(útil para las mujeres)
Con ese nombre me refiero al nivel de suciedad y desorden con el que una persona es capaz de convivir sin que sus alarmas salten y le obliguen a ponerse inmediatamente a limpiar, recoger y ordenar. Cada persona tiene su umbral, las hay más pulcras y las hay menos. Hay un amplio margen dentro de lo que podríamos considerar “la normalidad”. No faltan quienes dicen que el orden que tenemos en nuestras cosas define cuál es el que hay en nuestra cabeza y seguramente alguna razón tienen. Por eso creo que no solamente quienes son un desastre sino también las personas exageradamente ordenadas y pulcras también deben tener algún problema.
A lo que iba. Creo que puedo decir que aunque hay excepciones, en general, el umbral de mierda de los hombres tiende a ser más alto que el de las mujeres. Esto significa, claro está, que nosotros somos capaces de vivir con total tranquilidad en un entorno que un gran número de mujeres considerarían inhabitable.
Esta idea está tan asentada que, aunque esta guía pretende ser divertida y nunca cínica, no me resisto a recordar que en un libro sobre el perfecto soltero leí hace muchos años que una táctica útil para ligar era aparentar ante las visitas femeninas un falso desorden doméstico ya que eso impulsaba a muchas mujeres a “hacerse cargo” lo que aumentaba su periodo de cercanía a la cama. El autor dejaba bien claro, eso sí, que esa táctica jamás funcionaba si la casa era un verdadero asco. Por el contrario recomendaba “simular” un desorden cuidadoso poniendo corbatas en la nevera, descolgando y dejando en el suelo la ropa limpia, etc. lo suficiente para que ella pudiera contarles –divertida- a las amigas “tenía la casa hecha un asco”.
Bromas aparte, conviene entender bien este concepto del umbral de mierda para evitar problemas y frustraciones. Recordemos: El nivel “admisible” depende de cada persona y no hay un umbral “normal”. Conviene que las mujeres afectadas comprendáis esto y evitéis a toda costa la vieja táctica de “pues-no-pienso-recoger nada.-Así-se-queda-hasta-que-lo-recoja-él”.
El error al aplicar este método proviene precisamente de ignorar el concepto mismo de “umbral de mierda” y creer que se trata de algo objetivo y universal. Como consecuencia, la persona de menor umbral (normalmente la mujer) se desespera viendo que el nivel de desorden aún crece por encima de lo que ella creía que era un límite intolerable y lo hace, además, ante la mirada impávida del varón. Por lo tanto la táctica es del todo inútil e incluso contraproducente ya que es muy difícil para cualquiera soportar con calma que su umbral de mierda personal sea sobrepasado y el resultado final suele ser una crisis.
En lugar de aplicar un sistema tan contraproducente os sugiero una doble línea de trabajo. La parte fácil es hacerle ver a vuestra pareja que estarías más a gusto si la casa estuviese más ordenada, y que seguramente él también estaría más cómodo. Se trata de iniciar un “proceso de convergencia” (como se llama ahora) entre vuestra necesidad y la suya. La parte difícil será admitir como bueno el umbral “negociado”, que siempre será mas alto que el que vosotras teníais de origen.
Si lo pensáis un poco, igual resulta que es un éxito y descubrís que tampoco hace falta tener la casa como una patena para ser felices.
Por último, me voy a permitir sugerir dos trucos.
El cajón de sastre. Es la forma de acotar en un espacio concreto el caos del universo, la entropía, que dicen los físicos. Un buen cajón de sastre, o dos, permiten aliviar la tensión creada por aquello que se rebela contra el orden. Se trata de crear un pequeño reino del desorden que pueda convivir dentro del cosmos doméstico.
El segundo truco es la palabra mágica tirar. Significa reducir nuestra dependencia emocional solo a aquello que realmente importa. A lo que nos ayuda a ser más y no a tener más. Cuando te acostumbras, tirar se convierte en un ejercicio de autoafirmación de la libertad. Es como tomar aire.
Probadlo.
Con ese nombre me refiero al nivel de suciedad y desorden con el que una persona es capaz de convivir sin que sus alarmas salten y le obliguen a ponerse inmediatamente a limpiar, recoger y ordenar. Cada persona tiene su umbral, las hay más pulcras y las hay menos. Hay un amplio margen dentro de lo que podríamos considerar “la normalidad”. No faltan quienes dicen que el orden que tenemos en nuestras cosas define cuál es el que hay en nuestra cabeza y seguramente alguna razón tienen. Por eso creo que no solamente quienes son un desastre sino también las personas exageradamente ordenadas y pulcras también deben tener algún problema.
