Cuando desdeñábamos aquellos viejos acuerdos, llamándolos chalaneos, no sabíamos que los del multipartidismo iban a ser mucho más miserables y cutres. Que serían solo y exclusivamente para repartirse los sillones, sin ningún disimulo y sin asomo de preocupación por las necesidades de un país políticamente paralizado.
La política, el arte del gobierno de lo que es común, ha sido sustituida por el honor, pero entendido en su concepción más intransigente e infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario