viernes, 20 de septiembre de 2013

Cuidado con Konstantínovski


Sólo si padece usted alguna rara dolencia que le haga adicto a la información internacional se habrá enterado de algo de lo que trataron a primeros de mes los altos mandatarios del G20 en el palacio Konstantínovski, en la asombrosa ciudad rusa de San Petersburgo. No le culpo. Le confieso que ha sido exclusivamente la casualidad la que me ha hecho dirigir la atención a esa cumbre.

Allí estuvieron también el Presidente Rajoy (España es invitado permanente) y el inefable José Ángel Gurría, secretario General de la OCDE, al que he citado ya en alguna otra ocasión. Bueno, pues resulta que algunas cosas de las que se decidieron resuenan muy cercanas a nuestras propios ruidos domésticos: Mientras aquí polemizamos sobre si la Hacienda guipuzcoana debería o no conectarse con los datos de la vizcaína o si el fisco foral alavés tiene o no derecho a “fisgar” los ficheros de las otras dos Haciendas, en la brillante capital de Pedro I el Grande, 56 países que representan el 80 por ciento de la economía mundial (mucho más que nosotros, ni comparar) han acordado que a partir de 2015 las Haciendas Públicas de los distintos países mantendrán un “intercambio rutinario y automático” de información, que fluirá libremente de la mesa de un inspector de hacienda ruso a la de un alemán, americano, chino o australiano. Lo que tanto cuesta a nuestros Diputados Generales (cada uno de un partido vasco diferente) lo han resuelto ya los Jefes de Estado y de Gobierno del mundo (cada uno hablando un idioma distinto).

También han dicho que ya no va a colar lo de tener la empresa en Astrabudua y la sede social en las islas Caimán, donde se pagarían unos inexistentes impuestos. Los grandes dirigentes mundiales tienen de tontos lo normal y han acordado que los beneficios se gravaran allí donde se produzca la actividad.

Para rematar, van a crear un cuerpo de “Inspectores de Hacienda sin Fronteras” (que para nada será una ONG) que ayudarán a los países en vías de desarrollo a que los defraudadores no los usen como refugio de sus chanchullos.

Se ve que el cerco se estrecha y que el mundo se empieza a hacer cada día más incómodo para los aprovechateguis. Pero lo que también resulta evidente es que algunas polémicas, tan nuestras, sobre la sacrosanta foralidad y el intocable secreto fiscal entre Ermua (Bizkaia) y Eibar (Gipuzkoa) será mejor que no las vayamos aireando por ahí, no sea que se rían de nosotros. Eso en el mejor de los casos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendo artículo