La moral y la integridad personal ahora también se decidirán por votación (qué ocasión perdida por Cristina Cifuentes). El referéndum se hará y se ganará de calle, como todos los convocados por los muy queridos líderes de la historia, pero será el final definitivo de cualquier atisbo de novedad y de futuro para un movimiento que nació para apoyarse, o para aprovecharse, de la indignación ciudadana del 15M.
Mi artículo de esta semana en VozPópuli no va de ningún chalet, sino de hipocresía y de megalomanía. Puedes leerlo aquí.
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