Foto Rafael Lafuente (El Comercio) |
En mi barrio había una tienda de fotografía, una cafetería, una tienda de ropa y una agencia de viajes. Todas en 50 metros. Ahora hay 4 persianas, algunas personas más en el paro y varios comerciantes arruinados.
La semana pasada este periódico informaba de que Euskadi ha perdido 7.000 empresas y 17.000 autónomos desde el comienzo de la crisis. El presidente de los empresarios vascos se hacía eco de unos datos escalofriantes según los cuales el tejido productivo vasco se está muriendo.
Hemos sabido también estos días que el impago de la extra de Navidad a los empleados del Gobierno Vasco ha supuesto una caída instantánea de 30 millones en la recaudación de las haciendas forales. Preocupante pero cosa sabida y fácil de calcular. Me interesa más que estimen ahora los millones que no ingresarán tampoco por el IVA de las compras que esos mismos funcionarios no realizaron. Y también los millones no recaudados por culpa del desplome de los comercios que ya no vendieron. Y los millones perdidos por las retenciones en el salario de empleados despedidos de tales comercios. Y los millones que nunca verán nuestras haciendas por el combustible no gastado en las furgonetas de reparto paradas.
Los círculos son escurridizos precisamente porque no tienen ningún extremo desde el que agarrarlos. Les pasa a todos, también a los círculos viciosos de la economía. La empresa cierra, los trabajadores van al paro, dejan de comprar y otra empresa cierra por no poder vender. Como consecuencia nos empobrecemos y no podemos sufragar servicios públicos justo cuando más falta nos hacen.
Los empresarios han dicho que el extremo del círculo son los impuestos que pagan ellos. Los sindicalistas, sin embargo, defienden que la punta es la caída de los salarios. Los vendedores ven el vértice en la poca demanda. Los trabajadores de los servicios públicos señalan que la esquina del círculo es la falta de dinero y lo reclaman a unas haciendas que recaudan cada vez menos.
Pero los círculos ni tienen aristas, ni esquinas, ni vértices ni extremos. No se puede cortar por la punta porque no hay punta por donde cortar. Precisamente es esa maldita perfección del círculo lo que hace que este columnista no pueda señalarle a usted la salida, pero lo seguro es que dependemos mucho unos de otros y es absurdo tumbar la ficha de dominó que nos conviene a cada cual creyendo que solo va a caer ésa.
1 comentario:
Creo que nunca sabremos lo que ha pasado en realidad...cómo se ha llegado a esta situación y qué variables han influido en la ecuación, pero, aparte del análisis de las causas, lo que uno siente es pura, auténtica y simple LÁSTIMA.
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