viernes, 31 de mayo de 2013

No escupir en las paredes

Prohibido robar

Hace dos años algunos miembros del Parlamento Vasco, entre los que me encontraba, hicimos público nuestro patrimonio e ingresos en un acto de transparencia que sirvió exactamente para nada. Tras dos días de titulares y algunos comentarios más o menos divertidos sobre las interioridades de cada cual, la cosa se olvidó y en pocas horas volvieron las leyendas sobre el intolerable enriquecimiento de TODOS los políticos. La intención era buena pero nada parece poder revertir ya la desafección de los ciudadanos. Ni siquiera la verdad.

En la misma línea, el Gobierno de Urkullu va a adoptar una iniciativa con objeto -dicen- de “recuperar la confianza de los ciudadanos en la Administración y en sus gobernantes”: Los altos cargos serán cesados si no firman un código que entre otras cosas les prohíbe aceptar regalos en efectivo o en especie y también favorecer a sus familiares. Tampoco podrán cobrar por asistir a conferencias o tertulias y ¡ojo! no podrán mentir sobre su currículum profesional.

Creo que la enumeración en un código escrito de esas conductas, todas ellas inadmisibles de entrada, en lugar de devolver la confianza en los políticos y altos gestores de la administración lo que consigue es precisamente lo contrario: evocar y dar carta de naturaleza a todos los comportamientos indecentes que un gran sector de la opinión pública piensa equivocadamente que son algo cotidiano.

Cuentan que el gran maestro de periodistas Luis Carandell, descubrió en la España casposa y ruda de los 50 una taberna con un cartel que decía: “Se prohíbe escupir en las paredes”. No dudo de que la intención de aquel hostelero fuese higiénica, como lo es la del Lehendakari, pero la realidad es que el efecto de un aviso así resulta demoledor para la confianza en el establecimiento, es decir, lo contrario de lo que se pretendía.

Los casos de abuso que se conozcan se deben perseguir siempre y debe hacerse con especial empeño por parte del propio partido del que forme parte el corrupto. No como ahora. De esa forma quizás sí que empiece a recuperarse la credibilidad de los partidos pero creo que es un error y un insulto a las personas honradas hacerles firmar cosas como que no cobrarán sobornos o que no mentirán sobre su curriculum. Cuando de pequeños mis hijos me preguntaban por la conveniencia de comportarse de forma ética les solía responder: “mira hijo, hay cosas que si no las entiendes tú solo, no se te pueden explicar”. Pues la honradez en política es una de ellas…y lo de escupir, otra.

Publicado en Danok Bizkaia el 31 de mayo de 2013

2 comentarios:

Óscar dijo...

Amigo Carlos, necesitaría otro post para rebatir gran parte de tus argumentaciones. Lo resumiré diciendo que la desconfianza se cura con transparencia, pero antes de practicarla hay que estar convencido de que lo que se va a hacer es lo correcto y, posteriormente, ponerlo en valor cada día. Y, por supuesto, no esperar que la medicina cure la enfermedad en 24h! Salud

Gaztea Ruiz dijo...

Hay reglas tan básicas que da igual que estén o no escritas.
Es jodido mirarse al espejo, pero absolutamente necesario irse a casa cuando la imagen reflejada nos resulte insoportable.
Al final, sencillo de enunciar: no aceptes lo inaceptable.