jueves, 5 de mayo de 2011

Argumentos de autoridad

Congreso de los Diputados
Real Academia Española




















La Comisión de Política Territorial del Congreso de los Diputados se ha equivocado hoy creyéndose con autoridad para decretar cómo debemos escribir el nombre de las provincias vascas los hablantes del español de todo el mundo. Desde hoy ya sabemos los argentinos, los chilenos, los filipinos hispanohablantes, los andaluces y los vascos que cuando escribamos Vizcaya o Guipúzcoa en ese idioma que compartimos estaremos cometiendo un error ortográfico y que deberemos escribir Bizkaia, Gipuzkoa y Araba/Álava (sic)

No es una actitud nueva, ya se vio una cosa parecida cuando decidieron que los hispanohablantes de todo el planeta debíamos escribir, y decir: A Coruña, Lleida o Girona.

No sé cuál es mayor error, si creerse que las instituciones son las dueñas del país, en lugar de sus administradoras, o creerse que los españoles somos los dueños del español, en lugar de un pequeño grupo de sus hablantes. Me queda el consuelo de que seguramente no será ni una cosa ni otra sino una simple pose facilona para contentar a los partidarios de que en Euskadi y Cataluña el castellano sea tratado como un idioma incorrecto en lugar de cómo lo que es: uno de los dos idiomas propios del país. En el fondo se trata de una posición política que, obviamente, no comparto.
 
Aunque nadie hablase ya castellano en el País Vasco y no fuese, como es, no solo cooficial sino el único idioma de la mayoría de sus habitantes; aunque así ocurriera, sería absurdo pretender que los hablantes del Español no tuviesen derecho a poner en su propia grafía los nombres de unos territorios que ni siquiera en esa hipótesis les serían ajenos.
 
Todos los idiomas tienen términos acomodados a su fonética y a su grafía para denominar ciudades, territorios y lugares del mundo que son auténticamente extraños a su idioma pero que se conocen y se reconocen como importantes. Otra cosa sería absurda. De pretenderlo nos encontraríamos con el abuso de que no se podrían escribir en español: Londres, Támesis, Nueva York, Florencia, Casablanca, Amberes, Pekín y otros miles de ejemplos más. Pero no solo eso sino que tampoco se podrían escribir en catalán Saragossa, Conca o Cadis, ni Sant Jaume de Compostel.la, que es como se escriben, ni podríamos utilizar Bartzelona o Kantabria cuando escribiésemos en euskera.
 
Las 22 academias de la lengua española, todas ellas formadas por personas con auténtica autoridad moral y científica sobre el idioma, se han cuidado siempre de obligar a nada. Solo cuando han podido comprobar fehacientemente que el uso de los hablantes y de los literatos, únicos dueños del idioma, ha asentado un término, lo han recogido o modificado en el Diccionario. Ese mismo diccionario recoge distintos matices de lo que significa el término Autoridad y creo que el Congreso y las Academias usan cada cual una acepción distinta:
  • Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho.
  • Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.
Cuando se trata de la lengua que hablamos cientos de millones de personas en todo el mundo, entre ellos todos los vascos, creo que debería atenderse a la segunda acepción y nunca a la primera.

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