sábado, 28 de enero de 2012

No corras, que es peor


Cuando de niños nos cazaban en alguna travesura esa era la advertencia que solía preceder al cachete. Hoy no corremos delante de una zapatilla sino detrás de casi todo.

El apresuramiento parece un ingrediente imprescindible en nuestra vida, en la que demostrarnos a nosotros mismos, y a los demás, lo ocupados que estamos se ha convertido casi en una obligación social, en un gesto de buen tono. La consecuencia es que los minutos se nos escurren entre las manecillas del reloj como agua entre los dedos.

Hace un mes corríamos para comprar los regalos navideños y ahora corremos a ver el saldo de la tarjeta con el que pagarlos. Nos apresuramos en acudir a las rebajas antes de que se terminen las oportunidades y nos desazona no haber encontrado tiempo de aprovecharlas el mismo día en que empezaron, pero otras urgencias nos lo impidieron entonces.

Sin embargo, cuando lo urgente entra por la puerta lo importante suele saltar por la ventana. Ahí se nos va el tiempo para nuestros amigos, para nuestros padres o para nuestros hijos que aunque no parecen tener prisa, sí necesitan más atención de la que nos concede la tiranía de la prisa. La carrera cotidiana nos roba el rato para nuestras parejas que así nos sorprenden a veces con un alejamiento que no sospechábamos, y la obligación de llenar cada momento nos impide, sobre todo, estar con nosotros mismos, escucharnos y conocernos, como sabiamente recomendaba el antiguo templo de Apolo, en Delfos, y como actualmente recomiendan no solo los siquiatras sino también los cardiólogos.

Hoy lo que resulta urgente es disponer de tiempo para "nada", que al fin resulta ser el tiempo que usamos para lo realmente valioso. "No corras, que es peor" sigue siendo un buen consejo, aunque hayamos superado la edad de las trastadas.
 
Publicado en Danok Bizkaia el 27 de enero e 2012

No hay comentarios: