martes, 2 de diciembre de 2025

La derecha adora al PSOE

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A la derecha el PSOE le encanta. Lo adora, lo ama, lo quiere, lo aprecia, lo
estima… bastante (como dirían Les Luthiers), siempre -eso sí- que se trate del PSOE “de antes”. Porque, si se fijan bien, siempre hay un PSOE “de antes”, lleno de virtudes, faro de responsabilidad, modelo de partido consciente y comprometido con España. 

Sucede, sin embargo, que aquel PSOE que tanto añora hoy nuestra derecha es el mismo PSOE al que en su momento, cuando era el PSOE “de temporada”, criticaban con ferocidad e indignación similares a las que se usan contra el de hoy. A aquel PSOE “de antes” la derecha de entonces no solo lo reprendía con argumentos similares a los que utiliza contra el de hoy, sino que se hartaba también de confrontarlo con el -para ellos- magnífico “PSOE de todavía antes”, olvidando que mientras estaba fresco, a aquel “PSOE de todavía antes” lo denostaban durísimamente en comparación con el “PSOE de aún antes todavía”.

Pablo Iglesias Posse pasó de ser un sinvergüenza corrupto que representaba falsamente a los obreros mientras él disponía nada menos que de un gabán, a ser el referente moral que los pérfidos socialistas de los 80´s habían marginado a los retratos en las sedes socialistas. ¡Si Pablo Iglesias levantara la cabeza! -decían entonces.

Julián Besteiro, intolerable marxista, nefasto contaminador de estudiantes, merecedor del fusilamiento al que, en efecto, fue condenado, devino en intelectual valiosísimo, orgullo de España y recuerdo que avergonzaba al inaceptable PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra.

¿Qué decir de Felipe González? que se empeñaba en ganar elecciones durante un periodo intolerablemente largo para la derecha y que para echarlo tuvieron incluso que “poner en riesgo las instituciones del Estado”, sin embargo convertido hoy en referente de adoración y esperanza para la patria.

El calificado en su momento como traidor a las víctimas, cómplice objetivo de ETA, Alfredo Pérez Rubalcaba, tuvo un reconocimiento prácticamente unánime como muñidor de la victoria de la democracia contra el terrorismo. Eso sí, tuvo que morirse primero. Su frase “en España enterramos muy bien” demostró la inteligencia que se le reconocería unánimemente después de fallecer.

A Zapatero aún lo odian porque, al parecer, no ha aviejado como debiera y aún mantiene contacto y lealtad al PSOE de hoy, al siempre peor PSOE posible para nuestra derecha, que tanto quiere y tanto debe al PSOE de antes y al de antes de antes, y al de antes de antes de antes.

A mi todo este amor, aunque venga siempre con retraso, me enternece y me confirma en el acierto definitivo de lo que en su momento se presentaba como intolerable.

Ahora, con Pedro Sánchez al frente del Partido Socialista, la inquina y el odio de la derecha se ha intensificado tanto que solo esperan su salida urgente, preferiblemente a la cárcel, para que el PSOE recupere las virtudes del pasado que la malignidad del perro ha arrebatado a los magníficos socialistas “de antes” que, al parecer, se mantienen agazapados y sobre los que la derecha vuelca todas sus esperanzas de que el PSOE vuelva a ser el de Rubalcaba, el de Felipe, el de Besterio o el de Iglesias, aquel que tanto odiaron cuando correspondía.

Así que no se sorprendan el día en que al PSOE del futuro, que, naturalmente, no será el de ninguno de esos líderes lo ataque la derecha con ferocidad renovada y tecnologías actualizadas y que, para despreciarlo, lo comparen con el estupendo PSOE de Pedro Sánchez, que levantó la economía, que era referente de las instituciones europeas e internacionales, que mejoró los salarios rebajó el paro y puso a España al frente de la UE. Al tiempo.

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