozPópuli recuerdo que la inestabilidad política lleva en vigor desde las elecciones de 2015 y que ya empieza a ser hora de que el nuevo modelo de política que sustituyó al de la transición empiece a servir para algo más que dar titulares. Puedes leerlo aquí.
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