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Tomo prestado este titular del libro de Eduardo Mateo, publicado en 2016 por la Fundación Fernando Buesa y el Instituto Valentín de Foronda, porque me quiero limitar a recordar la obviedad de lo ya dicho por otros con mayor profundidad.
La paz consiste en poder hacer vida normal sin miedo; en que a nadie lo maten por pensar diferente y por defender sus ideas. Solo eso y nada más que eso. Parece una simpleza, suena a bien poca cosa, pero es una enormidad en comparación con lo que pasaba en Euskadi hasta hace 12 años.
Hacer vida normal no quiere decir que quienes mataban desaparezcan, menos aún que cambien de opinión, o de sentimientos, o que se arrepientan públicamente (lo que en todo caso será una elección moral de sí mismos).
Pasa el tiempo. Los que asesinaron salen de la cárcel cuando cumplen sus condenas y ese día están ahí, en la calle, incluso en una lista electoral. Ya sé que es duro, pero es así. La vida normal no es el advenimiento de un paraíso del amor entre los hombres. Es solo la vida normal.
“O bombas o votos” era la elección que el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba imponía a los partidarios de ETA. José María Aznar también se mostró partidario de que las ideas que no compartía en absoluto se defendieran con las armas de la política: “Tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas”. Entonces todo el mundo entendía la evidencia de que la democracia era capaz de acoger incluso las ideas más repugnantes a la propia libertad mientras no fueran defendidas mediante la violencia.
Mejor haríamos en no despreciar ahora el valor de lo que la democracia española consiguió (y a un altísimo precio) pretendiendo que la paz sea algo más que lo muchísimo que es.
ETA duró tanto tiempo porque tuvo mucho apoyo social. Con más o con menos entusiasmo y con altibajos, miles de personas en Euskadi apoyaron, comprendieron, justificaron, aceptaron o simplemente miraron para otro lado. Pretender que una sociedad marcada durante décadas por la violencia terrorista quedaría convertida con la llegada de la paz en algo radicalmente diferente y ajeno a todo aquello o es una ingenuidad o es una manipulación interesada.
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