viernes, 20 de junio de 2014

Faltan analistas. Sobran enteraos


Se ha repetido tantísimas veces que en España no dimite nadie que, en realidad parece que lo que se espera es que, en efecto, así sea; que los lideres se agarren a sus cargos como gato a las cortinas, de forma que la crítica pueda seguir su curso “natural” sin sobresaltos.

Así que cuando se produjeron las dimisiones de Alfredo Pérez Rubalcaba y de otros líderes socialistas surgió un curioso fenómeno entre quienes ya tenían preparadas las invectivas más rotundas y las columnas más incendiarias. Lo escrito con tanto ardor como previsión se vino abajo y si no llega a ser por aquel invento improvisado de que la dimisión no era tal dimisión y que era "una dimisión en diferido" y otras patochadas de semejante cariz, esas plumas y micrófonos justicieros que tanto abundan en España se habrían visto ante un problema: habrían tenido que pensar, y que pensar rápido.

El invento de la dimisión diferida fue eso, un subterfugio para ganar tiempo y poder recolocarse apresuradamente después del susto de ver que ya no servían las críticas de siempre. Resulta que Rubalcaba y sus compañeros incumplían el pacto no escrito de no dimitir para que así se les pueda poner a parir por no dimitir.

Pasado el mal rato y una vez recompuesta la figura, se pasó a asegurar con total certeza que el congreso socialista lo iba a manejar un “aparato” aterrado ante la posibilidad de dar la voz a los militantes. Eso lo sabían todos “de fijo” hasta que Eduardo Madina dijo que solo se presentaría si votaban los militantes. La dimisionaria dirección socialista, tan torticera ella, tardó pocas horas en aceptarlo y volvió a incumplir así con su obligación de negarse a toda apertura para que le puedan poner a parir por negarse a toda apertura.

¡Es que así no puede ser! Otra vez las lenguas más avisadas a recomponer el gesto. Menos mal que en su ayuda acudió la certeza indiscutible de que Susana Díaz, la Presidenta de Andalucía, sería con impepinable seguridad la nueva Secretaria General y que, por tanto, siendo una “barona”, el discurso de que el PSOE es y será siempre incapaz de repensarse y renovarse seguía sirviendo. El “aparato” del PSOE pareció que cumplía por fin con su obligación de cerrar el paso a cualquier renovación y que así pudiera atacársele por cerrar el paso a cualquier renovación.

Pero hete aquí que la segurísima candidata Díaz se descuelga un día diciendo que su sitio está en Andalucía y que no va a optar a la secretaría general del PSOE, que muchas gracias. ¡Y vuelta la burra a los trigos! Por si fuera poco, aquellos nombres que a última hora, ya a la desesperada, sonaban como seguros sustitutos de Díaz, no hicieron acto de presencia y de nuevo se volvió a incumplir el acuerdo tácito de que el PSOE debe mostrarse incapaz de recuperar su pulso para que se le pueda censurar por mostrarse incapaz de recuperar su pulso.

Y ahora resulta que los únicos candidatos que hay son los que hasta hace nada no eran del “aparato”, aunque ya les buscarán amigos, no le quepa a usted duda. Ahora resulta que los militantes van a votar. Resulta que, semana tras semana, se han ido derrumbando las malísimas noticias que se aseguraban como ciertísimas semana tras semana.

Pero lo más asombroso es que los que han afirmado con tan ignorante vehemencia tales cosas, los mismos que dijeron que Rubalcaba no dimitiría, y dimitió; que no habría elección directa, y es el próximo día 13; que Patxi López iba seguro, y no fue; que Susana Díaz acudiría al rescate de Ferraz, y no lo hizo; que era inminente el desembarco de Juan Fernando López Aguilar o de Soraya Rodríguez y no los hubo. Esos mismos que se dicen sesudos analistas y a los que la realidad del PSOE les ha metido más goles que a la selección en Brasil, ahí siguen –impasible el ademán- como si no hubiera pasado nada, como infalibles oráculos, como si alguna vez hubieran dado en algún clavo.

Qué pocos analistas tenemos ¡Y cuánto “enterao”!.

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