Tiempo de lectura 2 min
Foto Danny Caminal. El periódico |
Aquellos visionarios fallaron a la hora de desdeñar el peso que la identidad tendría en el futuro; no hay más que ver la polarización extrema de la política actual, donde solo hablar con el del otro bloque ya es sospechoso y se califica al adversario como ilegítimo, susceptible de ser no ya vencido sino, si se pudiera, ilegalizado.
Sin embargo, en algo acertaron. Una parte sustancial de la sociedad ha abandonado, en efecto, su cercanía personal o su apego a unas siglas u otras y mira el escaparate político como el lineal de un supermercado, tal vez incluso como una página de compra por internet. Uno entra en la “tienda” de la política, deambula por ahí, si tiene tiempo mira los comentarios y finalmente compra esta o esta otra papeleta sin más pasión que la que pone al comprar un bote de mayonesa o unos calcetines de topos, tal vez porque le gustó el envase o le pareció gracioso el diseño. Sospecho que no es esto lo que esperaban aquellos partidarios del voto desapegado pero es lo que hay.
Que el 35% de los electores decida su voto la última semana y un 11% el último día, no solo dificulta las previsiones electorales a las empresas demoscópicas sino que es síntoma de que tanto presentar la política con los métodos de la mercadotecnia la han convertido en un producto más y así se comportan muchos ciudadanos, como compradores de algo efímero, no como partidarios de una visión política que importe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario