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Eso sí, no acepto que me digan solo aquello que quiero oír y que quieran ocultarme lo que saben que va a pasar, como lo sabemos todos. A los políticos partidarios, como yo mismo, de retomar la normalidad para evitar la ruina económica quiero oírles decir estas palabras: “aunque sé que eso significará más contagios y más muertos”. No quiero que lo digan para saberlo, que ya lo sé, sino para comprobar si tienen redaños para expresarlo en público y poder medir así su valía política y personal. No es cierto que ningún político se atreva a hacerlo, lo dijo anteayer el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla: ”hasta que llegue la vacuna, tendremos que acostumbrarnos a que desgraciadamente todos los días muera alguien y haya infectados”. Ven qué fácil.
Cuando millones de personas salgamos, las medidas de prevención se incumplirán
Así que no me vale el confortable y escapista “siempre respetando las medidas de prevención” porque todos sabemos perfectamente que eso no va a pasar; que cuando millones de personas salgamos, esas medidas de prevención se incumplirán porque es estadísticamente imposible que se respeten al 100% y hay múltiples actividades en las que simplemente será imposible aplicarlas. Quien nos oculte esa realidad es que quiere tratarnos como a tontos o que lo es él mismo. Eso, o que ya tiene pensado a quién echarle la culpa si su exigencia de hoy trae consecuencias negativas mañana.
Al SARS CoV-2 le es totalmente indiferente que la inmensa mayoría de los ciudadanos cumplamos con mérito y esfuerzo, El virus no es demócrata, ni conoce ni aplica la Ley D’Hont. No respeta las mayorías, simplemente se difunde en cada oportunidad. Si no salimos nos arruinaremos, pero seamos conscientes de que cuando salgamos, inevitablemente daremos nuevas oportunidades al virus. Lo primero que hay que hacer es asumirlo.
Como al final, pase lo que pase, acabaremos saliendo, propongo un sencillo truco personal para ayudarnos a darnos cuenta del peligro y a prevenirnos mientras desarrollemos nuestra vida normal. En este país en que somos tan aficionados a la lotería será fácil aplicarlo:
Salgamos a trabajar, a consumir y a vivir, pero fijémonos en las personas a las que nos hemos acercado o nos hemos tocado sin querer en el metro y contemos “un décimo” por cada una. Por cada hora que estemos en una calle llena de gente: “un décimo”. Por cuatro toques al botón del ascensor: un décimo. Por esa caña que tantas ganas tenemos de tomar con los amigos en el bar: un décimo y a la tercera cerveza, cuando la distancia se haya relajado: otro decimito. Si en ese bar o en el ascensor no se respetan los dos metros (que no se respetarán, porque es imposible): otro décimo. Por cada abrazo a nuestros hijos o nietos “que no pasa nada”: otro décimo de esta lotería del Covid-19. Anímese y haga su propia lista.
Procuraremos comprar los menos décimos posibles, pero sepamos que mientras levantamos la economía poco a poco, también iremos llevándonos a casa cada día algunos décimos, como en Navidad, y una vez allí compartiremos esta lotería con nuestros seres queridos, mientras ellos nos intercambiarán participaciones de sus propios décimos.
Puede que, como nos pasa siempre en Navidad, tampoco este gordo nos toque…bueno, esperemos que así sea, porque la lotería el Covid-19 viene con más “premios” que “pedreas”. En fin: siento que este no sea un post optimista pero bienvenidos seamos a la nueva normalidad.
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