A lo que iba. Creo que puedo decir que aunque hay excepciones, en general, el umbral de mierda de los hombres tiende a ser más alto que el de las mujeres. Esto significa, claro está, que nosotros somos capaces de vivir con total tranquilidad en un entorno que un gran número de mujeres considerarían inhabitable.
Esta idea está tan asentada que, aunque esta guía pretende ser divertida y nunca cínica, no me resisto a recordar que en un libro sobre el perfecto soltero leí hace muchos años que una táctica útil para ligar era aparentar ante las visitas femeninas un falso desorden doméstico ya que eso impulsaba a muchas mujeres a “hacerse cargo” lo que aumentaba su periodo de cercanía a la cama. El autor dejaba bien claro, eso sí, que esa táctica jamás funcionaba si la casa era un verdadero asco. Por el contrario recomendaba “simular” un desorden cuidadoso poniendo corbatas en la nevera, descolgando y dejando en el suelo la ropa limpia, etc. lo suficiente para que ella pudiera contarles –divertida- a las amigas “tenía la casa hecha un asco”.
Bromas aparte, conviene entender bien este concepto del umbral de mierda para evitar problemas y frustraciones. Recordemos: El nivel “admisible” depende de cada persona y no hay un umbral “normal”. Conviene que las mujeres afectadas comprendáis esto y evitéis a toda costa la vieja táctica de “pues-no-pienso-recoger nada.-Así-se-queda-hasta-que-lo-recoja-él”.
El error al aplicar este método proviene precisamente de ignorar el concepto mismo de “umbral de mierda” y creer que se trata de algo objetivo y universal. Como consecuencia, la persona de menor umbral (normalmente la mujer) se desespera viendo que el nivel de desorden aún crece por encima de lo que ella creía que era un límite intolerable y lo hace, además, ante la mirada impávida del varón. Por lo tanto la táctica es del todo inútil e incluso contraproducente ya que es muy difícil para cualquiera soportar con calma que su umbral de mierda personal sea sobrepasado y el resultado final suele ser una crisis.
En lugar de aplicar un sistema tan contraproducente os sugiero una doble línea de trabajo. La parte fácil es hacerle ver a vuestra pareja que estarías más a gusto si la casa estuviese más ordenada, y que seguramente él también estaría más cómodo. Se trata de iniciar un “proceso de convergencia” (como se llama ahora) entre vuestra necesidad y la suya. La parte difícil será admitir como bueno el umbral “negociado”, que siempre será mas alto que el que vosotras teníais de origen.
Si lo pensáis un poco, igual resulta que es un éxito y descubrís que tampoco hace falta tener la casa como una patena para ser felices.
Por último, me voy a permitir sugerir dos trucos.
El cajón de sastre. Es la forma de acotar en un espacio concreto el caos del universo, la entropía, que dicen los físicos. Un buen cajón de sastre, o dos, permiten aliviar la tensión creada por aquello que se rebela contra el orden. Se trata de crear un pequeño reino del desorden que pueda convivir dentro del cosmos doméstico.
El segundo truco es la palabra mágica tirar. Significa reducir nuestra dependencia emocional solo a aquello que realmente importa. A lo que nos ayuda a ser más y no a tener más. Cuando te acostumbras, tirar se convierte en un ejercicio de autoafirmación de la libertad. Es como tomar aire.
Probadlo.
2 comentarios:
me ha costado dar con tu blog, pero el tiempo de busqueda ha quedado recompensado con tu articulo, me he reido mucho ya que desde mi solteria he tenido que compartir espacios con otros solteros en muchos umbrales similares a los descritos por ti, aunque yo por herencia materna tengo obsesion por el orden, he aprendido a respetar los umbrales de mis compañeros, "algunos indescriptibles", Carlos me han gustado mucho tus escritos
Estoy totalmente de acuerdo, todo se trata de donde tenga uno el umbral. En este punto no todo es cuestión de género. Óscar es un ejemplo.
Más saludos. Todo un descubrimiento este blog. No solo es interesante sino que tiene sentido del humor. Enhorabuena man.
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