viernes, 14 de junio de 2013

130 Km/h


Anda el Gobierno de España enredando con la posibilidad de permitir que en algunas autopistas, y siempre que se den determinadas condiciones de seguridad, se pueda circular a 130 Km/h en lugar de los 120 actuales. Bonita polémica. Todavía recuerdo la algarabía cuando se bajó la velocidad máxima a 110 Km/h y se nos previno entonces de toda clase de males que vendrían, algunos tan pintorescos como un supuesto aumento del gasto y de los accidentes. Finalmente el saldo económico fue de 230.000 euros invertidos en nuevas señales y 450 millones de ahorro energético (casi 2.000 veces lo gastado).

Dicen que esta nueva propuesta tiene como único objetivo contentar a los propietarios de buenos coches y a las concesionarias de las ruinosas autopistas de peaje que se construyeron con muchísimo entusiasmo y poquísimo cálculo. De hecho el partido que sustenta al actual gobierno lo reconocía así con toda claridad cuando, estando en la oposición, propuso subir el límite a 140 para “incentivar al usuario” y mejorar así la situación de tales vías de peaje.

Naturalmente las asociaciones de accidentados han replicado con datos que señalan el incremento demostrado de muertes cuando se aceptan velocidades mayores. Son cosas de la estadística, una ciencia nada proclive a la negociación o al trapicheo y por eso mismo, principal enemiga de opinadores y tertulianos como yo mismo.

Sin pretender competir con ella y limitándome, por tanto, a mi percepción personal sí diré que una buena parte de quienes abogan entusiastas por que se eleve a 130 Km/h el límite no lo hacen para respetarlo sino para poder seguir conduciendo muy por encima de esa velocidad, como es su costumbre, y que su único objetivo es que las sanciones que les apliquen si les sorprendieran sean menores. O incluso que pagando lo mismo puedan correr aún más. Son los mismos que te dan luces enfurecidos para protestar cuando adelantas legalmente a un camión coartándoles a ellos el que creen que es su derecho a seguir lanzados.

Recuerdo el día en que un buen amigo, bastante prudente en carretera por cierto, expresó con indignación pero con ingenua simplicidad esta percepción popular tan perversa y dijo: “¡No, si al final vamos a tener que ir a lo que marca!”.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlos el tema de la velocidad tenia que ser variable dependiendo de la circulación que alla en ese momento y te digo yo que entonces la mayoria de la gente iria a lo que marca

Carlos Gorostiza dijo...

Yo también pienso como tú. Sobre todo en las autopistas, en donde hay veces que ir a 120 te hace sentir parado y otras en que ir a esa misma velocidad es una locura porque está llena de tráfico.

El lo que discrepo es en que se respetaría más. Ya ahora la gente se cree más lista que los que ponen las señales, si encima fuesen "opinables" nite cuento.

Anónimo dijo...

Carlos, lo que dices de la estadística como ciencia poco proclive a los trapicheos es de un candor digno de un alma buena... como la tuya.
LA estadística es una de las herramientas más utilizadas para legitimar todo tipo de posiciones políticas (y de las otras) y sus contrarias. Sentimos un enorme complejo con los números. Los guarismos, las ecuaciones, las fórmulas, no sparecen la solidificación de los argumentos. La prueba irrefutable. De hecho, creemos que la gente que trabaja "con números" es más lista que la que trabaja con letras (o con ladrillos,rotuladores o grúas...) si además esos números hacen referencia a dinero, entonces es el acabóse. Los nuevos sacerdotes capaces de manejarse con la divinidad abstrusa de "los mercados" (esos dragones inmortales e insaciables a los que, aterrorizados,pagamos un tributo de doncellas. Por eso, aparte de considerarles unos sabios les pagamos como si fuesen Ronaldo.
La realidad ha demostrado que eran unos necios y unos mangantes y que sus inefables estadísticas eran un cuento chino, ideología adobada en fórmulas inextricables. Puritita M.para entendernos.

Carlos Gorostiza dijo...

Seguramente tengas razón en que la expresión sobre la estadística no resulta afortunada, y te acepto que me señales como un alma cándida por escribirlo así, pero yo no me refería a la utilización torticera de la ciencia estadística, que bien señalas, sino a que la estadística misma, en cuanto a herramienta de conocimiento científico, no se aviene a la mentira y que es imposible que diga, por ejemplo, que a más velocidad media hay menos accidentes.
Otra disciplina científica, la historia, también ha sido y es profusamente manipulada siempre pero, como respondió el político y periodista francés Clemenceau al ser preguntado sobre los historiadores y la 1ª Guerra Mundial: “ninguno dirá que Bélgica invadió Alemania”.
Otra cosa es lo que diga un titular de un día, pero la mentira tiene las patas cortas.