Los referéndums solo pueden ser el final de un proceso complejo, tomado absolutamente en serio, en el que el acuerdo previo sea muy amplio, las consecuencias, bien conocidas por todos y las dificultades nuevas e imprevisibles que vendrán -sin duda- plenamente asumidas.
Lo que el perverso referéndum del brexit nos ha demostrado es que lo de “Tu vota, que luego ya veremos” es siempre un engaño a ese pueblo al que se apela.
En mi artículo de esta semana en Voz pópuli señalo las consecuencias de creer que las decisiones complejas pueden tomarse fácilmente en una votación a sí o no. Puedes leerlo aquí.
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