sábado, 27 de abril de 2024

El presidente es el menos adecuado para quejarse

 Tiempo de lectura: 2:20 min




¿Cómo hemos podido llegar a dimitir tanto de nuestras obligaciones para que la persona menos adecuada sea quien ha dicho lo que muchos otros teníamos que haber dicho antes?

  

Por qué los periodistas que aman y respetan su profesión admiten que a su lado en las ruedas de prensa se sienten individuos que no van a ejercer la profesión sino a enmierdar el entorno mediático con mentiras, insultos y bulos directos. Esos periodistas que creen en su profesión sí eran personas adecuadas para quejarse y no el presidente.


Por qué los responsables medios de comunicación, con una clara y honesta línea editorial de siempre, conservadora o progresista, no solo aceptan que haya panfletos que embarran su sector, sino que incluso caen en la tentación de subirse a los titulares escandalosos, copiando y mimetizándose con los digitales de quita y pon que saben al servicio evidente de quienes no quieren ni periodismo ni libertad sino agitación y ruido. Esos responsables de medios que fueron de calidad sí eran personas adecuadas para quejarse y no el presidente.


Por qué los jueces honestos aceptan en sus filas a los que actúan aprovechándose del poder que les dan sus puñetas para torcer las bases de la democracia aceptando y promoviendo causas evidentemente insostenibles y que solo buscan dañar con el propio proceso a personas honestas. Esos jueces profesionales y cabales sí eran personas adecuadas para quejarse y no el presidente.


Por qué los policías que se saben y se valoran como servidores de la sociedad y de la Ley aceptan que otros policías deshonren su propio uniforme inventando pruebas falsas, persiguiendo a personas que saben inocentes contratando a delincuentes con un dinero que podría ir a mejorar sus propias condiciones de trabajo. Esos policías y guardias sí eran personas adecuadas para quejarse y no el presidente.


Por qué los ciudadanos españoles valoramos tan poco nuestra democracia que aceptamos, compartimos y nos cachondeamos a menudo de acusaciones intolerables y burlas crueles en las redes sociales y por qué nos divierte tanto aceptar que cualquiera que no nos caiga bien sea objeto de linchamiento público con cualquier mentira, mejor cuanto más salvaje. Nosotros sí éramos personas adecuadas para quejarnos y no el presidente.


¿Cómo hemos podido llegar a dimitir tanto de nuestras obligaciones para que la persona menos adecuada sea quien ha dicho lo que muchos otros teníamos que haber dicho antes?

 


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