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Si eres uno de esos expertos que asesoran al Gobierno y cuyos nombres no se quieren hacer públicos, mejor será que leas esto.
Acabo de escuchar en una emisora pública a un tertuliano (que son los que saben, no como vosotros los científicos) decir que si no se dicen vuestros nombres es para ocultar que en la crisis y la desescalada del coronavirus no hay decisiones científicas en realidad, sino que son todo decisiones políticas. Le ha faltado insinuar que ni existís.
Aparte de argumentos tan increíblemente retorcidos como ese se vienen escuchado otros más presentables y aparentemente blancos sobre la transparencia, la necesidad de que en democracia no haya zonas oscuras y otras obviedades. Son razones que tal vez te puedan tentar para que admitas que tu nombre y tu currículo se den a conocer. Al fin y al cabo, no tienes nada que ocultar, como seguramente ocurre, y no hay motivos para mantener tu nombre oculto ni menos aún tu currículo, del que seguramente estás legítimamente orgulloso. Si piensas eso te equivocas. Seguramente sabrás de lo tuyo como el que más, pero puede que no sepas nada de comunicación o de política.
Ya sin conoceros se dice que si tú y tus compañeros sois tan buenos científicos y tan valiosos expertos, deberíais también saber aguantar la presión. ¡Ojo! toma nota de que no la niegan, sino que la anuncian y de cómo ya te lanzan el primer desprecio, aún sin conocerte. Es solo un aviso, pero no lo tomes a broma.
Hazme caso: ni se te ocurra aceptar que tu nombre se conozca. Los mismos que hoy reclaman saber quién eres mientras manifiestan con la voz engolada su convencimiento de la “seguramente indudable valía profesional” tuya y de los demás, serán los que comenzarán a desollarte en cuanto sepan quién eres. Para eso quieren saber tu nombre y para nada más. Te quieren para la picota pública, para enlodarte en la bronca repugnante y cainita que asola la política española, especialmente por la derecha. Muy especialmente por ella.
Cuando se conozca tu nombre -Dios no lo quiera- pasarás de ser un prestigioso científico o un técnico de altísimo nivel, seguramente respetado y escuchado en su círculo de conocimiento, a ser un paria, un lameculos vendido al Gobierno socialcomunista. No tengas ninguna duda de que tu carrera profesional se resentirá como mínimo y, probablemente desaparecerá. Te cerrarán puertas que hoy ni imaginas y lo seguirán haciendo años después de que pase todo.
Puede que tu currículo te permita marcharte de España para siempre, como tantos otros científicos llevan años haciendo sin que a nadie le importe una higa. Será una forma triste pero real de recuperar tu vida profesional, porque aquí no se te permitirá hacerlo de nuevo. Tu currículo, que tanto esfuerzo te costó, será papel mojado y te verás señalado para los restos como uno de aquellos “presuntos expertos” (te recuerdo que hay quien ya os ha puesto mote) que sirvieron al infame Gobierno para “perpetrar un confinamiento y una desescalada criminales”, de las que fuiste colaborador necesario. La mancha será indeleble. No descartes querellas judiciales, con algunos ya han empezado.
Así que ya sabes: ni se te ocurra aceptar que te lleven a ese auto de fe cuya leña ya preparan. Digan lo que digan ahora, tu recuerda que a los toros de lidia también los ponderan por su estampa, tronío y casta cuando saltan al ruedo pero que ninguno sale vivo de la plaza. El espectáculo consiste precisamente en eso. Supongo que lo sabes.
Pero si tienes alguna duda, te recomiendo que consultes con algún experto en psicología social, tal vez incluso haya alguno en tu equipo. Él o ella te dirá lo que pasa cuando el pueblo está airado. Mira las inquinas que está soportando Fernando Simón, de cuyo impresionante currículo como epidemiólogo nadie se acuerda ya, pero del que dicen chistes y puyas día sí y día también, cuando no cosas peores.
Con que inmolemos a un científico, como hemos hecho con Simón ya es suficiente. Tú procura que no hagan lo mismo contigo. Y si te quedan dudas de lo que es capaz de hacer la ira popular bien conducida y utilizada acuérdate de Lavoisier. Tú, que tendrás cultura científica, sabrás de lo que hablo.
1 comentario:
Cuanta razón tienes, Carlos, esta España cainita que nunca deja sobresalir a nadie, sobre todo si se le considera igual que el sujeto de la critica, y esa comparación no siempre es real, pues tenemos una laxitud increíble para nuestros fallos personales y un engolamiento terrible frente a los demás, que hacen cierto eso que se ha dicho tradicionalmente "¡Usted, no sabe con quien esta hablando!".
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