sábado, 12 de septiembre de 2015

Conducir en Madrid. Guía para paletos. 1ª entrega


Aunque llevo muchos años moviéndome por Madrid, es reciente mi incorporación a la vida cotidiana de la villa. Cotidianeidad que incluye, naturalmente, la de moverse por sus calles en un vehículo en horas punta, que son casi todas, y en horas valle, que son casi ninguna.

No creo que el tráfico de esta ciudad sea peor de lo que inevitablemente corresponde a una gran urbe, pero lo que sí he visto son algunas actitudes muy propias y características de la cultura del tráfico local que siempre han llamado mi atención como foráneo. Son esas las que, tomadas con un poco de humor, constituyen el material que he seleccionado para esta pequeña serie de posts que inicio hoy.

OJO: Visto cómo está el patio y que estos textos podrían ser rebotados y reenviados por esas redes sociales de Dios, donde uno no sabe ni quién los leerá ni cómo los interpretará, igual conviene que incluya una nota legal, del mismo tipo de las que se leen en las bolsas de plástico advirtiendo de que si te las pones por la cabeza y las cierras bien por el cuello, te podrías ahogar. Que nunca se sabe.

Allá va: Esta guía está compuesta de textos fundamentalmente HUMORISTICOS (que quiere decir que tratan de provocar alguna sonrisa) y no sirven como guía de conducción, ni su aplicación sirve como eximente a las opiniones, siempre tan bien fundadas en derecho, de los agentes de la autoridad competente, ni mucho menos deberían utilizarse como textos en autoescuelas. Digo, por si acaso.

Hecha esta increíble pero tal vez necesaria aclaración, procedo con las dos primeras entregas de esta guía:


1. El principio básico NIFOM (Que nadie se me ponga delante)
Todo el comportamiento de los conductores de Madrid se rige por esta ley primigenia, omnipresente y fuente absoluta de la verdad al volante en Madrid: “Que nadie se me ponga delante” cuyas siglas en inglés NIFOM (Nobody In Front Of Me) me acabo de inventar.

Esto es lo más importante que debe usted conocer y entender porque su aplicación es universal y de su ejercicio militante se desprenden la mayor parte de los conceptos que se explicarán en los post de más adelante.

Pensará usted que preferir que el espacio delante de nosotros esté despejado es algo lógico y normal para cualquier conductor en cualquier lugar. Es así, en efecto, solo que en Madrid este deseo adquiere rango de exigencia, es algo obsesivo y se cuida casi como si se tratase de una cuestión de honor. El conductor que se distrae, como la oveja que bala, parece que pierde el jugoso bocado de su lugar en el atasco.

Es así que la pulsión defensiva de los conductores madrileños hacia el espacio que hay delante de ellos no admite rendición. Por atestada que esté la calle o la autovía y por evidente que sea que tal cosa no va a cambiar en un buen rato, la tensión en la preservación del espacio que les separa del coche precedente jamás se alivia. Aparentemente el terror de verse relegados poco a poco hacia atrás en la cola es tal que no hay lugar al desistimiento, a la cobarde e indigna renuncia.

Puede que se trate de un residuo del histórico y muy madrileño “No pasarán” ¿Quién sabe?, lo cierto es que si es usted capaz de entender el principio NIFOM, tiene andada la mitad del camino para comprender cómo debe moverse por las calles de Madrid y qué cabe esperar de sus compañeros de atasco. Que nadie se le ponga delante, pringao!



2. El vals de la M-30
Uno de los frutos característicos del principio áulico NIFOM es esta vistosa maniobra, que no se baila solo en esa autovía llamada tramposamente “calle”, sino que es típico de todas las vías rápidas de Madrid. Es un espectáculo muy bonito, que disfrutan los que más los matemáticos expertos en teoría de colas.

Para apreciarlo en todo su esplendor nada como una leve pendiente cuesta abajo que le permitirá ver cómo docenas de coches delante de usted se cambian de carril a cada instante de uno a otro lado, ahora a la derecha, ora a la izquierda, otra vez a la derecha para volver al carril izquierdo al momento, unos delante y otros detrás, cruzando sus trayectorias, como persiguiéndose, como si estuvieran dibujando alguna trenza imaginaria de rodadas sobre el asfalto. Precioso, oiga, es de verlo.

Naturalmente la maniobra tiene como consecuencia final que el coche danzarín que al inicio le acompañaba, cinco kilómetros después de su circense actuación se encontrará dos o a lo sumo tres puestos por delante de usted en el mismo atasco. Pero: ¿Lo que ha disfrutado y lo satisfecho que se le ve de todo lo que ha adelantado? ¿Eh?

Próximas entregas:
Hacer un trece-catorce
El claxon

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Deja el coche en casa y muévete en transporte público o en bicicleta o combina las dos. Hay que ver el daño que hacéis incultos.

Carlos Gorostiza dijo...

Veo que ni aun introduciendo la nota que explica que esta guía está compuesta de textos fundamentalmente HUMORISTICOS, se consigue evitar que le afecte la ola de indignación y cabreo que asola el país.
También he escrito sobre este tema en serio: http://mirandoalasmusaranas.blogspot.com.es/2012/12/politicos-y-bicis.html